Opinión

Libre e Ilegal portación de armas

José Luis Sánchez González

Para nadie es desconocido el clima de violencia intensa que México, en general, vive desde hace poco más de una década. En nuestro Estado de alguna manera se ha logrado establecer un círculo de seguridad que no ha permitido que ingresen las células violentas que pululan cerca de Yucatán. Sin embargo, ese cerco tendido por nuestras autoridades requiere de un inmediato reforzamiento y de una mayor promoción social que evite que Yucatán se convierta en un esclavo más de la narco-delincuencia.

Con pena y temor hemos visto en las notas policíacas de los últimos días, hechos de violencia en donde las armas se han convertido en el actor principal de las mismas.

La nota de la semana pasada se la llevó el hecho delictivo cometido en las puertas de un antro donde alguien, después de discutir con otra persona un asunto de faldas, según las notas periodísticas, sacó de entre sus ropas un arma de fuego e hizo varias detonaciones. Sólo unos días después, de nueva cuenta vemos otro hecho violento donde también sale a relucir un arma de fuego que logró cobrar la vida de un hombre.

Sabemos que Yucatán está en un período de transición gubernamental donde el próximo gobernador que habrá de entrar en funciones pertenece a un ordenamiento político distinto del que ya está de salida. Pero esto no debe de significar que la seguridad de los yucatecos se encuentre en peligro.

Cuando con anterioridad se gestó en nuestro terruño un hecho similar (2001-2007), los yucatecos vivimos en esos años una gran incertidumbre al haberse dado en ese período un acelerado incremento de la violencia, sobre todo en Mérida. Se dijo entonces que células delictivas habían entrado a esta plaza, mismas que al parecer pretendieron sembrar pánico a la gobernadora entrante (2007) con aquel episodio de los descabezados, pero se logró sujetar de nuevo la seguridad y de ahí para acá, los actos de violencia que se han cometido, aunque algunos dolorosos, son nada en comparación a la violencia sembrada en otros lugares.

No sabemos en realidad en manos de quién va a quedar la seguridad de las familias yucatecas en la administración que iniciará en unas horas más, tampoco sabemos qué tan comprometido con los yucatecos estará el próximo gobernador, pero lo que sí sabemos es que lo que vivimos en el inicio de este siglo, no debe de volverse a repetir.

Urgen medidas estratégicas inmediatas que mantengan el cerco de seguridad que hasta ahora ha dado buenos resultados.

El gobernador entrante debe presentar inmediatamente a su toma de protesta, iniciativas de ley, decretos y lo que sea necesario para que el cambio de administración no sea pretexto para que la violencia se desate en nuestro medio.

Es realmente alarmante ver cómo ahora están circulando impunemente armas de fuego en nuestra tierra y sobre ello debe de trabajarse de inmediato, sea quien sea el encargado de nuestra seguridad.

Los antros deben estar obligados a revisar a sus parroquianos en la entrada con detectores de metal a efecto de que no ingresen a esos centros de vicio armas que seguramente estarán en manos de potenciales homicidas.

Yucatán ya no es el mismo que hace veinte años y ya no será igual en los próximos seis años, ténganlo por seguro.

Pero mientras estos procesos se desarrollan, las autoridades están obligadas a llevar al cabo las acciones necesarias a efecto de evitar que nuestro Estado, hoy aclamado por su clima de seguridad, se convierta en un infierno más dentro de nuestro país.

Que quede claro, el nuevo gobierno recibe un Estado donde los yucatecos aún podemos caminar, hablar y actuar sana y libremente. Es su obligación entregar a su relevo, un Estado en igualdad de circunstancias o mejores aún. Dependerá de su habilidad, talento y compromiso con la tierra que le dio la oportunidad de realizarse políticamente.