Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública de México, se encuentra en una situación crítica. Tras ser encontrado culpable en febrero de 2023 de cargos de narcotráfico y corrupción, espera su sentencia en una corte de Nueva York, donde podría ser condenado a cadena perpetua.
Sin embargo, su juicio ha revelado más que solo sus presuntos delitos; también ha sacado a la luz detalles de su personalidad y algunos apodos que, según fuentes, no soportaba: "El Metralleta" y "El Tartamudo". Estos sobrenombres, que surgieron en referencia a su manera de hablar, ganaron notoriedad en algunos de sus círculos más cercanos.
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Genaro García Luna: Del poder a la cárcel
Genaro García Luna fue una figura prominente en la administración del presidente Felipe Calderón, donde se le encomendó el liderazgo de la lucha contra el narcotráfico en México entre 2006 y 2012. En diciembre de 2019, fue detenido en Dallas, Texas, y trasladado a Nueva York, donde enfrenta cargos de colaboración con el Cártel de Sinaloa. Los fiscales han acusado a García Luna de recibir millonarios sobornos a cambio de protección y ayuda para facilitar el tráfico de drogas a gran escala.
El juicio contra García Luna ha desenterrado diversos testimonios de personajes que lo vinculan con la delincuencia organizada. Entre estos testimonios destaca el de Israel Ávila, quien trabajó como contador para el cártel de los Beltrán Leyva, uno de los grupos criminales más importantes de México.
Ávila declaró que García Luna era conocido en ciertos círculos del narcotráfico con los apodos de "El Metralleta" y "El Tartamudo", ambos sobrenombres relacionados con su forma de hablar, una característica que aparentemente se convirtió en un punto de burla entre sus allegados.
Sobrenombres y vínculos con el narcotráfico
Durante las audiencias, Ávila explicó que nunca vio el nombre real de García Luna en los documentos de sobornos, pero sí observó que "El Metralleta" y "El Tartamudo" aparecían en relación con pagos de protección. Aunque estos apodos eran conocidos, Ávila afirmó que no tenía pruebas físicas que relacionaran directamente a García Luna con estos alias.
Las autoridades de Estados Unidos sostienen que García Luna facilitó operaciones del Cártel de Sinaloa durante su tiempo en el gobierno, brindando cobertura y pasando información clave para evitar la captura de líderes como Joaquín "El Chapo" Guzmán.
El testimonio de Ávila también reveló que miembros del cártel llegaron a pagar $500 mil dólares a la Policía Federal para que liberaran a familiares de un narcotraficante después de un cateo.
La defensa y los argumentos del juicio
Los abogados de García Luna, por su parte, han insistido en que las acusaciones son solo testimonios de criminales en busca de reducir sus penas y que no existen pruebas físicas concluyentes contra su cliente. Argumentan que el proceso judicial ha sido impulsado por declaraciones que carecen de sustento tangible.
No obstante, el tribunal ha escuchado testimonios de colaboradores cercanos al narcotráfico y exfuncionarios que describen a García Luna como una figura fundamental en la corrupción y el crimen organizado. Además de Ávila, otros testigos han mencionado la relación entre García Luna y grandes capos de México y Colombia, quienes calificaban su relación con él como "maravillosa" debido a la cooperación que brindaba.
Los días finales del juicio
A tan solo unas horas de conocer su sentencia, García Luna envió una carta al juez Brian Cogan, solicitando clemencia y la oportunidad de regresar con su familia. A pesar de sus palabras, la Fiscalía de Estados Unidos ha solicitado una pena de cadena perpetua, argumentando la gravedad de sus crímenes y el daño causado por su traición a la confianza pública.
El juez Cogan tiene la tarea de evaluar las pruebas y decidir si García Luna pasará el resto de su vida en prisión. Mientras tanto, el proceso ha permitido conocer detalles personales del exsecretario que pintan una imagen diferente a la que presentó durante su carrera pública.
El caso de Genaro García Luna representa un momento clave en la historia de México y Estados Unidos, donde la lucha contra el narcotráfico ha mostrado ser un tema profundamente complejo, lleno de traiciones y alianzas insospechadas.
Los apodos de "El Metralleta" y "El Tartamudo" solo añaden otra capa a la percepción pública de un personaje que pasó de ser un símbolo de la guerra contra el narcotráfico a uno de sus principales acusados.
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