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Opinión

De rebaños, lobos y maleza encubridora

Jorge Lara Rivera “Juguemos en el bosque mientras el lobo no está./ Si espera hasta la noche a nadie encontrará./ Lobo, ¿estás ahí?”, dice con inocente candidez la conocida canción de ronda infantil. Un perturbador informe dado a conocer este miércoles 21 por la titular del Ministerio para la Infancia en la República de Irlanda, Katherine Zappone, ha dejado entrever al mundo las inopinadas ramificaciones del abuso contra menores institucionalizado del clero y las graves consecuencias que la impunidad por impasibilidad y encubrimiento de la Iglesia pueden generar.

Los datos preliminares de aquél indican que 71 integrantes –aún hoy– de la organización Ireland Scouts abusaron sexualmente de 108 menores entre las décadas de 1960 y 1980. El asunto bien puede remitir por lo grotesco a las caricaturas de ‘Lambert, el león cordero’ y la historia de ‘Patitas blancas’ sobre la ovejita desconfiada, pues revela la calidad leonina de quienes se supone cuidan al rebaño, en especial de las ovejas más jóvenes –candorosas e ingenuas–, así como las sombras ominosas que envuelven hoy la ropa talar de los sacerdotes y monjas por la desnaturalización de su misión curaturial.

Son de antiguo conocidos e innegables los vínculos entre la Iglesia Católica y el movimiento escultista, y sus tareas conjuntas al servicio de la sociedad, muchísimas veces encomiables. Pero estos datos se conocen luego de las teatrales mas tardías peticiones de perdón por las iglesias polaca y española a causa de los múltiples casos de pederastia perpetrados con impunidad en sus diócesis, iglesias, seminarios, conventos, orfanatos y escuelas, mientras la jerarquía eclesiástica “miraba a otro lado” o los ocultaba tras un manto de silencio cómplice.

Poco contribuye a aminorar tan grande desprestigio, al alimentar sospechas de faltas a la castidad de sus clérigos, el escándalo por el hallazgo el 29 de octubre en la Nunciatura del Estado Vaticano ante Italia, en el barrio romano de Parioli –considerado por su estatus diplomático territorio de la Santa Sede– de una osamenta que puede ser la de Emanuela Orlandi y huesos de mujer que bien podrían pertenecer a Mirella Gregori, adolescentes de 15 años desaparecidas en circunstancias misteriosas en 1983 (¡hace 35 años!), un hecho que revive el viejo misterio sin resolver (el cual salpicó a la Santa Sede, a los servicios secretos del gobierno italiano, a la Mafia y a la Logia P2), y que trasmina, además, un tufo misógino, pederasta y feminicida.

A cuento vienen el pronunciamiento del sínodo de obispos del Vaticano en el sentido de que los crímenes de pederastia no prescribirán; y el relevo en el mando de la conferencia del Episcopado Mexicano, que ahora preside Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey, cuando el desprestigio del llamado ‘emérito’ Norberto Rivera Carrera (encubridor de Marcial Maciel y Alvaro Corcuera, y de otros curas pederastas), tan cercano a la oligarquía, es inocultable y erosiona la credibilidad de la institución.

Por cierto, la prensa conservadora ha mostrado nerviosismo por saber la orientación de la nueva dirigencia religiosa, a pesar de que fue impulsada por el grupo antiabortista que recién lideró esa organización episcopal (a través de José Francisco Robles Ortega).

Y es que también es de sobra conocida la alianza entre el clero, los banqueros y las cúpulas empresariales conservadoras como fuerzas retardatarias del desarrollo social, por más que los indicadores macroeconómicos hablen de crecimiento y productividad. Que hoy el Consejo Coordinador Empresarial y la Confederación de Cámaras Industriales tengan opiniones divergentes acerca de amnistiar a los corruptos del pasado anterior al próximo 1 de diciembre, no basta para desmentir el aserto. Ni tampoco que las cámaras empresariales y de comercio estén de acuerdo en aumentar de 86 a 112 pesos el salario mínimo para que la clase trabajadora alcance la línea mínima de bienestar.

Peligroso caer en la ingenuidad de creer en el vegetarianismo de las fieras carniceras.

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