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Opinión

Los empeños de una farsa

Jorge Lara Rivera

La vergonzante ruptura unilateral de relaciones con Venezuela, por el flamante gobierno de Guatemala que encabeza Alejandro Giammatei, tras pedir instrucciones al capitalismo transnacional a través de una sumisa OEA degradada por el servilismo de Luis Almagro, ujier de Washington, y la rabiosa embestida intervencionista de la Unión Europea con la confirmación de su apoyo al autoimpuesto líder de la directiva de la Asamblea Nacional venezolana con un proceso faccioso, para continuar el papel de autoproclamado ‘presidente’ de ese país con unción de las mineras canadienses y los especuladores financieros que se apoderaron de la Casa Blanca, son los recursos escénicos más recientes en la agresiva farsa montada contra la cuna del libertador Simón Bolívar.

No obstante los empeños de sus patrones, la corrupción de la banda de Juan Guaidó Márquez no ha permitido prosperar el plan intervencionista, ni siquiera con la insistente propaganda oligárquica desinformando desde los diversos medios de información de la actualidad. Y pese a la magnificada deserción de personal de las fuerzas armadas de la república bolivariana. La indigna claudicación de Tegucigalpa, convertida en gran expulsor de multitudes que no encuentran oportunidades en Honduras, reducida además a la denigrante condición de sala de espera del Depto. de Migración estadounidense, se compensa con ventaja sobrada para el gobierno constitucional de Caracas con el retiro de reconocimiento a la representación del fársico gabinete de opereta de Juan Guaidó ante la Argentina, país de los más importantes de Hispanoamérica.

En cuanto al pronunciamiento europeo simplemente termina desenmascarando su rostro neocolonialista y sus nostalgias imperiales que mal oculta con discursos ambientalistas contradichos por sus industrias diseminadas en el mundo, y ese cuento de la “defensa de la Democracia y los derechos humanos” que los gobiernos del Viejo Continente sistemáticamente violan en perjuicio de sus propios pueblos (como en Cataluña y Escocia) y contra migrantes (en Centroeuropa y Europa Oriental) a los que ha convertido en víctimas de trabajo esclavo tal ocurre en las islas italianas, obreros sin derechos en Alemania y cautivos refugiados en algún “tercer país seguro” (como Turquía), para atropellar la voluntad ciudadana de los venezolanos manifiesta en las urnas de al menos 20 procesos electorales. Bien es verdad que tanto Argentina como México han tomado distancia de recientes conductas oficiales, pero sin menoscabo del pleno reconocimiento a la legitimidad que asiste a Caracas frente a las amenazas intervencionistas y golpistas que encara.

Y es que resulta paradójico, irónico, muy contradictorio (y hasta ridículo) que quien se ostenta campeón de la democracia y desgañita por diversos foros del mundo descalificando al gobierno del presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro Moro, por su reelección, tachándolo de espurio y dictatorial, buscó sin pudor ni disimulo ser ¡reelecto! con desaseo y sin representación de la diversidad política venezolana en una legislatura cuya vigencia, por otra parte, se ha auto prorrogado anómala, concitando una situación institucional de ‘clones’ extraordinaria donde coexisten 2 presidentes de la república y 3 legislaturas (las asambleas: Nacional –auto prorrogada–, Constituyente y la Nacional nueva liderada por Luis Parra).

En cuanto a la presidencia clonada por Washington, “reconocida por 50 países” –jaculatoria que repite obsesivamente la propaganda oligárquica– ni siquiera la mitad de 194 que forman el concierto de las naciones, es bastante obvio que se trata de una pantalla, un títere al servicio de maniobras infames que resguardan intereses inconfesables de Canadá devenido en representante de las mineras, Estados Unidos ansioso por controlar el petróleo nacionalizado de Venezuela y sus reservas hídricas, la hipócrita Unión Europea sigue violando derechos humanos políticos de sus ciudadanos y los básicos de inmigrantes y deteriorando a países de Africa, Asia y Latinoamérica que saquea, más la comparsa de países títeres gobernados por oligarquías locales serviles con Donald Trump los cuales denigran a la fragmentada y sumisa OEA, el faccioso Grupo de Lima y al viciado Mecanismo de Montevideo.

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