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Opinión

Grieta en un muro silente

Jorge Lara Rivera

Si uno cree que “la Verdad es la Verdad, no importa quién la diga”, tendría que concedérsele atención a lo que desde ‘The Figueiredo Report’ argumenta el prelado Anthony Figueiredo con relación al controversial caso del cardenal Theodore McCarrick, ex arzobispo de Washington, de quien fue secretario durante un año en la década de los ‘90.

Asunto espinoso por cuya tibia ambigüedad en el mismo Jorge Mario Bergoglio Sívori, alias Papa Francisco, ha encarado críticas que han servido de ariete a sus rivales en el sector ultraconservador y más tradicionalista del clero católico –en especial de alta jerarquía, pero no necesariamente el más edificante– al punto de pretextarlo para demandar su destitución acusándolo de herejía.

Esto en seguimiento de una primera acusación pública contra él formulada por Carlo María Viganó en torno al mismo tema sobre informes que ahora se ven reforzados.

Bien es verdad que la perfidia del cardenal (no podría ser de otro modo para sobrevivir en esa selva de intereses inescrupulosos) resulta sobradamente conocida entre sus pares, según distintas voces de oficiales de la Congregación de los Obispos y su sedicente secretario, para sacar provecho personal de la acendrada cultura curial de la opacidad. Tejedor de intrigas, valido de sus buenas relaciones con el cardenal Tarsicio Beltrone, Srio. de Estado del Vaticano, McCarrick manipuló “sus comunicaciones con obispos, los Papas, las diócesis y con todos” haciéndose el útil para mantener privilegios y lograr impunidad.

Así Figueiredo asegura desde ese sitio web referido por CBS News y Crux que en el Vaticano se sabía al menos desde 2008 de las travesuras en que andaba el otrora cercano consejero del Papa Francisco a quien no le ha quedado de otra que expulsarlo de la Iglesia, ante las abrumadoras evidencias de su mal comportamiento (abusos sexuales a menores y adultos con agravante de abuso de poder participante en conducta sexual coercitiva con sacerdotes y seminaristas durante décadas) y de la violación de las restricciones que se le impusieron, pero sin aplicárselas, desde el papado de Josef Ratzinguer alias Benedicto XVI (ahora metido a liderar la revuelta), lo mismo para abandonar la sede del seminario que para no viajar, renunciar a las apariciones públicas y mantener bajo perfil.

Y no obstante, dadas las circunstancias conviene tomar alguna distancia para no dejarse instrumentalizar ni manipular por quien carece de credibilidad y autoridad moral para jugar al comisario de la pureza. Resulta que Figueiredo antes describía a McCarrick como su “padre espiritual” y tras conocerse los vicios de éste cayó en el alcoholismo, con lo cual pretende justificar cómo en octubre del año anterior, guiando ebrio se vio envuelto en el accidente automovilístico contra el vehículo de una mujer embarazada del que huyó, pero tras ser capturado y comprobarse que sobrepasó el doble del límite de consumo alcohólico permitido le fue suspendida la licencia de conductor por 18 meses; ha estado en Roma desde 2017 como colaborador ‘senior’ del medio EWTN News y luego de quedar exhibido por el incidente en 2018, sin asignación oficial; a pesar de estar ‘incardinado’ (vinculado subordinadamente a otro clérigos) rehúsa volver a Estados Unidos a donde se le ha ordenado regresar y rechaza reunirse con su Arzobispo, sin explicar por qué.

Aunque afirma que tras “alcanzar un estado de sobriedad” e inspirado por la ‘transparencia’ que predica el Papa Francisco, ofreció primero infructuosamente a autoridades clericales de Roma los documentos relacionados con la correspondencia privada de McCarrick que posee, y luego por meses ha buscado interesar a diversos medios en ellos, de los cuales ahora se sabe.

Empero, si bien las revelaciones de estos días sólo confirman el secreto a voces de la impunidad de que gozó McCarrick incluso antes del nuevo papado, poco contribuyen a evitar la continuación de las deplorables conductas de estos hipócritas que se escudan en el cuento de la pureza y la moral mientras juzgan e interfieren en la vida de otros.

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