Opinión

Territorio y buen vivir

Alberto Híjar Serrano

Espacio y cuerpo individual y social, concretan por estos días la disputa del poder. La gran marcha contra los feminicidios obligó a precisar lugares peligrosos y recursos de seguridad para hacer de los cuerpos individuales un cuerpo social de autodefensa. Las fronteras frágiles y militarizadas albergan modos de vida infames y precarios; los trabajadores de la educación de la CNTE descubren la función principal de las redes ferroviarias desnacionalizadas, puestas al servicio del saqueo minero, agropecuario y del trabajo colonizado al servicio de los consorcios industriales. Pruebas de los crímenes de Estado son: los presos políticos por defender la tierra-territorio-terruño como los del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la presa La Parota, los de las policías comunitarias de Guerrero sin delitos comprobados, todo lo cual contrasta con la liberación de ex gobernadores culpables de la expropiación de cientos de millones de pesos, miles en los casos de Veracruz y Tamaulipas; el fallo favorable a la posesión de tierras de los encubiertos Caballeros Templarios en Ostula, coincidente con el hallazgo de no menos de cinco fosas llenas de cadáveres en Tecomán, punto fronterizo entre Michoacán y Colima, estratégico para el crimen organizado que así advierte el destino de sus opositores. En el Istmo de Tehuantepec con Santa María del Mar en lucha contra las empresas aconsejadas por Felipe Calderón a sueldo de ellas; en la Península de Yucatán con la amenaza del Tren Maya; en los pueblos de la Huasteca hidalguense, Tlaxcala, Puebla y Morelos vigilantes de la suspensión temporal del proyecto termoeléctrico transnacional; en las protestas por la ilegalidad de torres suntuarias y plazas comerciales características de la rapiña inmobiliaria en la devastada Ciudad de México; en la destrucción del manantial en Santo Domingo Pedregales que descubre crímenes semejantes en el sistema hidráulico del Sur de la Ciudad de México; en el proyecto del aeropuerto internacional suspendido en Texcoco sin que se sepa el destino de los cultivos, del lago, los cerros dañados y los restos arqueológicos maltratados, son evidencias del poder disputado por organizaciones de defensa comunitaria contra los consorcios, sus bancos y cámaras empresariales.

Los espacios adquieren dimensión nacional o transnacional según su uso. Sendos procesos culturales trabajan en esto: la intensa y constante publicidad asociada a la industria del espectáculo y contra ella, los proyectos comunitarios con su construcción mayor: las policías comunitarias aprobadas, vigiladas y sancionadas en asambleas donde las decisiones son votadas por consejeros y representantes elegidos en las bases sociales sin intervención de partidos políticos con registro, patrocinio y negocios de Estado. Grupos paramilitares como el organizado por el Salinas de Gortari cuando usó CONASUPO como cobertura de Antorcha Campesina, permanecen en acción constante contra los campesinos a cambio de poseer más de cincuenta gasolineras y clubes deportivos tan lujosos como el que ostentan en Morelia. El paramilitarismo es una necesidad de encuentro entre caciques y Estado para mantener los controles territoriales.

En la región construida por el EZLN, el espacio es ya territorio, esto es, lugar con un poder social específico. El difícil y precario control económico-político, plantea la autodefensa de tiempo completo para enfrentar los planes y proyectos de Estado como el Plan Mérida o la declaratoria de zonas económicas especiales donde el Estado, a nombre de la modernización, concesiona carreteras, presas y transportes, y desarrolla centros comerciales con los bancos que exigen tarjeta de crédito y cuentas individuales, servicios computarizados, en fin, todo lo que el coloniaje imperialista plantea como progreso. No se trata de oponer a la industrialización y la tecnología de la comunicación, los usos y costumbres ancestrales. Se trata de procurarles espacio a los proyectos de consolidación de las comunidades con sus asambleas, sus consejos, sus comisiones, en lugares que identifiquen como suyos. Una biblioteca, un videoclub, el monumento de un héroe local o la placa recordando una masacre, un lugar escolar para talleres integrados a redes de autodefensa popular como la de las mujeres artesanas de Oaxaca o los “palenqueros” que no cuentan con marca registrada de sus mezcales, plantean un principio muy elemental de economía política anticapitalista. La falta de recursos y apoyos, las licencias e inspecciones impuestas para impedir toda autogestión orientada a la autonomía, está en marcha con proyectos de largo plazo, que oponen la formación de relevos preparados técnicamente con el estudio del lugar que estos procesos de cultura territorial identitaria, ocupan en México, en América y el mundo. La geografía resulta, por tanto, tan estratégica como la historia para saber los límites de los espacios en disputa. Los comisariados comunitarios y las “encargaturas”, como las llaman en Ostula y sus alrededores, tienen una tarea de precisión de límites, fundamental para los alegatos y las campañas contra los expropiadores como toma de conciencia identitaria y clasista. Marcar los lugares claves de todo esto, pero también donde se ha triunfado, puede orientar expropiación de propiedades de los criminales para implantar un simbolismo semejante a la conversión de la Hacienda de Chapingo del Manco González, amigo de Porfirio Díaz, en Escuela Nacional de Agricultura o la conversión de cuarteles en escuelas como en la Revolución Cubana o la de la Cárcel de Belén en Centro Escolar Revolución que ha quedado frente a Televisa Chapultepec.

Cincuenta años después ha sido reconocida la propiedad comunal del territorio de Tepoztlán que el cuñado Ocelli de Salinas de Gortari, iba a volver campo de golf y hotel de lujo. No se pudo mantener su uso comunitario y los edificios ruinosos lo esperan aún. Es terrible que las ruinas de haciendas henequeneras en Yucatán hayan sido convertidas en hoteles boutique junto a pueblos fantasmas todavía habitados. Es terrible que Roberto Hernández, dueño de todo esto, de una isla en el Caribe, mantenga una mansión desmesurada en Nayarit como señal del proyecto turístico San Diego (en Estados Unidos), Huatulco (en Oaxaca) para privatizar todas las playas del Pacífico con todo y puertos de altura como el Lázaro Cárdenas donde van y vienen toda clase de mercancías sin que las aduanas rindan cuentas claras. Es terrible que la Riviera Maya crezca y se fortalezca. Propiciar una cultura territorial con identidad comunitaria en acción constante, es una urgencia para el buen vivir y sus consecuencias para el tratamiento de sustos y crímenes de las mafias del poder.