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Opinión

El Fin del Neoliberalismo o su Renovación en la 4T

Se supone que ya se decretó su fin y que a más tardar en diciembre ya no quedará nada de él, al menos así lo aseguró el presidente de nuestro país. Miles de artículos se han escrito sobre el tema por grandes economistas y sin embargo me pregunto si en realidad todos y todas tenemos claro qué es y cómo funciona para poder dar cuenta si en realidad sus principios económicos y sociales ya no nos rigen, ni guían las políticas públicas. En principio, habría que aclarar que neoliberalismo y corrupción no es lo mismo, es una obviedad para los versados en el tema. Pero dado que en el discurso político de la 4 T se han entremezclado hasta el cansancio, no está de más aclarar que aunque ambas cosas le han hecho mucho daño al país y favorecido fundamentalmente a la llamada mafia del poder, no son lo mismo.

Neo (nuevo) liberalismo, como su nombre lo dice, es un nuevo liberalismo, doctrina que planea liberar las fuerzas productivas (mercancías y trabajo) para su venta en el mercado capitalista. Claro, lo que implica el neoliberalismo es mucho más complejo que lo mencionado pero, para efecto de nuestra reflexión, podemos considerar esta escueta definición y recordar que en México el liberalismo implicó entre otras cosas la enajenación de las tierras propiedad de la Iglesia y de las colectivas pertenecientes a pueblos indígenas con el fin de privatizarlas. Una de las cosas que se puede resaltar del porfiriato (y que algunos presumen) es la construcción de modernas vías de comunicación, lo que favoreció la comercialización de productos agrícolas y la inversión de capital nacional y extranjero en todas las esferas económicas del país y, por supuesto, nuestra entrada triunfal a los mercados internacionales. Hoy le llamaríamos a esto último globalización.

Por supuesto que el fin último del sistema capitalista es acrecentar el capital privado y con ello el poder económico y político de quienes lo detentan lo que, como nos explicó ya Marx, se logra a través de la plusvalía y por lo tanto con la sobre explotación de los y las trabajadoras. La lógica del capital de acrecentarse y acumular para competir en los mercados, como ya nos explicaron y probaron hasta el cansancio los ambientalistas, terminará agotando los recursos naturales del planeta y gran parte de ellos no son renovables. Esto ya ocurrió en México a finales del siglo XVIII y todo el XIX durante los cuales el capitalismo trajo grandes beneficios para la clase dueña del capital y un empobrecimiento paulatino de la clase trabajadora. Durante el período llamado porfiriato millones de indígenas fueron despojados de sus tierras comunales y desprovistos de esta manera de sus medios de vida, forzándolos a trabajar en las grandes haciendas bajo sistemas de sobre explotación. En Yucatán esta problemática, entre otros factores, provocó el gran levantamiento maya de 1847, mal llamada “guerra de castas”.

En México, el liberalismo y el sistema económico capitalista que polarizaron la riqueza llevaron también al estallido de una gran revolución en 1910. Como resultado de la revolución se revirtieron algunos de los efectos mencionados, por ejemplo con la Reforma Agraria, al menos parcialmente, se les regresó la tierra a sus legítimos propietarios en la forma de ejidos colectivos. Sin poder dar fin al capitalismo mexicano y sus sistemas de explotación, se instauró un Estado benefactor que diseñó estrategias y programas sociales que favorecieron a la clase trabajadora, como el de salario mínimo, seguro social y educación pública, entre otras.

Esta apretada síntesis histórica nos permite llegar al famoso neoliberalismo del que hablamos, que les aseguro no es muy diferente al primero, guardadas las distancias históricas, y tan no lo es que los planes y programas de los neoliberales del siglo XX y del XXI, se asemejan mucho a los de Porfirio Díaz. Hemos visto privatizaciones, recorte al gasto social y productivo del Estado, la flexibilización de las relaciones laborales perdiéndose mucho de los beneficios obtenidos para la clase trabajadora y se debilitaron los pactos político-sociales entre sindicatos, Estado y empresarios desapareciendo de hecho las más grandes e importantes empresas estatales como serían Luz y Fuerza, Teléfonos, Ferrocarriles y Petróleos.

Por supuesto que el capitalismo y su versión neoliberal promovió una cultura basada en el individualismo que paradójicamente no abandonó sino más bien se apoyó en valores tradicionales, la familia convencional y el sentido común como alternativa ante el conocimiento científico estableciéndose gobiernos neo populistas, demagógicos y autoritarios. Así los presidentes Miguel de la Madrid (1982-1988), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y Ernesto Zedillo (1994-2000) inician esta nueva etapa, siendo el período salinista en el que más se profundiza el proyecto neoliberal. Durante el sexenio de Salinas se reformaron diversos artículos de la Constitución con el objetivo de reprivatizar la Banca, establecer una nueva la ley de culto que abrió la puerta para la participación de los pastores y sacerdotes de las iglesias en política, por mencionar algo. Uno de los artículos más importantes y que fue reformado es el 27 constitucional para que los campesinos pudieran vender sus parcelas ejidales a capitalistas nacionales y extranjeros.

La venta de las empresas estatales llevó al encarecimiento o desaparición de los servicios que se daban a los ciudadanos y paradójicamente ha permitido el enriquecimiento de un pequeño grupo de empresarios, como el caso emblemático de Carlos Slim, que gracias a la obtención de las telecomunicaciones, entre otras empresas, hoy es uno de los hombres más ricos del mundo. El sexenio salinista también se caracterizó por el crecimiento de la narco política que implicó el terrible aumento de la violencia en el país, deshonroso trabajo que se le encargó al hermano del presidente, responsable de la muerte de millones de mexican@s, es decir Raúl Salinas, el mismo que ahora es beneficiado por la 4T con un negocio millonario en la Comisión Eléctrica.

Repasemos, el neoliberalismo es la doctrina en que se apoya el capitalismo que, como la historia nos demuestra, beneficia a unos pocos como Carlos Slim y Raúl Salinas, dejando a la mayoría en la pobreza. El neoliberalismo implica el despojo del territorio a sus legítimos propietarios, los pueblos indígenas, para imponer mega proyectos y formas de desarrollo basados en la sobreexplotación de la mano de obra, la destrucción de recursos naturales y el medio ambiente, entre otras desgracias.

Entonces, ¿qué es lo que se va a acabar en diciembre? ¿Se les regresará la tierra a los indígenas y ejidatarios? ¿Dejaremos de pagar el FOBAPROA? ¿Sacaremos del país a los extranjeros dueños de minas que están destruyendo nuestros bosques y selvas? ¿Se acabarán los megaproyectos, entre ellos las granjas porcícolas que están contaminando los mantos freáticos y despojando a los mayas de sus territorios? ¿Se anunciará la cancelación del tren maya y la construcción de sus ciudades satélites que urbanizarán bosques y selvas destruyendo el tejido social de las comunidades? ¿Pedro Careaga, ligado al grupo Xcaret y coordinador del proyecto del tren en Quinta Roo, ya no será el gran beneficiario de un modelo de desarrollo capitalista que genera grandes desequilibrios sociales, violencia y destrucción? ¿Se les expropiará a Slim y Raúl Salinas sus enormes riquezas producto del servicio dado a los neoliberales? Morena tiene mayoría en el Congreso ¿reformarán sus diputados de nuevo la Constitución para restaurar la esencia popular en los artículos 27, 28 y 123, entre otros, que el salinismo modificó para favorecer el neoliberalismo?

Son muchas preguntas y es poco el espacio, pero tal vez alguien me pueda contestar, quiero saber si en mi país habrá justicia pronto, para todos y todas, o solamente migajas con fines clientelares para los más necesitados.

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