Joed Amílcar Peña Alcocer*
Hace unos días el noticiero Despierta de la cadena Televisa realizó una mesa de debate sobre Andrés Manuel López Obrador y la libertad de expresión. Los invitados fueron el analista Hernán Gómez y los periodistas Rafael Pérez Gay y Héctor de Mauleón.
Este ejercicio de debate es un síntoma más del momento nacional. El triunfo de López Obrador fue un duro golpe a la credibilidad de los principales medios de comunicación, muchos de ellos acostumbrados a recibir altas sumas de dinero a modo de pago por publicidad. Para poner un ejemplo, dos de ellos son El Universal y Nexos, un periódico y una revista. El periódico ha recibido más de 900 millones de pesos y la revista más de 15 millones, sumas que provenían de las arcas públicas y que bien pueden orientar directa o indirectamente una línea editorial. ¿Quiénes son algunos autores destacados de estas publicaciones? Rafael Pérez Gay y Héctor de Mauleón.
Estos antecedentes pueden ayudar a comprender la postura de algunos comunicadores ante el cambio sexenal. Pérez Gay y Héctor de Mauleón consideran que la libertad de expresión está en riesgo inminente, ven una catástrofe en puerta. Sus opiniones no tienen mayor argumento que su visible animadversión en contra del presidente electo, no pueden presentar hechos concretos que den sustento a sus aseveraciones. Cuando Andrés Manuel López Obrador fue jefe de gobierno del Distrito Federal no ejerció censura o coerción en contra de la prensa, entonces, ¿cuáles son sus argumentos?
Un ejemplo del prejuicio como argumento es la columna de Héctor de Mauleón titulada “AMLO y la prensa inmunda”. En ella presenta un listado de algunas expresiones despectivas de López Obrador sobre la prensa, calificativos lamentables, pero ninguno de ellos supone censura y mucho menos es una directriz de política pública, pero De Mauleón así lo entiende.
Durante el debate televisivo a que he hecho referencia, Hernán Gómez expuso de manera clara el proceso de cambio que estamos viviendo. Su postura: una parte de los medios, incluidos sus comentaristas, no están comprendiendo cabalmente nuestra realidad pos-electoral. Esta falta de comprensión, me atrevo a decir, es intencional.
Rafael Pérez Gay y Héctor de Mauleón son periodistas ampliamente reconocidos, eso no ha evitado que varios de sus artículos “críticos” sobre el presidente electo se basen en conjeturas apresuradas, análisis ligeros y situaciones descontextualizadas.
El reacomodo de los poderes mediáticos incluye un esfuerzo por hacer y difundir el uso de conceptos muy específicos. Los comentócratas mexicanos han abusado del término populista para caracterizar al gobierno venidero, pero no se han preocupado por calificar al régimen actual y a sus predecesores como oligárquicos o tecnócratas. Se elige bien y convenientemente qué adjetivar.
Ahora tratan de vendernos su nueva idea: toda crítica a los medios es un indicador del fin de la libertad de expresión. Una jugada astuta que intenta defender su ejercicio periodístico sesgado y falto de argumentos. Ya no son tan creíbles, pareciera que tienen la piel delicada que tanto le critican a Andrés Manuel López Obrador.
Los líderes de opinión radicados en el centro del país deben hacer un esfuerzo por comprender el cambio que se vive, pero sobre todo saber que ellos no son la opinión de todo México. Se han visto favorecidos por un ejercicio asimétrico del periodismo nacional que privilegia a la Ciudad de México por encima de otras regiones del país. El centralismo de los medios de comunicación es tanto que los periódicos de circulación nacional entienden que dar “noticias nacionales” es hablar de la Ciudad de México y sus alrededores. Esto ha creado una red de periodistas que se premian entre sí, que acaparan los principales espacios noticiosos y diluyen la opinión que se genera en otros puntos de la geografía nacional. Parece ser que quitarles el monopolio de la opinión pública y cuestionar con argumentos su actuación es atentar contra la libertad de expresión.
Se necesita una prensa más plural, donde haya una verdadera representación de la opinión pública del Norte, del centro y del Sur mexicano. Mientras eso no suceda la libertad de expresión será entendida como la comodidad de unos cuantos y no como el derecho de todos.
*Integrante del Colectivo Disyuntivas