León García SolerA la mitad del foro
Cómo evitar el recuerdo de lo dicho por José Stalin: “Un muerto es un crimen; un millón de muertos es una estadística”. ¿Cómo? Si un niño mata a su maestra y se suicida en Torreón y el país entero se angustia ante el crimen motivado por todos los fantasmas de la memoria atormentada por las matanzas cometidas en el vecino país del Norte; asustada por la influencia de los juegos guerreros de la era electrónica. Es el miedo colectivo y es la ceguera ante los centenares de asesinatos en la hora de nuestro descontento y de la Luna llena del lobo, entre estallidos del volcán que nublan la que fuera región más transparente del aire.
Aquí pasó lo de siempre, diría el poeta García Lorca: “Han muerto cuatro romanos y cinco cartagineses”. Pero mientras Coahuila padecía el impacto de un niño que mata y se mata, en Ciudad Juárez, Chihuahua, recibían al Presidente López Obrador en el silencio resignado al miedo y la incertidumbre: ocho asesinatos hubo en la tierra de Abraham González de jueves a viernes. Y suman más de cuarenta mil los cometidos en el primer año de la Cuarta transformación. Ya todo ha cambiado, repite el vencedor de julio de 2018. Y todo sigue igual, como en el llamado del Príncipe de Lampedusa; como en la cínica definición del poder, del crimen sin castigo, hecha por al padrecito Stalin en los prolegómenos de la Gran Guerra Patriótica que liquidaría al Reich de mil años que prometía Adolfo Hitler.
Se acabó el sistema plural de partidos y ninguno parece capaz de cumplir siquiera con los requisitos del INE: ¿Cuántos militantes tienen los derrotados y desterrados por los treinta millones del voto del hartazgo? Ni siquiera puede sumar los que tiene ahora, Morena; el movimiento popular, místico, de lenguaje evangélico y compromiso con los pobres para bien de todos. Treinta millones de votos depositaron los mexicanos del hartazgo en julio del 2018. Y los auxiliares del dirigente único, del líder en el poder del gobierno de un hombre solo, vagan en el vacío del poderío imaginario, disputan la dirección de un partido vacío al que se sumaron tantos al grito de ¡viva el que vence!
Miguel Tirado Raso ha expuesto la crisis, “agravada a partir del tsunami electoral de julio de 2018”. (...) Morena que, en el Consejo Nacional del 29 de septiembre del año pasado, su secretario de organización, Leonel Godoy presumía de un padrón de poco más de 3 millones de militantes, pero a finales del año pasado, su dirigente sólo pudo acreditar ante el INE el 10 por ciento”. Y es el vencedor, el heraldo de la nueva era, el que hará una revolución pacífica, de conciliación de los opuestos, de laicismo y tolerancia a la liquidación de la separación Iglesia-Estado. El PRD, germen electoral de la fuerza que se refugió en el PT que fue alentado, puesto en juego, nada menos que por los hermanos Carlos y Raúl Salinas, llegó a contar con un registro de 5 millones 250 mil afiliados. Tiene ahora 1 millón 749 mil.
Del PRI no hay recuento que explique el haberse retirado de la contienda electoral y entregado el poder en aras de “la resonancia de lo opuesto”. De la orfandad en la que los dejó la pérdida de la mayoría en el Congreso, lograron retomar el poder y convocar a un pacto de partidos en busca del equilibrio ido, de la gobernabilidad sacrificada en el vuelco finisecular. Y de ahí, a ensayar una fingida emulación del arte de la Fuga. Alejandro Moreno se hizo del triste legado, confianza práctica en el número de gobernadores y la fuerza de los sectores descuidados, hasta dejarlos a merced del impulso concentrador del tabasqueño que lograría la disolución del moderno Estado Mexicano, sueño y propósito del PAN que no se come.
Ante las elecciones de 2020, preliminares y definitorias de las de 2021, en las que habrá elecciones en 30 estados; en el Congreso federal, en treinta congresos locales y quince gobernadores, convocan al PRI a despertar y reconocer que las alianzas habidas hasta ahora “muestran la unidad de la pluralidad política, pero también ha(n) atentado contra la credibilidad de los partidos políticos”. Alejandro Moreno convoca a concentrarse en las elecciones de este 2020 y consolidar las fuerzas del priísmo en Hidalgo y Coahuila, fuerzas dependientes del buen desempeño de Miguel Angel Riquelme y Omar Fayad. Al despertar el dinosaurio, ya no estará allí, donde el ingenio de Augusto Monterroso lo convirtió en mito de la inmortalidad del cesarismo sexenal.
Pero ahí estará el poder de la pluralidad democrática y la posibilidad de enfrentar políticamente la concentración del poder en el titular del Poder Ejecutivo de la Unión. Nadie ha de llamarse a sorprendido por el ejercicio individual, constante y sin excepción alguna del poderío ejercido por Andrés Manuel López Obrador en el remolino que “vino y nos alevantó” al estallar la tormenta global del presunto populismo que iguala a Bolsonaro con Evo Morales, a Maduro con Andrsej Duda, a Erdogan con Viktor Orban. Y, a confesión de parte, a López Obrador con Trump, el del Muro y la imposición de guardias nacionales como policías migatrorias, a cargo del “trabajo sucio” que nos ha dejado miles de refugiados en la frontera Norte.
Allá donde Javier Corral, el panista de presunción combativa, recibió a López Obrador en las cercanías de Salamayuca, donde hubo duras protestas por la concesión de instalar una mina de cobre a cielo abierto. Nada ni nadie podría detener las ambiciones y la codicia de quienes fingen ignorar el calentamiento global y la amenaza a la vida en nuestro planeta. Pero toda política es local. Y en Chihuahua saben el daño de una mina a cielo abierto, de la destrucción de los mantos acuíferos y el agua envenenada para los pobladores de la región. Al gobernador panista, Javier Corral, lo recibieron con abucheos y silbatinas que lo obligaron a reducir su discurso de bienvenida al Presidente, a un minuto con treinta segundos. Oportunidad para repetir la escena de sus giras iniciales: López Obrador hizo una consulta a mano alzada y obtuvo la aprobación a su llamado a dejar atrás las diferencias.
Porque la patria es primero, dijo. Y anunció que ya hay dictamen en el caso Le Baron; que la Fiscalía General actúa de manera coordinada con el FBI. Y todo está bien porque ya nada es como antes. Pidió al gobierno de Estados Unidos de América no “guardar información” que proporcione el ex secretario de Seguridad, Genaro García Luna. Ah, la diplomacia de la mano de la justicia: Que se conozca a todos los responsables, de acá y de los Estados Unidos. Sobre todo en el trasiego de armas, operativo mal llamado “Rápido y Furioso” que introdujo armas a México y las entregó a los narcotraficantes, “para seguirles el rastro”. Ah, hubo también anuncio del estado que guarda la solicitud de extradición del ex gobernador de Chihuahua, César Duarte: “Sí, procede”.
Ocho muertos en estos días, en Chihuahua. Y noventa y ocho ataques a las fuerzas armadas en este sexenio, informó el general secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval. Así van las cuentas. Y la inseguridad es todavía compromiso mayor del gobierno de la República. Y cada día es más difícil de entender cómo se mantiene tan elevada aprobación al Presidente López Obrador. No salen las cuentas, Se enredan los cuentos y es cada día más evidente la incoherencia del equipo de colaboradores. Se anuncia que el aeropuerto de Santa Lucía estará en funciones el año entrante. Y quien no lo crea que atienda el prepotente llamado de la Secretaría de Energía y se vaya a la APPO.
Ya viene de vuelta el avión presidencial que se iba a vender para financiar las obras sociales del sexenio. Todos sabían que se adquirió bajo el sistema de “lease-purchase”, que era rentado y mantenerlo en la tierra de Trump costaba millones de pesos diarios; que lo dicho por López Obrador sobre la imposibilidad de utilizarlo para vuelos cortos, era un equívoco de altos vuelos. Se acabó el pago de renta para tenerlo en el extranjero y pagar mantenimiento diario, además. Viene de visita el secretario general de la OCDE, José Angel Gurría y afirma que “México continúa siendo uno de los países no más pobres, paro sí desiguales del mundo”. Nadie tiene otros datos para corregir sus cuentas. Pero él mismo diría que el Presidente López Obrador le iba a tirar de las orejas por demandar que se reponga el sistema de guarderías infantiles.
De las sombras salió por fin el Fiscal General, Alejandro Gertz Manero. Y habló. Y lanzó una acusación contra funcionarios del gobierno que no respetan la presunción de inocencia. No dijo nombre alguno. No hacía falta. El Presidente de la República respondió, reconoció las facultades del Fiscal. Pero en el mismo suspiro, defendió a Santiago Nieto, el de la Inteligencia Financiera, amante de las luminarias y fascinado por el magnavoz mediático que, por cierto, tanto molesta a su jefe cuando surgen voces de los de abajo opuestos a su accionar incesante.
Santiago nada hace sin consultarlo conmigo, diría el que manda, en reunión madrugadora. A ver qué pasa. El Fiscal no va a ceder. Y el de la cercanía con el que vive en Palacio Nacional, tampoco. Ni modo, ni manera, dijo Pánfilo Natera. Por eso impera la incertidumbre y se multiplican las quejas por el desorden o exceso de orden, caldo de cultivo para el caos anarquizante.
Valgan como ejemplo las cuentas presentadas por la Fiscalía General de la República: En 2019 inició 10 mil carpetas de investigación relacionadas con el robo de combustible de los ductos de Pemex, pero no reportó ningún detenido. El huachicoleo, desaparecido por decreto, según informes de la 4T, goza de cabal salud; Hidalgo, Estado de México, Puebla y Veracruz concentran el cincuenta por ciento de las carpetas de investigación.
10 mil carpetas, 0 detenidos. Y a ver si hay quien tenga otras cuentas o nos narre otros cuentos.