Alvaro Cepeda Neri
I.- Ya se instaló la Comisión de la Verdad para averiguar la desaparición de 43 alumnos de la escuela Normal de Ayotzinapa sucedida la noche del 26 al 27 de septiembre del 2014. La preside Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación; junto con integrantes de los padres de esos muchachos y representantes de las Comisiones de Derechos Humanos internacionales y nacionales. Será una investigación que llevará tiempo. Ya que parte casi de cero. El entonces desgobernador de Guerrero: Heladio Aguirre, Peña, mandos militares y funcionarios políticos y administrativos están implicados. Y es que fue una maniobra para ocultar los hechos con la finalidad de encubrirse mutuamente. Hace casi cinco años de lo ocurrido y gracias a la insistencia de los padres de esos jóvenes ha permanecido como una demanda social saber qué sucedió y por qué, pues ocultaron la verdad que ahora busca la citada Comisión. Incluso hay –se dice– participación de narcotraficantes. Es un caso de vital importancia para la democracia y el restablecimiento de la confianza ciudadana en la vida pública del país.
II.- Pero parece que hasta ahora sigue el “bla, bla, bla” de los lopezobradoristas. La señora Sánchez Cordero y el propio Encinas, no han dejado de presentarse como funcionarios dispuestos a cumplir la palabra empeñada del Presidente de la República. Aunque no hay pasos para solucionar el lamentabilísimo secuestro o desaparición forzada de los normalistas que esa noche protestaban contra el presidente municipal, y que fueron objeto de aprehensión por parte de policías municipales, policías del desgobernador y militares que, supuestamente, los entregaron a la delincuencia organizada y desde entonces nada se sabe sobre su destino. Pero que insistentemente los padres, familiares y ciudadanos de todo el país no han dejado de exigir conocer su paradero. Y con ellos, organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales que desacreditaron las mentirosas averiguaciones de la entonces PGR y su “verdad histórica”; y ahora mismo, con lo que hace la Fiscalía y la subsecretaría de Gobernación.
III.- Así que la desgracia ocurrida en Ayotzinapa es un drama nacional en el que si el lopezobradorismo también se atora, bien podría convertirse en un trágico suceso político que incendiaría socialmente al país contra AMLO. Y se sumaría a los frentes que recientemente ha abierto, como el atropellado cierre de las guarderías que ha causado daños irreparables a las mujeres trabajadoras. Allá, en Iguala, Guerrero, igualmente sus habitantes no encuentran el reposo, porque después de tanto tiempo no conocen el paradero de sus 43 estudiantes desaparecidos. Y que como parte de los saldos de la inseguridad continúa, aumentando los hechos de sangre: homicidios por todo el territorio. Esto es lo que se inició con Ayotzinapa y sobre cuyo asunto no quitamos el dedo del renglón. Urge saber cómo López Obrador atenderá semejante cantidad de homicidios, desapariciones y desplazamientos, a consecuencia de que los delincuentes han aumentado sus acciones para sembrar el pánico y cosechar el terrorismo.