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Opinión

Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

En una primera lectura a los lineamientos del actual gobierno sobre comunicación social, parece un avance democrático la distribución equitativa del gasto en los medios. “Que alcance a todos y que actuemos en función de criterios transparentes. Que se sepa quién es quién en los pagos de publicidad”. Se concreta la reducción del presupuesto en el sector en 50 por ciento y se utilizarán en su totalidad los tiempos oficiales en radio y televisión.

Los grandes medios son afectados, sólo relativamente, pues los montos no serán otorgados por el volumen de audiencia y la fuerza económica de la empresa, como se hacía hasta el anterior gobierno federal, ni para premiar o castigar a tal o cual medio. En la práctica las cosas no variarán mucho, en tanto que la capacidad de los grandes seguirá siendo la misma, mientras que las empresas medianas y pequeñas no podrán aspirar a crecer un poco sino a no desaparecer.

Las grandes podrán enfrentar los costos que seguramente tendrán una dinámica ascendente, los que no estén en este rango tendrán que buscar otros mecanismos de compensación a la pérdida sufrida. Los medios de provincia serán los más afectados, debido a que los gobernadores se verán forzados a adecuarse a los términos de la política de austeridad decretada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. No serán pocos los diarios y estaciones de radio y televisión que tendrán que cerrar sus puertas.

En consecuencia, la equidad es una cuestión muy relativa y a la larga quienes se verán beneficiados son los grandes medios, los mismos que a lo largo de las décadas han servido obsequiosamente al gobernante sexenal en turno, con la salvedad de que ahora ya no lo harán, en represalia por el cierre de las arcas del erario a empresarios, columnistas, líderes de opinión, etcétera. Se dedicarán a buscar todos los errores del Ejecutivo y magnificarlos, al fin que de nada servirán los ataques como mecanismo de presión.

Esta nueva realidad obligará al Ejecutivo a consolidar una política de comunicación social del Estado a fin de contrarrestar los ataques que se vendrán en cascada en los medios, los electrónicos principalmente, aunque su fuerza no sea como hace pocos años, cuando las redes sociales eran inexistentes. Lograrlo será la fórmula idónea para que la información fluya sin reticencias ni deformaciones. Esto implica crear medios públicos al servicio de la sociedad, no del o los mandatarios en turno ni mucho menos del partido en el poder: Morena.

En cuatro meses se ha demostrado la eficacia de las “entrevistas mañaneras” del presidente López Obrador, pero también sus limitaciones, la principal de ellas que cuando hay mucha información se pierde la nota principal y no hay tiempo para reponerla porque al día siguiente sigue fluyendo la vorágine noticiosa. De ahí la importancia de jerarquizar la información y que sean los medios públicos los que se encarguen de procesarla como convenga.

Los tiempos oficiales en radio y televisión deben ser aprovechados no sólo para difundir cápsulas de las diversas dependencias del gobierno federal, sino para generar conciencia cívica entre la juventud, cultura que neutralice la subcultura del entretenimiento banal, que todavía se confunde con lo que es una política de Estado en la materia. Ejemplo: presentar en el Auditorio Nacional una película de la serie Harry Potter mientras una orquesta toca la música del filme. ¿A quién beneficia esto?

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Twitter: @VivaVilla_23

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