El accidente de Chernóbil en Ucrania ha sido el peor desastre nuclear en la historia de la humanidad, pero hay un caso muy similar que sucedió en México y que trajo graves repercusiones a la salud de las y los mexicanos.
Corría el año de 1984 cuando una situación y crisis radioactiva generó el trabajo conjunto entre gobiernos de México y de Estados Unidos.
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Todo ocurrió cuando una máquina de radioterapia fue sacada de un hospital privado en Ciudad Juárez, este artefacto habría llegado a este lugar luego de que habría permanecido durante años guardado en el Centro Médico de Especialidades de esta ciudad.
La Comisión Nacional de Seguridad Nuclear debe ser informada siempre ante el manejo o compra de artefactos radioactivos, pero en esa ocasión no le fue notificada la compra, lo que comenzó el camino al desastre.
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La maquina fue sacada por un empleado del hospital para llevarla en su camioneta a un depósito de chatarra para su procesamiento, sin embargo la desarmó al momento de ingresarla a su vehículo, lo que provocó que perforara el centro radioactivo y esparciera gránulos de cobaldo-60.
La chatarrera El Yonke Fenix de Ciudad Juáres fue la que recibió el artefacto y procesó con un imán radioactivo, lo que salvó a los trabajadores de tener el contacto directo con el material, aunque fue fundido con diversas piezas de metal y vendidas como acero a diversas constructoras de la zona.
En enero de 1984 el Laboratorio Los Álamos, en Texas, reportó una anomalía en sus lecturas de radiación, por lo que procedieron a investigar y detectaron que este registro provenía de una calle cercana en la que se encontraba un camión cargado de tubos. Ante esta situación las autoridades de Texas informaron al Gobierno de México sobre esta lectura y dieron a conocer que la camioneta transportadora pertenecía a la empresa Aceros de Chihuahua.
Las investigaciones comenzaron en Ciudad Juárez y en todo Chiahuahua para detectar los lugares en los que se había usado este material contaminado, dando con la chatarrera en la que se había fundido y confirmando que todo el sitio se encontraba contaminado.
Luego de todas las investigaciones correspondientes se pudo determinar que un total de 4 mil personas fueron expuestas a este material radioactivo.
Un año después la CNSNS hizo contacto con las personas que recibieron la afectación directa y se les procedió con pruebas de sangre, médula ósea, espermas y cromosomas, sin embargo no se volvió a tener contacto con ellos así que se desconoce si es que aún quedan partículas en esa zona de Cobalto-60.
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