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Opinión

A Contrapasos

León García Soler

Cómo no recordar el criminal vuelo del Cóndor que arrojara cadáveres en los desiertos del Sur chileno. Voló y voló y voló como en busca de un visado de tránsito, el avión de la Fuerza Aérea Mexicana en el que Evo Morales viajaba, con solicitud negada al paso por los cielos del Perú, Ecuador y la misma Bolivia de la que despegó con destino a México. Y a la honrosa política de asilo que otorgó a tanto trasterrado de la América nuestra y de la Europa dominada por el nazi-fascismo. Periplo como los de Saint Exupery. Pero al tocar tierra se levantó la polvareda del debate bizantino.

Los de la Cuarta Transformación anunciaron el renacimiento de la revolución permanente, sin sello troskista, sin la memoria siquiera de José Carlos Mariátegui y de Sandino. Los de nombres del santoral de las izquierdas encienden una vela a Evo y soplan para que no prenda aquí la hoguera que encendió la muy indígena Bolivia y sacó de la pobreza a tantos sobrevivientes de una economía campesina. Tan desigual como la del neoliberalismo declarado muerto aquí por decreto. Evo Morales agradeció al gobierno de México haberle salvado la vida y enfrentó de inmediato la tormenta mediática de entrevistas y denuncias. Hizo política. Y la seguirá haciendo en espera de que la Pacha Mama vuelva al Quemado.

El golpe se fraguó en la embajada de Washington en La Paz, asegura Evo a la prensa mexicana. Golpe a golpe, paso a paso se repite la historia. Nuestra derecha que no niega la cruz de su parroquia, ya denuncia el “fraude electoral” desde el poder establecido y tras la humareda de los fuegos fatuos en el Senado, donde un descendiente del apóstol Madero fue derribado y humillado en el combate imaginario por la toma de la tribuna; y el PAN reconoce a la Presidenta interina de Bolivia. La doctrina Estrada según la del Padre Ripalda. Y Gustavo Madero de espaldas a los pies de las morenas empoderadas de la 4T.

Ah, los extremos se tocan, nos recordó el chileno Allende en Guadalajara. Aquí vestimos de chinaco a un curro y cuando llega a México el indio cocalero nos enteramos de que ese Canciller vocero de la “decisión soberana”, recibió permiso de Washington: “Estados Unidos llamó al canciller para decirle que podían llevarme donde querían”, dijo Evo Morales. Y mientras logran que se mueva el péndulo de San Lázaro, los de la mayoría trashumante, fugitiva de campiranos y calpulelques nostálgicos de la revolución agraria, van de hotel de paso a hotel de paso, en espera de que los demandantes sean como ellos y acaten lo dicho por el señor Presidente que les pide aprobar el Presupuesto de Egresos sin cambiar ni una coma. Nosotros los de ahora ya no somos los mismos...

Un año cumplirá en el poder Andrés Manuel López Obrador. Popularidad sin par; aprobación del pueblo bueno y bastantes de los “conservadores” de hoy en día, que supera a la mayoría apabullante que le dieron más de treinta millones de votos el 1º de julio, anunció del apocalíptico cambio de cambios: La Cuarta Transformación. Y, sin embargo, asoma el caos anarquizante de la renuncia al monopolio del uso de la fuerza legal. Y la visión de la moral cristiana como arma de la cruzada contra el crimen organizado y la corrupción en las alturas que lo hace una corporación global, fuerza afectiva y eficaz en el capitalismo financiero que impera y acumula la riqueza en unas cuantas manos.

Ya no se trata de la conciliación de los opuestos que postula al decirnos que se puede ser religioso y ser también tolerante en un régimen constitucional de república democrática y laica. Ya no estamos ante la prédica de un Juárez que era católico, apostólico y romano, aunque se trate del liberal de las Leyes de Reforma, cuyo objetivo fundamental fue la separación de la Iglesia y el Estado; del hombre de la Ley Juárez que suprimió los fueros del clero y del ejército y hacía a todos los ciudadanos iguales ante la ley. Como la Ley Lerdo que desamortizó todas las propiedades civiles y religiosas rústicas y urbanas del clero o civiles. Larga guerra y la excomunión papal de los mexicanos. Ahí y no en el lugar común de “al amigo justicia y gracia...”, están las bases del imperio de la ley, del estado de Derecho.

Un año y este 20 de noviembre habrá desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana. Marcha militar de caballería y de ferrocarriles sobre los cuales se hizo la Revolución. Nada qué criticar. En la hora de dar paso a las instituciones y dejar atrás la era de los caudillos, cesaron los desfiles de la milicia y empezaron las marchas deportivas de atletas y burócratas sin distinción. Ojalá y no veamos una visión temática estilo cinematográfico o un espectáculo precursor de las memorias del porvenir con los símbolos de la Cuarta Transformación, con escudo nacional del águila imperial con las alas extendidas.

Ya tienen bastantes problemas los conductores de la pastorela con la repetición del combate por el liderazgo nacional de Morena, el partido nonato que venció a sus adversarios y se deshizo de sus enemigos como Huitzilopochtli. Apareció una pluma y se acabó la oposición. Su plumaje es de esos, pero hay ya atavismos de las dispersas izquierdas en la novísima transformación. Y al margen de toda regla, por encima de cualquier norma o reglamento, doña Yeidkol Polevnsky decide ser juez y parte. Y como tal se haría de la mayor parte. Mario Delgado sonríe pase lo que pase y confía en la influencia de la cercanía con Marcelo Ebrard. Ester Luján reclama su derecho y actúa. Nadie sabe si con el visto bueno del que ya no interviene, pero la señora Luján sabe de luchas políticas y no va a ceder fácilmente.

Y ya viene el cumpleaños. Y los agricultores y campesinos tienen bajo sitio a la sede del Congreso de la Unión. Protestan por la reducción, los recortes inmisericordes del presupuesto. Claro que al frente están los dirigentes de las muchas organizaciones integradas en los años de la Revolución que dejó la herencia de instituciones que no se acabaron de destruir bajo el marro tecnocrático y las cuentas del gran capital. Y AMLO, el que madruga y fija la agenda, ha decidido que ni un peso del presupuesto se entregue a las organizaciones. Que lo hará directamente el Ejecutivo y entregará los recursos a cada campesino, agricultor, ganadero, apicultor, pescador, maderero, fruticultor, desde cafetales de sombra a aguacates Haas o criollos de enorme valor en la exportación.

Un censo, desde luego. Y después la esperanza de que lleguen a tiempo los que llevarán la cuenta y no se pierda la huella en las largas y electrónicas columnas de cifras en las máquinas de Hacienda, o durante el manoseo de la interpretación en las comisiones legislativas. Todo, suponiendo siempre buenas intenciones. Y con fe en que de veras ya han cambiado las cosas y los ejecutores. Haga usted de cuenta sembrar de temporal antes de los estudios meteorológicos; y acudir al crédito gubernamental con la esperanza de que se otorgue el crédito o el avío a tiempo para barbechar, arar, sembrar y cultivar antes de que lleguen y se vayan las lluvias.

Cierto, el que manda vio un reloj Rolex en la muñeca de “un líder”. Y fiel a la narrativa del cambio de régimen y de moralidad, ha decretado que los recursos se entregarán directa y personalmente. Muy bien. Pero los dirigentes, como los dirigidos, son personajes de costumbres arraigadas. El Presidente se reunió con las bancadas de Morena, del PT y el PES en el sitio de las entrevistas cotidianas, el salón de la Tesorería en el Palacio Nacional. Más de 200 convocados al encuentro, con Ricardo Monreal y Mario Delgado, uno a cada lado de Andrés Manuel López Obrador. Hubo cuando menos un diputado que manifestó la inquietud y disgusto en el agro por la eliminación de casi la mitad de los programas de apoyo. Y pidió la ayuda del Presidente: “No se va a poder”, les respondió.

Y fiel a su temática, AMLO les diría que eso ya se acabó, que “ya no hay moches”. Lo del manejo de esos recursos para cobrar comisiones a las organizaciones, municipios y otros, dicho a los suyos en el Palacio Nacional ardió como la hoguera de las vanidades. ¿Cómo? ¿Ladrones? ¿Estafadores? Y corruptos de Rolex en la muñeca izquierda, además. Hubo reclamaciones, gritos y voces de indignación que desmintieron al profeta. Dicen que éste todavía respondió: “Iban por lana y salieron trasquilados”. Cuentan que hubo mucho escándalo, un auténtico Rosario de Amozoc. Más de veinte diputados respondieron dura, violenta, airadamente. Andrés Manuel López Obrador se puso de pie y sin decir palabra, abandonó el salón.

Que ha sido un año difícil, diría en estos días el Presidente López Obrador. Para qué hablar de cifras y datos que seguramente son otros a los que él tiene. Pero la inseguridad, la brutal violencia desatada en el país, es junto a la economía empantanada, el crecimiento cero y las expectativas amenazantes, el problema no resuelto. Y eso lo ha dicho López Obrador. Después de la exhibición de impotencia y haber cedido ante la demostración de fuerza de los narcos en Culiacán, vendría el bestial asesinato de mujeres y niños en Sonora, a unos kilómetros del rancho de Alfonso Durazo, dicen.

Y sigue el recuento de muertos desde Chihuahua hasta Quintana Roo. Esos ya no pueden manejarse como estadísticas del pasado, herencia del cochinero heredado. Un año ya. Y de las buenas relaciones con Trump, nada que no sean tuiters en los que elogia al Presidente de México por desplegar veinte mil o más elementos de la Guardia Nacional para detener a los migrantes que pretenden llegar hasta la frontera Norte.

Del Muro, nada. Ya empezó el proceso en el Capitolio para llegar al impeachment. Se acabó lo que se daba.

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