Opinión

La Paz sin Justicia…

María Teresa Jardí

Un último comentario sobre la empleada de Interjet que tuiteó que deseaba cometer un genocidio en un zócalo lleno de gente que celebraba, con alegría y sin acarreo por primera vez, un grito independentista, a lo que sumaron, avalando lo dicho, los más impresentables emisarios de un pasado que desafortunadamente sigue presente con la bendición del Presidente más votado de la historia.

La libertad de expresión es un derecho ganado con mucha sangre derramada por los que osaron decir lo que los que mandan no quieren que se diga.

De ahí que es imperdonable quien con declaraciones fascistas cargadas de racismo manifiesta por escrito su deseo de cometer un genocidio sobre el pueblo pobre que sigue considerando un honor estar con López Obrador. No basta con pedir perdón. Lo perdonable no necesita perdón, como dijo Jaques Derrida. Y lo imperdonable no puede ser perdonado, como también explicó magistralmente ese filósofo.

Debe ser cesada e investigada la empleada de Interjet en aras de que no se justifique tampoco el deseo genocida de los grandes capitales extractivistas en contra de los pueblos originarios aún más vulnerables. Los Romo piensan sin duda como esa frívola mujer y no sería extraño que una vez “perdonada” nos enteremos los mexicanos de que ya forma parte de la 4T. Y por cierto recibo críticas a mi anterior colaboración en el sentido de que los lords y las ladies también son macarras. Pues sí, mi intención no era decir otra cosa. No estamos en tiempos ni de reyes ni de princesas. Lo que quise decir es que se les pone el apodo en algunos casos, en otros es de burla que comparto, con ese dejo de envidia convertido en valor impuesto con la comida chatarra, por la telebasura, con la baja a la educación escolarizada de manera conductista y colonialista.

En fin, hecha la aclaración les cuento que hay un retén, de los muchos que ahora pueblan el Sureste, invitando a los extranjeros a no viajar por nuestras tierras. Ubicado camino a Yucatán viniendo de Campeche, una mujer le pregunta a un amigo si está de acuerdo en gozar de un mejor transporte. Evidentemente la respuesta es sí. Para de inmediato establecer la mujer que: “está de acuerdo con el Tren Maya”. No pregunta, afirma, apuntando en lo que obviamente se va a convertir en el falso apoyo que se pretende hacer pasar como consulta a los pueblos originarios condenados a desaparecer en aras de los proyectos de muerte que de manera siniestra ya se aplican.

Mi amigo de inmediato le dice que no está de acuerdo con el Tren Maya, pensando que se necesitaría una hora para explicarle lo que salta a la vista. Los males del capitalismo. La condena a los pueblos originarios a desaparecer con el despojo tolerado a empresas nacionales y extranjeras. Empresas extractivistas. Criminales empresas. Ahí está Kenkén, la de los cerdos que contaminan y matan, y la policía yucateca marcando el alto a los que pacíficamente se manifiestan, a los habitantes de Homún afectados por las contaminantes granjas porcícolas, acompañados por Indignación, impidiéndoles pasar a llevar agua contaminada a los Nobel invitados a hablar de Paz a sabiendas que sin Justicia la Paz es Guerra.

El negro futuro que se avecina también para mestizos y criollos con la condena al Sureste salta también a la vista. La Paz sin justicia se alcanza en los sepulcros. Si MORENA no quiere esa paz todo el desarrollo del Sureste está mal enfocado. No es progreso. Es una depredación sin límites que sólo va a traer más miseria para muchos y muerte para muchos otros.