Opinión

María Teresa Jardí

Para que se pueda llamar a alguien juez, sintiendo que es un orgullo que lo sea –en mi familia lo es una prima y pongo las manos al fuego por ella–, es necesaria una vocación encaminada a poner por encima de todo a la justicia, además de llenar otras dos premisas: tener ética y haber elegido como opción de vida esa carrera no exenta de reveses y muchas veces mal comprendida por la parte no beneficiada tratándose de jueces penales o por el padre o la madre tratándose de familiares o por el patrón o por el obrero tratándose de laborales y por el dueño de la hacienda, quien ha despojado a los reales poseedores cuando de jueces canallas se trata, los que aumentan conforme pasa el tiempo: obedientes y obsecuentes, adictos al dinero, sometidos a los que mandan, que son siempre los que tienen dinero, jueces fascistas, pagados de sí, esperpentos enterradores de la justicia, los hubo a lo largo del franquismo y los ha habido en México alcanzando a la antaño Suprema Corte de Justicia de la Nación Mexicana con el golpe de Estado propiciado por Ernesto Zedillo para hacerse con una Corte a modo del capitalismo, cada vez más salvaje, impulsado en México como neoliberalismo.

En Atenco asesinaron a Alexis Benhumea y a un niño de 14 años. Imperdonable crimen. Violó la policía a las mujeres que ahí se encontraban, entre ellas algunas extranjeras. Imperdonable crimen. Deshizo familias. Imperdonable crimen. Como será imperdonable que a Medina Mora no se le juzgue impartiendo justicia. ¿Que no es el único implicado? No. Otros hasta son secretarios de Estado de la 4a transformación, todavía no queda claro si del PRI que ahora anida en MORENA, o si se logra encaminar a serlo del cambio del sistema de muerte a uno donde todos tengamos cabida. El enemigo es el capitalismo y se está tardando mucho AMLO en entenderlo.

Entre los impresentables los hay cínicos y fascistas y desde luego Medina Mora se encuentra entre ellos y es claro que la investigación en curso, como la de Rosario Robles y la de Lozoya Austin, llega a Peña.

Más temprano que tarde todo se sabe y todo se escribe, como le debe estar quedando claro al ex ministro de una Corte que necesita una cirugía mayor para volver a ser una digna representante del Poder Judicial controlador del Poder Ejecutivo. Independiente del Ejecutivo y del Legislativo y no dependiente impartidor de injusticia a modo de los que le pagan y mandan o de los que lo compran y también lo mandan.

A un catalán lo operan de los testículos, en tanto otro pierde un ojo, informa la prensa del mundo, reprimidos con balas de goma tiradas por la policía española sobre manifestantes que en contra de la inmoral sentencia contra los presos políticos dictaran impresentables jueces al servicio de la Corona en España. Sentencia plagada de contradicciones que deja tocado a un Poder Judicial que ya lo estaba desde que se corriera del mismo al juez Baltazar Garzón por haber osado destapar el caso Gürtel que llegaba a la corrupta Corona.

¿Les suena lo de dejar ciego, afectar testículos o dejar en coma permanente a una persona? Pues, sí, casi lo mismo que sucedió aquí el día de la toma de posesión del vendido como producto televisivo, reprimiendo a estudiantes y a teatreros al alimón la policía del DF y la federal contando ambas ese día también con Manuel Mondragón y Kalb, otro imperdonable saltimbanqui.

Represión al pueblo catalán, que el mundo contempla con azoro, que en contra de la sentencia se manifiesta de nuevo en las calles contra la estulticia del Estado español. Represión a estudiantes y teatreros que protestaban por la imposición del producto que a lo largo de seis años se dedicó a robar y a favorecer a sus compinches igual de delincuentes que Peña Nieto, al que tiene que llegar la justicia si se trata de cambio a otra cosa.

Lo imperdonable no tiene perdón y no es bondad el borrón y cuenta nueva cuando del primer escalón de arriba de la escalera se trata.