
Este 23 de marzo se cumplen 31 años del trágico asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien fuera candidato a la presidencia de México por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1994. Su muerte, ocurrida en un mitin en Lomas Taurinas, Tijuana, marcó un antes y un después en la historia política del país, dejando una herida abierta y un legado que aún resuena en la memoria colectiva de los mexicanos.
Colosio, originario de Magdalena de Kino, Sonora, era visto como un político con una visión renovadora y un discurso que conectaba con las necesidades de la población. Su célebre frase, "Veo un México con hambre y sed de justicia", pronunciada en su discurso del 6 de marzo de 1994, se convirtió en un símbolo de su compromiso con los sectores más vulnerables del país.
El atentado que acabó con su vida ocurrió en un contexto de gran tensión política y social. Aquel día, mientras saludaba a simpatizantes en un evento de campaña, un disparo terminó con su vida, dejando al país en estado de shock. Las investigaciones oficiales señalaron a Mario Aburto Martínez como el autor material del crimen, aunque hasta la fecha persisten dudas y teorías sobre lo ocurrido, alimentando el misterio y la controversia.

Más de tres décadas de su partida
El nombre de Luis Donaldo Colosio sigue siendo recordado como un símbolo de esperanza y cambio. Su legado ha trascendido generaciones, y su figura continúa siendo motivo de reflexión sobre el rumbo político de México. En su honor, calles, plazas y monumentos llevan su nombre, y su historia sigue siendo un recordatorio de los desafíos que enfrenta la democracia en el país.
Hoy, al cumplirse 31 años de su muerte, México recuerda a Colosio no solo como un político, sino como un hombre que soñó con un país más justo y equitativo. Su ausencia sigue siendo una herida, pero también una inspiración para quienes buscan construir un mejor futuro para la nación.