Opinión

Las trampas de la doble nacionalidad

Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

En las últimas semanas, después del homicidio múltiple de integrantes de la familia LeBaron, sus principales miembros han desplegado una intensa actividad política contra la inseguridad y la violencia en México, con tintes que van más allá del origen de su justa protesta. Mañana domingo, el presidente López Obrador se reunirá con miembros de las familias LeBaron y Langford, medida que para algunos parece exagerada, por reconocer como pública una tragedia privada, pero para muchos es correcta porque así el jefe del Estado mexicano muestra su preocupación por una realidad que rebasa todo límite.

Es prudente que se tomen en cuenta las lecciones de la Historia para no cometer los mismos errores del pasado. No hay que olvidar que los colonos ingleses que llegaron a Texas cuando era territorio mexicano, dieron pie para que el gobierno estadounidense, entonces presidido por el caudillo Andrew Jackson, se adueñara de esa importante zona que era parte de Coahuila. Sam Houston fue el astuto operador de las intrigas que condujeron a la anexión impulsada por los forasteros que jugaron mañosamente con el presidente Antonio López de Santa Anna, para que cayera en la trampa donde perdió la guerra y su prestigio.

Ahora, con su doble nacionalidad, las familias LeBaron y Langford están propiciando que el gobierno de Donald Trump asuma un papel parecido al del presidente Jackson e intervenga en México con el pretexto de asumir la defensa de ciudadanos estadounidenses agraviados en nuestro país, que también es el suyo. Julián LeBaron no tuvo empacho en demandar apoyo en tal sentido al polémico mandatario estadounidense. Hace unos días propuso a los mexicanos que laboran en Estados Unidos que dejen de enviar las remesas de dólares que mandan a sus familiares en protesta por la violencia y la inseguridad que afectan a los mexicanos.

Este despropósito patentiza los verdaderos móviles que persiguen personajes que se escudan en la doble nacionalidad para presionar a un gobierno legítimo y democrático, que ha demostrado total rechazo al uso de la violencia como estrategia para combatir una de las consecuencias más terribles de las políticas públicas del neoliberalismo depredador: la descomposición social. No es fortuito que se hayan sumado al Movimiento por la Paz con Justicia, cuya cabeza visible es Javier Sicilia, quien junto con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y la organización neonazi Antorcha Campesina, han sobresalido por su oposición, dizque en defensa de causas justas, al gobierno del presidente López Obrador.

Ni qué decir tiene que sus móviles son afines a los de los conservadores que luchan contra el proyecto de nación del mandatario tabasqueño. Actúan por motivos diferentes, pero en el fondo es uno solo el que los une: sabotear las políticas públicas que conduzcan a la meta trazada por el Ejecutivo de apuntalar la Cuarta Transformación del país, cuya trascendencia estriba en liquidar con firmeza las causas estructurales de la violencia, la inseguridad y la descomposición social. Si eso quisieran realmente los personajes aludidos, deberían ser los principales simpatizantes de López Obrador.

Es un riesgo gravísimo pretender la intromisión del gobierno estadounidense en los asuntos internos de México, poner zancadillas y trampas al Ejecutivo, y obstaculizar la lucha contra la corrupción. Es oportuno desenmascarar la labor de zapa contra un régimen que está demostrando con hechos el cumplimiento de compromisos progresistas y democráticos.

guillermo.favela@hotmail.com

Twitter: @VivaVilla_23