Alvaro Cepeda NeriConjeturas
I.- El apodo o sobrenombre honorífico de “primera dama” apareció en el sexenio alemanista (1946-1952), a la par de las aspiraciones reeleccionistas de Miguel Alemán Valdés; también señalado como otro “mil amores” –igual a los que se le achacan a Peña Nieto–. La esposa, pues, del presidente en funciones, era llamada y tratada como “primera dama”; y representaba el resabio del presidencialismo mexicano, del fallido monarquismo (de Agustín de Iturbide a Maximiliano el de Carlota y culminando con Antonio López de Santa Anna). Ese tratamiento se llevó a cabo a pie juntillas hasta “La Gaviota”, ex estrella de Televisa, al parecer, la última con ese falso título, como si el resto de las mujeres mexicanas, en esa clasificación, fueran clasificadas en fila india, como segundonas. López Obrador cortó de tajo ese nudo gordiano y dio por terminada semejante referencia. La “corona” de la emperatriz Carlota no se usaría más, dijo el ya entonces Presidente de la República.
II.- Ese Presidente de la República que se ha ido a vivir a Palacio Nacional sin ninguna autorización, en una construcción añadida en ese edificio histórico que antes y por necesidad, habitó Benito Juárez; aunque de manera muy esporádica, ya que se la pasó fuera de la capital del país en su lucha contra la invasión francesa. La cual lo obligó a peregrinar por todo el país para defender la soberanía nacional y el cargo que obtuvo, primero por ser el Presidente de la Suprema Corte, y luego por elecciones extraordinarias. Así que hoy no hay ya “primera dama”, este pseudo-título fue a dar a la basura que todos los días barre el lópezobradorismo. Empero, su segunda esposa, la señora Beatriz Gutiérrez (ambos padres de un niño), no deja de aparecer en varios actos donde está López Obrador, como acaba de suceder en la puesta en marcha de la Estrategia Nacional de Fomento a la Lectura (ver la nota y fotografías en El Financiero y La Jornada: 27/VI/19).
III.- Con un patrimonio millonario, ella se presenta en esos sucesos públicos. Y como es una mujer ilustrada por sus conocimientos culturales; incluso poetisa (mientras su esposo ha demostrado sus lecturas sobre la historia mexicana y dicen que no ha puesto en sus mañaneras lo de cantar el Himno Nacional, porque sus creencias religiosas evangélicas lo prohíben). Ella, pues, ha estado al menos, durante el semestre presidencial, en más de 14 ocasiones, donde López Obrador justifica su presencia, como lo hizo en la ceremonia citada, donde presumió de su formación por la lectura en “su formación como político”. Es verdad que acaba López Obrador de afirmar que es tan fácil gobernar y no tiene chiste, que esas lecturas suyas son solamente para adornar, cuando viene al caso, lo de “la patria es primero” y el “respeto al derecho ajeno es la paz”. No así sus refranes que esos los ha ido pescando del habla popular. Así que doña Beatriz Gutiérrez Müller no es ya “primera dama”, pero no deja de estar en primera fila en el podio del escenario. No es, pues, la primera dama... pero como si lo fuera, sin el cetro y la corona de antes.
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