Jorge Lara Rivera
El “explicable”, pero inesperado y vergonzante paso atrás de los legisladores del Partido Verde Ecologista de México y del Partido del Trabajo, rompiendo filas con sus coligados de MORENA, causó que se malograra en la Cámara de Diputados la propuesta que impulsaba éste para reducir el oneroso financiamiento público de los partidos políticos –demanda ciudadana recogida por el Ejecutivo con el más amplio apoyo popular.
Los votos verdosos y petistas acabaron sumándose a los del espectro opositor conformado por PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano totalizando conjuntamente 207 votos frente a los 274 de MORENA y Encuentro Social que –sin abstenciones– no bastaron para tener “mayoría calificada” de “2 tercios de los diputados presentes” que en esta materia exige la ley. Tal reflejo de autoconservación es más que entendible en ese par de carcamanes de la “chiquillada” de partidos cebados desde su origen y por décadas en la sobrerrepresentación y el “huachicol” de “cuello blanco” al presupuesto nacional con lo cual lucran sus mercenarias dirigencias, por más que en un panel televisivo la tarde del jueves les prodigara loas la oportunista Pamela Sanmartín Ríos y Valles (y nubes y montañas de fondos en su cuentas bancarias), consejera “ciudadana” de INElandia, pretendiendo justificarlos –y curarse en salud, claro– por ese apego a los excesos exaccivos del presupuesto nacional, con el manido cuento de que ese derroche “garantiza la democracia en el país”, algo muy a tono con el alud de spots autoglorificatorios (“Mi INE está hecho de…”) con que la abusiva “burocracia dorada” que en ese organismo suplanta la ciudadanización de las elecciones –pervirtiendo nuestro sistema político convertido en ¡la democracia más cara del mundo!– inunda, prepotente, valida de los “tiempos oficiales” transmisiones por radio y TV, aunque no estemos en año de comicios. Así hacen causa común.
Y es que acusan el magullón a sus planes de embolsarse los fondos públicos propinado por el ajuste que hizo la Cámara al presupuesto del Instituto que, según lloriqueos de Lorenzo Córdova Vianello y Benito Nacif Hernández, “lo pone al borde de incumplir sus funciones” —ésas que haya o no elecciones les permiten recibir entre 218 mil 469 y 259 mil 547 pesos al mes, más prestaciones envidiables en este país: autos asignados, gasolina, choferes, telefonía celular, equipos de cómputo de última generación, boletos de avión, y aguinaldos superiores a 650 mil pesos –el triple que 1 diputado– y ¡gastos de lavandería!
Aparte, la inflada nómina de su personal, plaga burocratizada que cobra sueldo doble en años electorales y donde se paga 20 mil pesos mensuales a un edecán. Hay que recordar las milmillonarias irregularidades reincidentes en que incurre el INE, según reporta año tras año la Auditoría Superior de la Federación: alquiler de vehículos vía contrato multianual de servicio integral para arriendo y administración del parque vehicular que resultaron de alto costo, proveniente de precios inflados y servicios adicionales subocupados; el vicio de solicitar más recursos de lo que necesita; sobrecontratación de más plazas de personal innecesariamente, etc.
De ahí lo irritante de esos anuncios donde se arroga el mérito del activismo cívico y generaciones pasadas y declaraciones que dan a entender que sin el INE sobrevendrá el Diluvio. Si el delirio faraónico de su Partenón (“Palacio d la Democracia”) escandalizó, no es menor liviandad su nueva ocurrencia que disfraza de “necesidad” de cambiar la credencial de elector, argumentando que 11 medidas nuevas de seguridad mejorarán. Lo que no aceptaron mejorar fue la economía nacional rechazando el mínimo recorte a sus sueldazos al abrigo de una cómplice y abyecta Corte que dice “protege a la Constitución” que protege a los mexicanos. Por lo menos, el Presidente López Obrador ha dicho que volverá a proponer reducir el financiamiento de partidos, pero ¡hasta cuándo seguirá el abuso INEfable!