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Tras la matanza de Tlatelolco en 1968, el periodista independiente Mario Renato Menéndez Rodríguez enfrentó al sistema, lo exhibió tal cual, cruel y despiadado

El movimiento de 1968 es, sin duda, uno de los aconte cimientos más significativos del México contemporáneo y tam bién de los más dolorosos, pues muchos jóvenes, mujeres y niños cayeron abatidos a manos de la fuerza represora del Estado.

La matanza del 2 de octubre, los hechos sangrientos que la precedieron y la persecución que se derivó de ellos, exhibe de cuerpo completo a un sistema intolerante a la crítica, represivo y guiado por la reacción paranoide del presidente Gustavo Díaz Ordaz y su entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez.

Tlatelolco es sinónimo de una matanza gestada con la presencia de elementos enviados por el Gobierno con ametralladoras, armas de alto calibre que dejaron cientos de heridos, muchachos y transeúntes ensangrentados. Más doloroso aún, mujeres y niños fueron sacrificados, en un acto de genocidio que no se olvida.

La Plaza de las Tres Culturas, en la Ciudad de México, fue el sitio donde más de mil personas, jóvenes estudiantes en su inmensa mayoría, y no pocos de ellos acompañados por sus padres y hermanos, con niños en brazos inclusive, maestros, obreros y colonos identificados con las demandas justas, perdieron la vida en la operación de mayor perversidad en la historia del México contemporáneo.

El 68 despertó a la opinión pública, sin embargo, uno de los capítulos más negros de la historia de México pretendió ser callado, manipulado y distorsionado por la prensa de la época, sumisa y vendida al mandatario en turno.

El periodista Mario Renato Menéndez fue de los únicos en revelar la verdad sobre Tlatelolco

El periodista Mario Renato Menéndez fue de los únicos en revelar la verdad sobre Tlatelolco / Por Esto!

Entregados al poder y cooptados por las prebendas que recibían del Gobierno, los periódicos de la época se olvidaban el principio básico de informar con la verdad y se ponían del lado del gobernante. La historia de Tlatelolco nunca hubiera sido contada con la crueldad con la que ocurrió, de no haber sido por un periodista yucateco, combativo y capaz de romper con los silencios pactados entre la prensa y los gobernantes. Mario Renato Menéndez Rodríguez enfrentó al sistema, lo exhibió tal cual, cruel y despiadado.

El alto precio de no callar lo pagó con el encierro y el destierro que, a pesar de todo, no lo pudieron doblegar. Con una larga trayectoria con la pluma, Menéndez Rodríguez acumuló cientos de historias, plasmadas en textos periodísticos que son parte de la historia, pero ninguno como el de Tlatelolco.

Justo en octubre de 1968 ocurrió el pasaje más conocido de la carrera periodística de Mario Renato Menéndez: la cobertura extraordinaria que dio a la matanza.

on la valentía y la pluma, la revista Por Qué?, bajo la dirección de Menéndez Rodríguez, documentó, en imágenes y textos, la realidad del movimiento estudiantil, ocurrido en el marco de las pugnas por la sucesión presidencial de 1970.

La revista Por Qué? nació coincidentemente con la efervescencia del movimiento estudiantil y surgió por la iniciativa del periodista Mario Renato Menéndez, que exhibió a un sistema presidencial capaz de ordenar un asesinato colectivo en la plaza de Tlatelolco, cuando los ojos del mundo estaban sobre México, en la víspera de uno de los eventos históricamente más importantes: los Juegos Olímpicos de 1968.

Mediante las páginas de Por Qué?, su director fue incansable en exigirle explicaciones al sistema a través del periodismo que busca respuestas a las preguntas básicas: qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué.

“¡Esta es la verdad!”

Por Qué?, cuya primera edición data de febrero de 1968, representó un faro de luz en medio de la oscuridad y el silencio de quienes callaron ante la sangre derramada.

Menéndez Rodríguez rompió con los pactos de silencios, simulaciones y regalías de un sistema de dominación que provenía desde los mismos años de los gobiernos alternados entre los mismos grupos de poder que emergieron de la Revolución de 1910.

Un titular contundente, decenas de fotos sin censura y la oportunidad de una edición extraordinaria en la revista causaron la más grande polémica sobre la llamada Noche de Tlatelolco.

Como antítesis de la versión oficial, Mario Renato publicó ediciones especiales sobre la matanza del 2 de octubre de 1968, originada en una manifestación estudiantil, en la mayor acción de represión en el país.

¿Quién manda en México?”, lanzó desde la portada de uno de los números, un titular escandaloso para los gobernantes que intentaban cubrir la barbarie con la que fueron tratados los estudiantes de la UNAM, el Politécnico y otras escuelas.

La Noche del Mariscal o la Sinrazón del Régimen”, apuntó en otro encabezado. “Esta es ¡la verdad!”, dice otra de las portadas que preparó con una entrega de gráficas que escapaban a la mentira oficial. Militares golpeando a estudiantes, cuerpos sin vida de jóvenes… Como él decía: “Eran unos niños”. Todo eso lo proyectó al ojo público, mientras que él ya estaba en la mira del poder.

Los hechos en Tlatelolco se publicaron en medios de comunicación

Los hechos en Tlatelolco se publicaron en medios de comunicación / Por Esto!

Por qué?, el número extraordinario

“Tlatelolco! Horrenda matanza urdida por mentes enfermas”, se tituló el reportaje principal de un número extraordinario de la revista Por Qué? dedicado al 2 de octubre. La fotografía de un joven muerto cubría la portada de este número, que se complementaba en páginas interiores con imágenes de muchachos en la morgue.

Por Qué? colocó a los asesinados en el centro de la denuncia. Para rartifi car su compromiso con la verdad, en la primera página, la revista presentó una declaración de propósitos periodísticos: “Con el siguiente reportaje objetivo sobre lo ocurrido el miércoles 2 de octubre de 1968, Por Qué? cree cumplir, en la medida de su modestia, con una labor que debía ser de todos los que en México se llaman periodistas”.

De este modo, Por Qué? denunció la maldad y la falta de humanidad del ejército en el episodio del 2 de octubre, advirtió la existencia de un plan macabro y desmintió el principal argumento difundido por las autoridades para justificar el ataque: la existencia de francotiradores que dispararon contra los soldados del ejército mexicano.

En un histórico reportaje, Por Qué? presentó una versión única de los hechos, con la objetividad que da al periodista la independencia del poder, el testimonio y el uso de la fotografía como fuente.

QUE LA HISTORIA LOS JUZGUE”, anunció el subtítulo de este recuento del 2 de octubre, donde la revista acusó a la prensa de complicidad con la matanza.

Así lo escribió en sus páginas: “Resulta increíble la venalidad, la corrupción inmunda en que vive la llamada “gran prensa”.

Bien que los diarios oculten los robos al erario, la camada de millonarios que produce cada sexenio, los atracos de los caciques y la falsificación democrática en que vive México; pero a la hora que ocurre una agresión tan cobarde como la de Ciudad Tlatelolco, que enlutó a tantos hogares, informar con verdad e intentar siquiera una tibia defensa de las víctimas, si es que los compromisos económicos no permiten más, resulta deber insoslayable.

Hace mucho tiempo que la prensa, en México, desertó al cumplimiento de su misión; pero en un caso como éste se imponía abandonar la postura de rodillas y ponerse del lado de los injusta y cobardemente ametrallados. “Haciendo gala de su increíble desprecio al pueblo de México, la prensa diaria minimizó la matanza y tomó por buenas las declaraciones de Fernando M. Garza, director de prensa y relaciones públicas de la Presidencia de la República.

“A los responsables de la matanza de ciudad Tlatelolco los juzgará la Historia, la prensa mercenaria, que a cambio de prebendas económicas ha vuelto la espalda al pueblo, tampoco escapará al juicio histórico.

Y no nos referimos a caballerangos convertidos en periodistas encadenados, que esos ya están juzgados y condenados desde ahora, sino a los que se llaman capitanes de la prensa, los que creen lucir títulos de profesionales de la pluma y están manchándose con el estigma de esta conspiración de silencio en torno a un crimen de lesa patria”.

Tlatelolco es un hecho histórico que dejó huella en México

Tlatelolco es un hecho histórico que dejó huella en México / Por Esto!

Preso político

Llegó el año de 1970 y desde la revista semanal, el Director de Por Qué? lanzaba las preguntas a Díaz Ordaz y a Luis Echeverría.

La crisis del papel, ordenada por el régimen, cada vez fe peor y, sobre todo, parecía no tener fi n, al menos hasta que acabara con la revista mordaz en sus contenidos.

“En contra de todo lo que se diga o que pueda decir respecto a que en México sí existe libertad de prensa, queremos dejar constancia permanente ante la opinión pública nacional y mundial de que el Gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, desde marzo del presente año, ordenó al monopolio oficial denominado Productora e Importadora de Papel, S. A. (PIPSA)... suspenderle a esta Revista Independiente la dotación mensual de papel que tenía de 60 toneladas, como medida represiva para matar a Por Qué?”, se advirtió en una de las ediciones.

En 1970, Mario Renato Menéndez daba voz a Genaro Vázquez, un maestro egresado de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa de Guerrero, quien después de estar dos veces en prisión, reagrupó a un contingente armado para integrar la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria. La respuesta del Gobierno de México para controlar este brote fue la llamada Guerra Sucia.

Menéndez Rodríguez, irremediablemente, se vio inmerso en ella, sin desearlo. Tres bombazos, uno en la revista Por Qué?, otro en el periódico Excelsior y el último en la sede del Partido Acción Nacional pusieron en la discusión noticiosa la palabra “terrorismo”. Desde la páginas de su revista, Menéndez Rodríguez evidenció la falta de pruebas en las hipótesis de la autoridad.

Con dos testimoniales vagos, de dos yucatecos por cierto, Mario Renato fue acusado de ser autor intelectual de uno de los atentados: el del PAN. Secuestrado por agentes de la Dirección Federal de Seguridad, quienes a punta de pistola y golpes lo sacaron del automóvil en el que viajaba junto a un funcionario y dos empleados de la revista Por Qué?, el jueves 12 de febrero de 1970, a las 17:30 horas, comenzó un nuevo calvario para el periodista independiente Mario Renato Menéndez Rodríguez.

El 26 de febrero de 1970, el Juez Primero de Distrito en materia Penal, Eduardo Ferrer MacGregor, dictó el auto de formal prisión al periodista por los delitos de conspiración, asociación delictuosa, fabricar bombas, daño en propiedad ajena y lesiones en grado de tentativa.

El abogado José Rojo Coronado, defensor del director de Por qué?, se inconformó con la decisión del Juez Ferrer MacGregor y apeló. Días más tarde tuvo que pedir asilo a la embajada de Chile. La Procuraduría General de la República formuló las acusaciones contra Menéndez Rodríguez en la partida 52/70.

De esta forma, concluía este proceso penal con un largo acoso al periodista y a su revista, boicoteada por la falta de papel y la quema de unos 50 mil ejemplares de su tiro de 150 mil. Por Qué? califi có esa represión como “infame venganza contra nuestro director”.

El sistema fue implacable con quien contó la verdad en la Noche de Tlatelolco, y los talleres de Por Qué? fueron destruidos en un ataque el 8 de septiembre de 1974 ordenado por el gobierno del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez.

También fueron secuestrados y torturados Roger y Hernán Menéndez Rodríguez, hermanos del Director General de la revista. Al director de Por Qué?, el sistema le decretó el encierro por romper las reglas no escritas del control de la prensa, de la simulación de un sistema que se ufanaba por un lado de las libertades públicas y por el otro castigaba, perseguía a los movimientos cívicos sociales como la Asociación Cívica Revolucionaria de Genaro Vázquez en Guerrero.

La guerrilla de ese movimiento exigió la libertad del incansable periodista en 1971, con el secuestro de Jaime Castrejón Díez, rector de la Universidad Autónoma de Guerrero. Debía ser liberado junto con otros ocho que, como él, eran presos políticos.

El exilio

Tras dos años de encierro en el Palacio Negro de Lecumberri, pero sin recibir condena, Mario Renato Menéndez obtuvo su liberación en 1971 para salir de inmediato, el 30 de noviembre, hacia Cuba, donde recibió asilo político.

Por 10 años permaneció en el exilio, con un nuevo rumbo pero con los ideales intactos. Así, pagó el precio de haber contado la historia sin censura de lo que ocurrió el 2 de octubre en Tlatelolco.

Fue justo en Ciudad Universitaria, ante maestros y estudiantes de la UNAM, donde Menéndez Rodríguez plasmó lo que fue una directriz de vida: “Sin prensa libre, la vida mexicana no sería constitucional; sin libertad de cátedra, de reunión, de expresión, no sería posible la vida para nosotros los herederos, quiérase o no, de la Revolución Mexicana”.

Iniciado en el periodismo a los 20 años, Menéndez Rodríguez, quien falleció el pasado 15 de abril, ejerció la noble profesión de informar con una sólida conciencia social y con el mismo ímpetu a lo largo de 66 años. Se ganó a pulso el ser considerado como el más completo periodista mexicano de la segunda mitad del siglo XX.

Siempre le distinguió su carácter íntegro y comprometido con un periodismo independiente, con la libre expresión y con una patria justa para todos. Su conciencia social se forjó a lo largo de años de una brega periodística que lo llevó a recorrer las montañas y las selvas de Latinoamérica.

El abrir las páginas de Por Qué? al asesinato del 2 de octubre de 1968, el darle voz a los movimientos guerrilleros que operaban en Guerrero, a la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria del profesor Genaro Vázquez Rojas y al Partido de los Pobres, encabezado por Lucio Cabañas, son apenas botones de muestra del trabajo y línea de congruencia del periodista Mario Renato Menéndez, cuyo ideario se ve refl ejado hoy día en las ediciones de Por Esto!

A 56 años del 2 de octubre de Tlatelolco, las publicaciones de Por Qué? son referencia obligada en la historia de aquel capítulo que marcó no solo la vida cientos de personas y sus familias, sino la de un periodista yucateco que dejó como legado la defensa inquebrantable de la verdad y de las libertades de expresión, acción y pensamiento.

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