Por Cristóbal León Campos
La complejidad de la realidad actual, las coyunturas que vivimos y la continuidad del largo ciclo del capitalismo en México, hacen necesaria la búsqueda de nuevas formas de interpretar el acontecer diario, las estructuras económicas y políticas revestidas de nuevas formas pero con el sentido original, urgen al pensamiento crítico a tomar partido en las discusiones suscitadas en torno a las transformaciones y continuidades evidentes que el nuevo periodo histórico ha abierto, lo que hoy acontece se suma a la larga duración de la vida en el país, lo que hoy se pretende cambiar rompe con tradiciones sujetas a cotos de poder y viejas formas de hacer y pensar la política, sin que esto signifique el fin del sistema o el inicio de uno diferente; estamos ante sucesos inéditos cuya raíz hay que extraer y, al mismo tiempo, suplantar por una propia que se enraíce en el corazón de las necesidades de los oprimidos y marginados.
Analizar lo que acontece para comprenderlo es un primer paso de compromiso intelectual, proponiendo otras maneras de entender esa realidad y de construirla a partir de la raíz nuestra de saberes autóctonos, necesidades y conocimientos histórico-culturales, que reivindiquen la diversidad cultural desde su matriz, rompiendo con el orden prevaleciente de dominación entre capital-explotación y enajenación-inhumanidad, para dar paso a un orden humano basado en la distribución social de la riqueza, el respeto a las diferentes realidades culturales y la eliminación de las diferencias de clase, un mundo sin explotadores ni explotados. La raíz del pensamiento debe ser la nuestra, la que se ha forjado desde el pasado milenario de los pueblos originales de Nuestra América y nutrido con los deseos de independencia, autodeterminación y autonomía que surgieron a partir de los procesos de emancipación de la dominación colonial e imperialista, nuestro ser latinoamericano enriquecido en su actuar con las aportaciones del pensamiento crítico social como el marxismo, conservando el espíritu fundacional de nuestras naciones pero erradicando las divisiones impuestas por las fronteras y las nacionalidades.
La raíz del alma de Nuestra América ha clamado por siglos a favor de la unidad, la integración, la independencia y la autodeterminación de las naciones que la componen, el rumbo que hoy tomen nuestros países como México, será determinante para los años venideros de lucha contra las fuerzas del fascismo que avanza sigiloso por las zonas afligidas del continente; el hoy es determinante no sólo por el futuro venidero, sino por el signo de los errores del pasado que se arrastran como grilletes, e impiden el avance pleno de la esperanza, del ayer que hay que extraer las lecciones evidentes, es imperante profundizar las transformaciones y aplacar los deseos de la muerte, o nuevas tormentas surcarán los cielos desamparando a millones de seres humanos, el desafío es el mismo, los perfiles de los gladiadores se han configurado como mitos y como farsas, nuestra raíz será realidad en cuanto hagamos de ella la virtud serena de nuestras almas pujantes por otra realidad.
La necesidad es virtud cuando favorece al cambio, del flagelo las mujeres y hombres de nuestra historia latinoamericana han hecho el motor de sus anhelos, erradicar aquello que lacera al ser humano exhorta a la palabra a volverse acción, la praxis del saber como fundamento de lo nuevo, el devenir de nuestros pueblos está en la conciencia de sus poblaciones, despertar del largo sueño embrutecedor al que se nos ha sometido, construir una nueva educación, un nuevo pensamiento que tome lo esencial y haga de lo mejor de nuestro pasado enseñanza y de lo peor aprendizaje, las contradicciones son el atributo dialéctico de lo concreto de nuestros espíritus como de nuestras conciencias, tirar para abajo todo aquello que se ha impuesto para levantar la plenitud del origen y de la actualidad de esa nuestra raíz, el alma de Nuestra América ha de surcar más alto que el águila y las conjeturas del saber occidental.
Una nueva patria necesita de una nueva realidad continental, mirar a nuestra historia para encontrarnos en el conjunto de las naciones hermanas, en el origen común y en las necesidades compartidas, en la urgencia de la transformación como de la confrontación ante todo aquello que siga impidiendo el bienestar de los pueblos, el pensamiento crítico al servicio de las necesidades sociales, no como evangelio, más bien como el inicio del largo camino de concientización y de renovación nacional, latinoamericana, universal y humana, la república de los oprimidos debe suplantar a las repúblicas de la opresión en que hemos vivido, la transformación está en nuestra participación consciente y comprometida con las necesidades de nuestros pueblos: La raíz tendrá que ser nuestra.
Integrante del Colectivo Disyuntivas