Por Cristóbal León Campos
La fuerza de la movilización quedó manifiesta, la heroicidad de indígenas, proletarios, campesinos, estudiantes (hombres y mujeres) se demostró con el arrojo que pusieron para enfrentar la brutal represión ejercida por el ejército y la policía ecuatoriana, la toma de ciudades y la organización mostrada con orden en sus acciones da lugar a la conjetura de una posible organización mucho más profunda fundamentada en el estudio de las estructuras del sistema capitalista, su naturaleza y su rostro real, un proyecto político nutriría a las masas insurrectas de elementos ideológicos y políticos para la generación de propuestas y alternativas para la construcción de una nueva sociedad, el socialismo indoamericano tiene vigencia en esas mismas expresiones comunales, comunitarias y sociales que se pudieron observar durante los días de movilización. Los límites ideológicos también quedaron a plena luz, del deseo inicial que dio origen a la protesta, únicamente se alcanzó con la negociación el replanteamiento del precio de la gasolina, dejándose pendientes las demás modificaciones antipopulares que contenía el decreto 883, la celebración de la victoria pudiera nublar la vista ante el hecho de que el paquetazo neoliberal aún ronda la política del gobierno de Lenín Moreno y que el Fondo Monetario Internacional (FMI) únicamente esperará estratégicamente un tiempo para regresar a la carga reclamando el cumplimiento de lo impuesto al gobierno ecuatoriano. La desmovilización favorece al reacomodo de fuerzas burguesas-oligarcas que operan para restablecer su poder pleno luego de los días de lucha en las calles ecuatorianas.
La dirigencia de la CONAIE, de una forma u otra, silencia el hecho de que sus propias demandas iniciales quedaran incumplidas, el reclamo de justicia por el asesinato de por lo menos diez personas como resultado de la represión, la liberación de los presos políticos, la aparición de los desaparecidos y el castigo a los culpables materiales, es pospuesta a un segundo plano ante el anuncio de que la CONAIE se plantea la posibilidad de competir en las futuras elecciones de 2021. Las enseñanzas de la movilización pudieran ser desechadas si no se contribuye a elevar el nivel de politización e ideologización de las masas, el enorme cuestionamiento al neoliberalismo que significó ver a miles luchando codo a codo en las ciudades y desplazándose desde los rincones profundos de Ecuador para manifestarse, se desaprovecha para generar el cultivo de la dirigencia y formular una nueva plataforma política en los marcos institucionales del sistema que dio razón a su inconformidad, esta contradicción tan común en la historia latinoamericana, tarde o temprano, cobrará su factura con divisiones por intereses únicamente útiles al poder vigente y al sistema imperante.
El entusiasmo plasmado en los días de resistencia, puede ceder lugar a la desilusión si no se da continuidad al cuestionamiento del proyecto neoliberal que encabeza Lenín Moreno, quien, además, es el principal culpable de los asesinatos represivos, hecho que basta para exigir su renuncia y castigo. Ahora bien, como siempre sucede, la decisión está en las masas campesinas, indígenas, proletarias y estudiantiles, si acceden a la completa desmovilización o revierten esta nueva etapa, en un tiempo de reflexión y análisis de las condiciones objetivas, manteniendo independencia del poder e incluso de la propia dirigencia, evitando así, sean usados en las futuras disputas por el poder y reparto de prebendas, la reformulación de la protesta misma es una posibilidad delante de la llamada negociación y victoria, el camino último es la emancipación plena, adhiriendo al presente un repliegue táctico pero no el fin de la lucha y resistencia contra el neoliberalismo y por consiguiente contra el capitalismo.
El camino de los pueblos por su liberación siempre tiene altibajos, la coyuntura actual refiere a la necesaria concientización del poder real que se tiene entre las manos cuando se movilizan miles de seres humanos reclamando sus derechos, ese es y será el ejemplo permanente de estos días de gran belleza, pero también lo será el reconocimiento de la necesidad de un programa o proyecto político que suplante a la degradación que significa el capitalismo en su fase neoliberal y, a estas horas, como muchas antes y futuras. El socialismo resplandece como el camino a construir para la superación de los males lacerantes y la edificación del bienestar común para los pueblos latinoamericanos.
* Integrante del Colectivo Disyuntivas