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Opinión

Los días pasan y se aleja la hora de la justicia

Indice PolíticoFrancisco Rodríguez

Es un hecho absolutamente comprobado por propios y extraños: la regionalización de la miseria en México fue defendida a capa y espada por teóricos y políticos huehuenches al servicio del capital. Siempre justificaron el hacinamiento de la mano de obra expulsada de los centros de trabajo en las macrocefalias urbanas.

Las condiciones desventajosas de vida que rodeaban su existencia eran cercadas y confinadas argumentando que “constituían un proceso sencillo de flujos de capital y de fuerza de trabajo que acuden adonde son mejor retribuidos o tienen mejores posibilidades de serlo”, en el mejor de los casos.

En el peor, se habló siempre por parte de los entreguistas, nuevos polkos de nuestra realidad, de las “actividades superiores naturales” en los centros urbanos sobre las que se desarrollaban al pie del surco en los campos agrícolas, tal como lo llegó a decir Juan Sánchez Navarro, gurú del sector privado y heredero de palafreneros imperiales.

Para el capitalismo industrialista, el modelo planteado por los conservadores mexicanos era inmejorable: concentración del excedente económico en pocas manos, regiones, sectores y clases; ofrecimiento de mano de obra abundante y menesterosa; estímulo a la importación indiscriminada...

... de bienes de producción; adquisición de la producción originada en los centros industriales del extranjero o de las ciudades dominadas, y apoyos generosos para el crecimiento desigual desproporcionado y desequilibrado, que acabó dibujando...

... un entorno de país débil, presa fácil de las ambiciones imperiales. Los sólidos estudios sobre descentralización, desarrollo regional, crecimiento equilibrado, significaron un serio esfuerzo para contrarrestar la regionalización de nuestra miseria ingrata. Hasta ahí bien. Mientras tuvimos que soplarnos verdaderas indignidades.

El mito extravagante del dejar hacer, dejar pasar

Para el modelo teórico del desarrollo del centralismo político el objetivo siempre fue intensificar la especialización productiva que establecía poderosos nexos de subordinación con los Estados Unidos. Siempre trataron los anexionistas de justificar las medidas…

... que acentuaran el libre juego de los mecanismos competitivos y de acumulación privada que deberían conducir, según ellos, al progreso total, sin la intervención del poder público, porque así lo demandaba el mito extravagante del dejar hacer, dejar pasar...

... que les inocularon en el cerebro sus maestros sajones de las universidades patito en donde los titularon con diplomas más falsos que un billete de a dos pesos. La necesidad histórica del capitalismo industrial moderno estaba más adelante que esas tesis de engañabobos.

Los tecnócratas nos llevaron a la miseria

improductiva

Sin embargo, el centralismo decimonónico que les inocularon pretendía alcanzar su cometido de expansión a partir de la explotación brutal de las actividades agropecuarias, para concentrarlo todo en beneficio del industrialismo urbano, trasladar...

... indiscriminadamente los recursos del sector tradicional y generar los excedentes indispensables para la vida muelle, el mejoramiento al infinito de las clases empresariales y financieras que actuaban de prestanombres.

Lo que se consiguió fue, como lo sabemos todos, la miseria improductiva. Nadie llegaba a vender, porque secaron el mercado interno. Nadie llegaba a comprar porque habían quedado absolutamente exhaustos, oposumes. Alcanzaron lo que buscaban: el juego de suma cero. Ridículo y vergonzante en grado extremo.

Y la patria se convirtió en el botín de los farsantes

El liberalismo se convirtió en una religión sin culto ni templo, como atinadamente lo bautizó el principal teórico del porfiriato, Francisco Bulnes, en 1903. Un modelo ligado en cuanto a su futuro a la vida misma de los caudillos, a las biografías personales y decadentes de los tiranos.

Crecimos atados a esos mitos insulsos y gravemente ofensivos. La patria se convirtió en el botín de los farsantes. Era más premiado y reconocido el que explotaba que el que gritaba a los cuatro vientos exhortos de libertad. Fue siempre la materia pendiente de los mexicanos.

Cuando a la fecha se habla de distribución del ingreso, crecimiento equilibrado, desarrollo regional, desarrollo del mercado interno, se ofende a las buenas conciencias del crecimiento explotador, del país sin esperanza. Todos a una, protestan como puercos atorados. Las necesidades colectivas les importan un pito.

Aunque ellos dependan para sobrevivir con sus fortunas de la capacidad de compra de los necesitados. Aunque ellos se den cuenta de que les viene el diluvio, la sublevación de los pobres. Siguen dividendo el país a su antojo: entre los que no comen y los que no duermen, preocupados por el asalto final de los miserables.

Los días pasan y el aliento de esperanza disminuye

Los llamados programas del desarrollo provenientes del neoliberalismo nunca han ofrecido opciones de futuro. Estamos encadenados a teorías ñoñas que sólo fortalecen el mercado suntuario de los privilegiados. Urge saber que todos vamos en el mismo barco.

Pero a la gente le sorprende y le enoja la falta de acción inmediata de los que mandan para poner fin a ese rollo macabro. Es indispensable en México poner fin al abuso, encerrar a los indolentes y rateros, porque de ello depende que haya patria.

Los días pasan y el aliento de esperanza disminuye. Está a punto de extinguirse, retirando el apoyo popular y la credibilidad del sufragio emitido en favor de nuevos tiempos. Ya no puede esperar. Ha sido demasiado tiempo el transcurrido. El nuevo régimen debe enseñar que es distinto al fenecido.

Y la gente piensa que mientras pasen los días será más difícil el remedio. Están ganando demasiado tiempo los infames. Es la hora del pueblo, del país y de la patria escarnecida.

¿No cree usted?

Indice Flamígero: Ayer, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, firmó un acuerdo para que el gobierno federal ya no condone impuestos a particulares. Esta práctica de condonación de impuestos, que inició en el sexenio de Vicente Fox, y que continuó con Felipe Calderón y con Enrique Peña Nieto, resultó en la pérdida, para el Estado mexicano, de más de 400 mil millones de pesos. Para establecer cuánto significa esto, unos pequeños datos: Por año, durante los últimos tres sexenios, se perdonaron a particulares 22 mil millones de pesos. Esto es, por día, 60 millones de pesos, lo cual significa, por hora, 2 millones 536 mil pesos. La condonación de impuestos se fue consolidando a partir de la llegada de Vicente Fox a la presidencia del país, y se fortaleció con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. La titular del Sistema de Administración Tributaria (SAT), Margarita Ríos-Farjat, explicó en la rueda de prensa matutina que, de esos 400 mil 902 millones de pesos condonados en 18 años, el 54% (213 mil millones de pesos) lo fueron a sólo 108 contribuyentes. Los nombres de dichos (no)contribuyentes no se dieron a conocer, pues se ampararon para que sus datos no fueran hechos públicos. El neoliberalismo, pues. El que sólo beneficia a los ricos y castiga al resto de los mexicanos.

https://www.indicepolitico.com/ [email protected]/ @IndicePolitico/ @pacorodriguez

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