Opinión

Entre impuestos, 'desarrollo y progreso”

Ricardo Andrade Jardí

Y mientras en la muy inmoral y medieval ciudad de Mérida y el Estado de Yucatán gobernado por la doble moral panista, nos aumentan impuestos y supuestos derechos, bajo el falaz argumento que estos cobros se deben a la supuesta austeridad republicana del gobierno del pinochetista Alfonso Romo, administrado por el mañanero AMLO, aduciendo que el último ha reducido el presupuesto 2020 correspondiente al Estado que da nombre a la Península de Yucatán, argumento que en las cifras presupuestales, presumiblemente, no se sostiene. El gobierno Federal anuncia con bombos y platillos, es decir, como si fuera algo para celebrar, y no más bien algo que en realidad tendría que alarmarnos: que la Banca de Bienestar y las Telecomunicaciones (cuando menos en lo que se refiere a los servicios de G5 “Internet y telefonía celular”), que proporcionará el gobierno de la cuarta evangelización progre indigenista (4T), quedarán bajo control y administración de las fuerzas armadas. Con todo lo peligroso que eso supone.

Son tiempos extraños los del inicio de la tercera década del siglo XXI. Tiempos que se anuncian por todo el globo terráqueo con tambores de guerra. El sonido del extractivismo y del reacomodo geopolítico de las nuevas fronteras imperiales. El incontrolable incendio extractivista en Australia traerá sus inevitables consecuencias ecológicas que como el efecto mariposa se dejarán sentir sin duda en los próximos meses por otras geografías. Al tiempo que las migraciones, de la sobreexplotación extractivista planetaria, seguirán expulsando de sus territorios a todas las especies animales, entre un continente y otro, con todas sus consecuencias ambientales, sociales, económicas y culturales.

El anuncio del exterminio de más de 10 mil camellos en Australia, aquellos animales que fueron trasladados desde Africa, en la colonización esclavista del Pacífico Sur, para ser explotados en el saqueo extractivista de aquella geografía y una vez adaptados a Oceanía, con todo lo que eso supone ecosistémicamente hablando y siglos más tarde usados, explotados pues, como transporte turístico, hoy resultan ser un “estorbo” frente a la sequía provocada por la explotación irracional de naturaleza en aquellas tierras en nombre del progreso y el desarrollo.

Junto a las migraciones modernas por las guerras geopolíticas y extractivistas de Africa o las migraciones económicas producto del saqueo, también extractivista, de materias primas en Centroamérica, de las que tenemos noticias. Y que en nuestro caso vivimos todos los días, pero las que hemos, convenientemente, normalizado hasta la indiferencia al punto de seguirnos tragando el cuento del desarrollo como meta de bienestar y progreso. Indiferencia que se agudiza cada vez más, frente al nulo pensamiento crítico de grandes sectores sociales. Unos por ignorancia y otros por acomodo. Conviene hoy más que nunca, ante la promoción inaudita de los extractivistas megaproyectos de muerte y el discurso capitalista a la transición energética que nos ofrece: “desarrollo y progreso”, recordar las palabras del poeta alemán Bertolt Brecht cuando decía que: “quien desconoce la verdad puede ser un ignorante, pero quien la conoce y la llama mentira (o la oculta) es un criminal”.

Sea del color que sea la militancia de la mentira.