Opinión

Caminar entre llamas

Jorge Lara Rivera

Con independencia de las disputas económicas que libran Estados Unidos, China y Europa, en el teatro de operaciones geoestratégicas, de combate real en que el territorio sirio se ha convertido, por su guerra civil, con la injerencia de intereses ajenos de potencias extranjeras –regionales (Irán, Turquía, Arabia Saudita) y mundiales (Rusia, Europa Occidental y EEUU)– y zonas adyacentes recientes acciones potencialmente incendiarias para el polvorín que el Cercano Oriente es desde hace muchos años se han incrementado por estos días.

Sus consecuencias ponen al descubierto las complejas redes de alianzas actuantes allí, así como la telaraña de intereses, contradicciones e insólitos entendimientos que agravan la crisis y mantienen el status quo sin solución y atrapada a la población civil. Además de interferir en la retirada de tropas turcas presentes en Siria a la cual respalda Irán (receloso de Rusia pero con quien ha abierto el diálogo) en cuya guerra civil enfrenta la intervención de países europeos y de Occidente, Israel y Arabia Saudita desde 2011, sobre todo cuando la escalada de retórica belicista entre Estados Unidos e Irán pone en vilo los mercados internacionales del crudo, el derribamiento por error sirio de un avión militar ruso Il-20 ruso en septiembre 17, inducido al parecer por la aviación israelí ha dado pie a medidas que podrían alterar el equilibrio de fuerzas presentes en la zona.

Así, de acuerdo con declaraciones del ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, Moscú suministrará a Siria en 2 semanas a más tardar un sistema misilístico antiaéreo S-300, capaz de rechazar ataques con cazas Stealth, helicópteros, bombarderos y misiles balísticos, desde más de 250 kilómetros –interceptando ataques aéreos como el lanzado por Israel al Noroeste de ese país– atacando al mismo tiempo objetivos varios; como represalia por el incidente del cual Rusia culpa a Israel por “falta de profesionalismo” y “negligencia criminal” de pilotos israelíes en términos del general Igor Konashenkov, vocero del ministerio. A esto se suma el inusitado atentado perpetrado en Ahvaz durante un desfile militar de la temida Guardia Revolucionaria, sostén de la feroz teocracia iraní, que costó la vida a 29 personas (entre ellos 8 ó 10 guardias) y dejó más de 60 heridos, el cual fuentes gubernamentales atribuyeron a “separatistas árabes” apoyados por un país árabe anónimo (que pudiera ser Arabia Saudita, los Emiratos Arabes Unidos o Bahrein) aliado de Estados Unidos al cual han culpado líderes iraníes, entre ellos el presidente Hassan Rouhani. Se trata del peor ataque recibido en más de una década e indica el malestar creciente generado por la intransigencia del gobierno persa.