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Opinión

En Venezuela, Europa perdió la máscara humanitaria

Jorge Canto Alcocer

Con total desprecio a las reglas básicas del Derecho Internacional, este lunes los presidentes y gobernantes de los principales países europeos mostraron sus fauces intervencionistas, desconocieron a Maduro, un presidente procedente de elecciones constitucionales, y aceptaron la arbitraria designación de Juan Guaidó con el absurdo carácter de “presidente encargado”, una figura que no existe en la legislación venezolana ni en la de ninguna Nación de la Tierra. Esta descarada intervención se ha dado cuando ya es ampliamente conocido que Washington operó descaradamente en la ilegal proclamación de Guaidó, y que Trump encargó el “trabajito” a algunos de sus funcionarios más inmorales, agresivos e inescrupulosos, en cuyo curriculum figuran muchos actos similares, incluso con la pérdida de miles de vidas humanas, como los casos de la invasión a Panamá y de las negociación Irán-Contras, que prolongó artificialmente el conflicto armado en Nicaragua.

No nos debe sorprender. Los países europeos sólo tienen un mínimo barniz de democracia, pero están muy lejos de vivirla de manera auténtica, y mucho menos de practicarla en sus relaciones con otros países, menos aún con los subdesarrollados y los que viven conflictos sociales, como el caso venezolano. Tan solo a manera de ejemplo, Pedro Sánchez, el presidente de España que ha sido acremente criticado por negarse a convocar a elecciones generales, como había acordado con las fuerzas que lo apoyaron ante la destitución de Rajoy el pasado mes de junio, vino a México en visita de Estado no buscando la defensa de derechos humanos o el otorgamiento de ayuda humanitaria, sino básicamente para defender los intereses de Iberdrola, la empresa de electricidad que le vende a sobreprecio a la Comisión Federal de Electricidad. De acuerdo con lo que ha trascendido, AMLO paró en seco al hispano, y le confirmó que muchos de los contratos leoninos con los ibéricos se cancelarían o no se renovarían. Y así por el estilo, ese es el talante de esos “demócratas” a quienes no les preocupa apoyar a los sultanatos árabes en donde se continúan vulnerando sistemáticamente los derechos humanos de las mujeres, pero sí se paran el cuello y engolan la voz para condenar a Maduro.

Los países europeos no tienen amigos ni valores, sólo tienen intereses. Ello es una dura enseñanza que a nosotros los mexicanos nos costó mucha sangre en el siglo XIX, pero que parece que muchos países latinoamericanos no han entendido, o más bien, dominados por una oligarquía criolla rabiosamente elitista y racista, mantienen actitudes en pro del intervencionismo aunque implique el menoscabo de los intereses mayoritarios e incluso el sufrimiento de la población civil, siempre y cuando vaya en sintonía con sus muy particulares intereses.

El problema venezolano es grave, muy grave realmente. Pero el intervencionismo, la imposición de un gobernante ilegítimo y los llamados a una rebelión militar contra el régimen de Maduro sólo lo empeorarán. Una solución para el pueblo venezolano NO puede fundarse en decisiones tomadas en Washington, apoyadas por Europa y en beneficio de las empresas multinacionales y la racista oligarquía criolla. Todo lo que podamos hacer desde Nuestra América en pro de una auténtica solución popular contribuye. No podemos permitir que triunfe el nuevo garrote de Trump y los neo-conquistadores europeos; un paso atrás y todos lo lamentaremos.

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