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Opinión

Nuestra vida cotidiana A.C. (Antes de los celulares)

Las personas entrada en años han sido testigos fieles e infieles de la transformación que nuestra sociedad ha tenido desde que los famosos teléfonos celulares o móviles irrumpieron en la vida de los yucatecos y del todo el mundo. Muchas cosas han cambiado desde el famoso K1000 hasta los iPhones de alta tecnología. Las personas ya no son las de antes y eso nosotros, los que ya contamos con más de 6 décadas lo sabemos, y no porque nos lo hayan contado, sino porque lo hemos vivido. Y si decimos que la burra es parda, es porque tenemos los pelos en la mano. Les comentaré.

Los primeros teléfonos celulares llegaron a nuestro país en 1984, fue una revolución en las telecomunicaciones, fue un gran paso de la humanidad con el fin de acercar a las personas que se encontraban lejos de nosotros, pero no sólo eso, sino que permitió que cada persona, que en esos años podía, ser el dueño absoluto de la comunicación n en sus manos. Era todo un lujo ver a personas de edad mayor sacar su gran teléfono celular y hacer alarde de él. Resultaba algo raro verlo, ya que poco a poco las personas, en primera instancia se atrevían a ser usuarios del mismo.

En esos años, la sociedad seguía como lo había estado siempre, las personas se acercaban a platicar, las reuniones entre familia, eran eso, todos platicaban e interactuaban. Los niños aún jugaban y los jóvenes tenían que hacer cola, si es que en su casa no tenían teléfono fijo, para hablarle a la novia o a algún conocido en alguno de los teléfonos públicos que estaban, en el mayor de los casos, en parques y la plaza principal. Primero fueron de monedas y ya con la modernización de los mismos, se llegó al uso de las tarjetas con determinado crédito.

Pero los jinetes del Apocalipsis llegaron y toda la población, hasta las personas más humildes y con el salario mínimo encima, comenzaron a tener su propio teléfono celular. ¡Arredovaya! Así y como lo leen, primero pocos tenían algún plan mensual y la mayoría tenía el sistema Amigo, mismo que se podía recargar con solo 20 pesos y ya se podía hacer uso de él. Había también aquello del que llama paga, pero poco a poco eso fue desapareciendo.

En esta colaboración no se hará referencia al desarrollo del celular, sino a las consecuencias que trae el uso excesivo y sin límites del mismo, para tal caso comenzaremos a platicar lo que sucede con los niños el uso del famoso celular. Si ustedes recuerdan que los niños jugaban en la calle algunos de los juegos tradicionales, eso ya no se verá más, ya que a partir de la última década de los años 80 pasó a ser un recuerdo. Muchos niños de hoy no saben el nombre de algunos de los juegos tradicionales y mucho menos los de mesa, el jugar chácara, encantados, tamalitos a la olla, serpientes y escaleras, el juego de la oca, o el armar rompecabezas, así como lo leen. Los niños de hoy día se encuentran enfrascados en los juegos electrónicos que el celular les puede proveer, y seguramente tendrán una gran opción a elegir. La infancia de los niños del siglo XXI se encuentra atrapada en los famosos celulares, y la culpa no es de ellos, aunque hayan crecido cuando es algo natural tenerlos, la responsabilidad de dejar que los niños ya no sean tales, es de los padres de familia, quienes ven en ellos una manera de tenerlos en sus casas entretenidos, aunque se les llene la cabeza de cosa malas y su creatividad y destreza se haga a un lado. Aun cuando los niños van a clases o a alguna fiesta, no olvidan sus celulares.

Los adolescentes y jóvenes son el grupo social más afectado por el indebido uso de los celulares, ya que no sólo se los exigen a sus padres, sino además quieren el nuevo, el mejor, sin importarles lo que cuesten, lo importante es tener el que está de moda, este grupo de personas ha perdido en muchos de sus valores y de sus iniciativas. No quiero ser alarmista, hay que reconocer que hay también adolescentes y jóvenes que usan de manera correcta los celulares, pero la mayoría de ellos pierde no solamente la posibilidad de interactuar con sus demás amigos, sino que se sumergen en una intrincada red que no solamente les proporciona entretenimiento, sino que son proclives a entrar a páginas donde se despierta de manera inadecuada la sexualidad y pronto caen en las garras de esta opción y se vuelven adictos. Más aún, existe la posibilidad de enviar fotos sin ninguna restricción.

Aquellas reuniones en la esquina de nuestras casas, las idas a los parques a jugar o pasear, las visitas a los amigos y amigas, incluso a la novia o novio, han cambiado de manera radical, y todo ha cambiado con el uso del celular, los watts y el video.

En el ambiente familiar, los jóvenes ya no participan en la plática en el momento de la comida, ya que se encuentran con la cara metida en el celular, sin importarles que eso es una falta de respeto a la familia y a las personas que los acompañan, esto ocurre también cuando se les ve cenando en alguna parte de la ciudad. Es común ver a las personas sentadas en la mesa y mientras piden de comer o durante la cena, no descuidan ningún momento sus celulares, esto ya no es convivencia, la convivencia que antes era familiar se ha roto.

En cuanto a las personas adultas se refiere, es conveniente mencionar que su uso es más restringido, ya sea porque se desconocen muchas de sus funciones o bien, porque las personas de la tercera y cuarta edad que hacen uso de éstos no lo ven como algo necesario, más bien como una herramienta para su trabajo y comunicación familiar.

Es necesario hacer algo, pero de manera inmediata, desde el núcleo familiar hay que hacer énfasis en la necesidad de la convivencia, de la plática diaria, hacer a un lado los celulares para regresar al pasado, la sociedad de antes de los celulares era una que hoy día los que la conocimos, la añoramos, hay que crear la cultura de uso adecuado de los celulares, es necesario revalorar lo nuestro y anteponer a la comodidad, el placer de una agradable plática, ya sea en familia como con los amigos.

En ustedes está, mis caros y caras lectoras, el hacer necesario este cambio, desde el hogar, en la escuela y el trabajo, es conveniente hacer un cambio, dejar a un lado el uso indebido de los celulares y, como buenos ciudadanos, respetar los espacios y ambientes, sociales y familiares.

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