México

La fuga de El Chapo y las historias de Puente Grande

Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera logró burlar los filtros de seguridad de la cárcel de máxima seguridad mexicana, Penal de Puente Grande, que hoy cierra sus puertas.
FOTO: Cuartoscuro / Especial

A partir de este lunes 28 de septiembre, el Penal de Puente Grande ubicado en Jalisco cierra sus puertas, teniendo que reubicar a todos los reos que albergaba en otros centros federales de readaptación social.

Durante los últimos años, esta prisión ha presentado una ola de violencia en incremento, hecho alarmante si tomamos en cuenta que se caracterizaba por retener entre sus paredes a líderes criminales de alta peligrosidad, entre ellos jefes del narcotráfico.

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Tal es el caso del fundador del cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, quien fue trasladado de Almoloya a esta cárcel de Jalisco en junio de 1993, por el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo.

Dentro del penitenciario, logró tomar control de otros reos e incluso de las autoridades, además de continuar liderando el cártel de Sinaloa desde adentro.

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Se sabe por declaraciones de otros internos que estuvieron recluidos con él, que "El Chapo" fue el único reo que consiguió acceso a un teléfono celular, y a veces lo prestaba a los demás para que pudieran comunicarse con sus familiares.

No tardó en ganarse el respeto y simpatía con gestos tales como pedir comida del exterior y repartirla entre los delincuentes; y más tarde sus libertades fueron creciendo dentro de la prisión hasta el grado de realizar grandes fiestas con música, mujeres, comida y alcohol.

En aquellas fiestas, "El Chapo" pedía desde afuera comida como carnitas, borrego y cerveza para todos, aunque los más allegados a él tenían acceso a whisky. Todos disfrutaban además de grupos musicales en vivo.

Una de las personas que más ha brindado datos sobre lo que ocurrió cuando Puente Grande albergó a "El Chapo", fue el periodista Jesús Lemus, a quien encarcelaron en la misma prisión debido a un problema de venganza y ajustes de cuentas, que desafortunadamente terminó en su privación de la libertad, hecho que lo llevó a vivir de primera mano la serie de anomalías que "El Chapo" protagonizó.

En su libro “Los Malditos 2”, Lemus expone que "El Chapo" también tenía libertad de pasearse entre los apartados de la cárcel y pasaba mucho tiempo platicando con los reclusos, quienes le pedían favores.

“No había autoridad o reo que se negara a complacer al capo” escribió Lemus en “Los Malditos 2”.

Entre los privilegios del "Chapo" dentro de Puente Grande, tuvo una amante, la entonces reclusa Zulema Yulia Hernández, “La Zule”, a quien conoció en una de las fiestas que organizó, cuando pedía a los reclusos que le llevaran mujeres, y “La Zule” apareció. Desde ese momento y hasta el día de su fuga, vivieron un romance.

El 19 de enero de 2001, después de haber formado una especie de red secreta donde él era el líder entre los condenados de Puente Grande, "El Chapo" Guzmán logró escapar en un carrito de lavandería, donde pasó desapercibido entre ropa sucia gracias a la ayuda de un empleado de la prisión.

Tras su inaudita salida, se convirtió en el narcotraficante más buscado de México.

Los esfuerzos por encontrarlo llegaron muy alto, incluso el gobierno de Estados Unidos llegó a ofrecer 5 millones de dólares por su captura.

Forbes lo incluyó en su lista de los personajes más influyentes del mundo, y mientras se escondía de las autoridades logró extender su Cártel a otros países de América, Europa y Oceanía.

Durante trece años no pudieron dar con él, hasta que fue por fin capturado a finales de febrero de 2014.

Actualmente, Joaquín Guzmán Loera se encuentra recluido en el penal ADX "Supermax", de Florence, Colorado, donde pasa aislado y monitoreado 23 horas al día, y sólo se le permite tener contacto con los guardias de seguridad.

 

Otras historias en Puente Grande

En mayo de 1995, internos del módulo 1 y 2 de Puente Grande, con los rostros cubiertos con pedazos de ropa, llevaron a cabo un asalto al centro penitenciario, donde tomaron como rehenes a tres guardias de seguridad.

El revuelto se ocasionó como protesta de los reclusos por las condiciones en que los tenían; por lo que permitieron que medios de comunicación ingresaran para ser testigos de las irregularidades dentro de la prisión.

Los reos se quejaron de estar incomunicados, de no tener atención médica cuando enfermaban, de los pésimos servicios de comida y de abuso de la autoridad.

Más tarde, de forma desesperada, también tomaron como reos a los periodistas que habían dejado pasar para atestiguar su situación. Por lo que el entonces director del reclusorio, Sergio Solórzano Sánchez intervino para que dejaran libres por lo menos a algunos de los trabajadores.

Más tarde, un operativo de miembros de la Policía Estatal lograron entrar por la fuerza, golpeando a los delincuentes líderes del motín, lo que ocasionó aún más violencia a la que se sumaron el resto de los presos que hasta ese momento no habían intercedido.

Como resultado, once reclusos fallecieron ese día en medio de fuego cruzado, varios más quedaron heridos. En ese mismo año, y derivado de esa ola de violencia, 35 reos fallecieron en diversas riñas, y tuvo lugar el despido de una veintena de directores y jefes de área por no poder pacificar el penal.

 

Las declaraciones de Jesús Lemus

El periodista autor de “Los Malditos” y “Los Malditos 2” ha dado testimonio de aterradoras historias que vivió dentro de Puente Grande.

“Todo el que ingresa a Puente Grande es torturado.” Declaró en entrevista con Reporte Índigo.

Dijo que al ingresar en esta cárcel, la tortura comienza cuando te esposan por la espalda para poder golpearte. Después pasas por una revisión corporal donde te examinan en cada una de las cavidades corporales, al mismo tiempo que sufres violencia psicológica que viene acompañada de gritos, golpes y ladridos de los perros que mantienen cerca de ti durante el procedimiento.

“Recuerdo que a la entrada a todos los presos a Puente Grande les hacen que hagan gárgaras con una sustancia que no sé qué sea, pero que te deja seca la boca. No hay salivación y eso te aumenta la sensación de ahogamiento.” Agregó.

Lemús aseguró haber permanecido desnudo en una celda de 2 por 3 metros, en un pasillo donde también estaban reos de alta peligrosidad, a quienes mantienen aislados y sin ningún objeto a la mano pues se cree son capaces de crear un instrumento letal a partir de cualquier cosa que se les proporcione.

“Las revisiones de la Comisión de los Derechos Humanos nunca pasan por ahí. No hay un visitador que entre y que vea.” Añadió, además de aclarar que las cámaras sólo funcionaban cuando una visita programaba de los Derechos Humanos se presentaba, entonces los reclusos eran vestidos y se les daban condiciones dignas hasta que la visita finalizara. Después se les volvía a desnudar.

Lemus relató que a la 1 o 2 de la mañana lo sacaban desnudo a realizar ejercicio, que consistía en darle dos vueltas a la cancha, pero al comenzar la caminata, le aventaban agua fría en la espalda con una manguera cuya presión lo derribó.

“En eso consistía “salir al patio”. Supuestamente era una terapia de reeducación.” Recordó.

“Se supone que Puente Grande es un centro Federal de readaptación social, pero en realidad es un centro de exterminio.", es la forma en que se expresa del lapso que se vio forzado a vivir ahí.

Por Redacción Digital Por Esto!

MF