Max Lesnik
Se ha dicho y repetido tantas veces que el voto de los cubanos de la derecha de Miami fue el factor decisivo en la victoria del Presidente Trump en las elecciones presidenciales del año 2018, que muchos tienen dado por cierto algo que no es verdad.
Decía Joseph Goebels, el director de la propaganda del nazi-fascismo de Hitler, que una mentira repetida mil veces llega a convertirse en una verdad indiscutible para aquellos que quieren creerla. Lo cierto es que los votos de la extrema derecha cubana se concentran en el Condado Miami-Dade del Sur del Estado de La Florida, un Condado que lo ganó por abrumadora mayoría la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton, ayudando de esa manera con su victoria a derrotar a los aspirantes republicanos al Congreso Federal en los distritos electorales 25 y 27 del Sur de La Florida, algo que hoy parece no tener en cuenta la Casa Blanca de Donald Trump.
Digo esto porque se dice que la administración republicana del Presidente Trump, siguiendo los consejos del senador Marco Rubio, ha expresado estar dispuesta a echar abajo la política que implementara para Cuba el Presidente demócrata Barack Obama en busca de mejores relaciones entre los dos países, una política más refinada e inteligente que la agresiva conducta imperial de anteriores administraciones norteamericanas –Demócratas o Republicanas– todas ellas fracasadas en el empeño por acabar con la Revolución cubana.
Si se le pregunta a los cerca de doce millones de compatriotas que viven en la isla y a los otros muchos que viven en el exterior, inclusive en el mismo Miami que reclama como suya la extrema derecha cubana, sobre si se debe o no revertir la política hacia Cuba establecida por el Presidente Obama, estamos convencidos que la respuesta de la inmensa mayoría sería un rotundo NO por lo que ello significa de más sufrimientos y dificultades para el pueblo cubano que lleva más de sesenta años soportando un bloqueo injusto y cruel que no ha dado ninguno de los resultados esperados por esa extrema derecha fracasada y movida por el odio y la venganza.
Si la sensatez que dicta la inteligencia es la más sabia conducta de un gobernante –ya sea de izquierda o de derecha– no parece que esa rara virtud esté hoy presente en la Casa Blanca del Presidente Donald Trump.
Dicho con todo respeto, al estilo de un moderno Duende maquiavélico de estos tiempos convulsos y revueltos: “Quien sigue consejos equivocados de otros, más interesados en lo de ellos que en lo suyo, está condenado a equivocarse, que en el caso cubano es como apuntar el arma al supuesto enemigo para terminar dándose un tiro en su propio pie”. Y ahí se las dejo y los pongo pensar.