Cristina Híjar González
¿Por qué los buscamos? ¡Porque los amamos! gritan las madres y familiares de desaparecidos y desaparecidas en todo el territorio nacional. Simple y contundente, no hay más explicación que ésta. Por eso, desde hace años marchan los 10 de mayo en todas las ciudades de México. Colectivos organizados y personas de a pie, solidarias con esta situación terrible, acuden a esta Marcha de la Dignidad Nacional para reiterar que no abandonarán su lucha, su búsqueda y su exigencia de verdad y justicia.
“Todo nace del amor”, afirmó el Obispo de Saltillo, Raúl Vera, quien se distingue por su acompañamiento amoroso a las comunidades dolidas, lo mismo participando en la organización de FUNDEJ (Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco), organización veterana en la materia, hasta su caminar solidario con las familias de los mineros de Pasta de Conchos. El Obispo compañero reconoció a los familiares como sujetos de cambio que no cejan en su lucha. Precisó, dirigiéndose al Presidente de México, todas y cada una de las exigencias inaplazables como la necesidad de implementar Leyes de Desaparición Forzada y de atención a las víctimas en cada uno de los estados; la articulación con organismos internacionales para dar salida a la identificación de más de 26,000 cuerpos sin identificar en las morgues; la urgencia de nombrar ya a un fiscal en derechos humanos y la necesidad de una Comisión Internacional contra la Impunidad para México. Afirmó que la desaparición forzada pasó de ser una táctica de terror contra militantes políticos a ser una de control de la población ejecutada por el crimen organizado en colusión con el Estado cómplice como política deliberada de control para aterrorizarnos y quitarnos todo, desde los derechos laborales hasta los recursos naturales, de ahí la necesidad de calificarla como crimen de lesa humanidad, como se ha exigido ante la Corte Penal Internacional.
El Obispo Vera reconoció al Comité Eureka, pionero de esta lucha, y recordó que la primera desaparición forzada se registró en 1969 atribuida al ejército en Coyuca de Catalán, Guerrero, contra el profesor Epifanio Avilés Rojas. Afirmó que en la actualidad, calificar a los gobiernos como corruptos, es casi un halago, son gobierno criminal con una estela de dolor e impunidad. Le recordó a López Obrador que la palabra del pueblo es la que cuenta y debe tomarse en cuenta. Mencionó también a los migrantes sujetos de esta táctica de terror y saludó a las madres, principalmente centroamericanas, en lucha.
Los oradores en el mitin al pie de la Columna de la Independencia, incluyeron al Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU y a muchas representantes de las madres y familiares organizados: desde los desaparecidos en Sinaloa de los años 70 hasta Ayotzinapa. No es para menos, 2017 está registrado como el año más violento en 20 años y los colectivos familiares estiman en más de 200,000 los desaparecidos y desaparecidas en México, según reportó recientemente Servicios para la Paz –SERAPAZ–, fundada por otro Obispo compañero, Don Samuel Ruiz.
Hay muchas marchas, ninguna como ésta. Casi todos los asistentes portan camisetas, cartulinas y mantas con fotos y nombres de sus queridos ausentes. Familias enteras, niños y niñas buscando a sus tíos, a sus abuelos, a sus padres y madres, a sus hijas. Todas, todos, cada uno es una historia de vida interrumpida por la violencia impune. La enorme manta, de 15 metros, de Huellas de la Memoria, apenas da cuenta de la cruda realidad con apenas la mitad de los zapatos grabados con mensajes denunciantes y amorosos de las familias. De igual forma, la presencia de Bordados por la Paz y la Memoria con sus pañuelos colgados en tendedero para dar cuenta de casos concretos.
La ignorancia y la indiferencia ya no son opción posible en una realidad que nos agravia a todos y a todas, “los desaparecidos nos faltan a todos” decían las camisetas que portaban los de Chihuahua. Hijo, escucha, tu madre está en la lucha, fue el grito que retumbó en Av. Reforma este 10 de mayo, otro día de las madres buscando a sus hijos.