Opinión

Las Batallas Políticas en México

Víctor Flores Olea

De manera más o menos sorda, pero persistente, se muestran ya los enemigos políticos de AMLO. Aquellos que, en los primeros días de su mandato, guardaban sepulcral silencio respecto a las primeras decisiones del nuevo presidente, obviamente impresionados por la avalancha de votos que había obtenido el triunfador de MORENA el primero de julio, pero que han ido ya despertando de su relativo letargo y atreviéndose a criticar esas decisiones, incluso situándolas en un futuro que nos habla de procesos que cambiarán; es decir, haciendo la crítica en un horizonte temporal que resulta mucho más incisivo que la crítica en el corto plazo.

Como si en los primeros tiempos de la presidencia de AMLO fuera necesario guardar discreción y contención, esperando ver cuál sería el resultado de las críticas y, sobre todo, la reacción del presidente frente a las mismas, ya que había corrido con insistencia la versión de que AMLO tenía “pocas pulgas” para soportar las diferencias ante sus ideas. Así ha sido en un clima en que AMLO ha guardado esencialmente la compostura. En cambio, sus críticos han ido subiendo de tono, relativamente hablando. Esto es visible en la TV, en que hay programas enteros dedicados a desprestigiar al nuevo presidente, con participantes conocidos por sus diferencias radicales con AMLO y, con otros, aunque sean esencialmente partidarios de MORENA, pero que no parecen estar dispuestos a proclamar ni su plena coincidencia ni sus diferencias con el Presidente actual.

Pienso que los adversarios ideológicos de AMLO pensaron en un momento que su crítica suave pero persistente terminaría con mellar la popularidad del Presidente. Esto no ha sido así. Al contrario, prácticamente la totalidad de las encuestas de opinión pública muestran hoy que las simpatías y el apoyo a AMLO se han mantenido inamovibles o reforzados inesperadamente, lo cual ofrece nuevas avenidas de acción original. Es decir, AMLO mantendría básicamente su capital político y su capacidad para seguir adelante con la Cuarta Transformación.

En el horizonte de sus opositores, en cambio, sólo habría críticas sin demasiado efecto destructivo y, sobre todo, que parecen conducir en el mejor de los casos a “más de lo mismo”, lo cual no parece ofrecer actualmente ningún atractivo para la ciudadanía mexicana. La mayor eficacia de esta crítica de los opositores parece agotarse en conciliábulos sin eficacia externa y sin capacidad para acciones movilizadoras. Pero ¡atención!, la liga no puede estirarse indefinidamente. Por un lado, ya se exige, aún calladamente, que las decisiones de AMLO sean menos “improvisadas” o “circunstanciales”, y que vayan mostrando una consistencia que sea difícil de rebatir.

En el mejor de los mundos imaginables, ni del lado de AMLO ni de sus opositores deberían mostrarse signos de violencia o pretextos para recurrir a la misma. ¿Es ingenuo pensarlo así? No lo creo por la situación actual, que debemos revisar permanentemente para no caer en falsas ilusiones. Ojalá pues no sea una ilusión mentirosa pensar en un país cuyos poderes sean estrictamente transparentes y en que las inevitables luchas políticas se desarrollen en un franco ambiente democrático.

La pregunta de cuándo y cómo ocurrirá es inevitable, aunque resulte imposible fijar sus términos con precisión. Ante el cuándo y el cómo sólo nos queda comprobar que se trata de procesos amplios y abiertos, y que la única garantía posible de su realización en el largo plazo radica en la vigilancia estricta precisamente de los procesos democráticos que vive la nación, y de la lucha que llevemos a cabo para no permitir desvíos y menos contaminaciones que afecten la rectitud del proceso. Proceso que inevitablemente es contradictorio, con altas y bajas que deben ser controladas también por medios democráticos y con la amplia participación ciudadana.

Es verdad que, en la medida en que se ha debilitado el régimen de partidos políticos, la sociedad se inclina a efectuar su vida política a través de amplios movimientos sociales que, por definición, carecen del rigor reglamentario del sistema de los partidos, pero que permiten una expresión de lo político y social más informal y espontánea, dando lugar a la creación de nuevas formas de expresión política y de nuevos hábitos y costumbres. México se encuentra ya en el inicio de esta nueva fase de los movimientos sociales y políticos que dan lugar a iniciativas originales que, de todos modos, han de ajustarse a la tradición constitucional y reglamentaria del país.

Estas son algunas de las novedades de nuestra vida política en la actualidad y de las batallas que en ella tienen lugar. Sin olvidar que las grandes transformaciones históricas en todos los países sólo son importantes en amplios espacios de tiempo y que no hay lugar para pensar que tendrán hogar en el corto tiempo, y que han de ser vigilados siempre, en el corto y largo plazos, para que no se alejen de los principios democráticos y de respeto a los derechos humanos, que hoy forman la base de nuestra vida en sociedad.