Opinión

Espía Isarelí, asesor clandestino en Colombia

El espía israelí Rafi Eitan, agente del Mossad, servicio de inteligencia exterior de Israel, quien comandó la operación de captura en Argentina y envío clandestino a Israel de Adolf Eichman, por lo cual es considerado un héroe en ese país, trabajó como asesor de seguridad de la presidencia de la República en Colombia en 1987.

Aunque en la prensa de Israel y el Whasington Post divulgaron la misión de seguridad de Eitan en Colombia, aquí ningún medio publicó ninguna mención del caso. Ahora el periodista e investigador Alberto Donadío, uno de los más serios del país, ha publicado en el diario El Espectador su investigación sobre el caso y asegura que un allegado a Virgilio Barco, el presidente de entonces, le confirmó la cercanía de Eitan con el gobierno y aseguró tener fotos de él.

Una de las acciones más audaces de Eitan fue montar un sistema de espionaje contra Estados Unidos, un fi rme aliado de Israel. En este, conocido como el “caso Pollard” por el nombre de agente estadounidense a quien sobornó, su país obtuvo información sobre los métodos que Estados Unidos empleaba para espiar a la Unión Soviética en el Mediterráneo. Israel intercambió esos documentos por judíos soviéticos que querían emigrar hacia allá. Pollard, condenado a muerte, pasó 30 años en la cárcel y a Eitan, aunque descubierto, no se le impuso ninguna condena.

Luego de esto Ariel Sharon lo hizo nombrar en una empresa química, sobre lo cual publicó el New York Times: “La prensa de Israel informó la semana pasada que el cargo químico es un empleo de tiempo parcial, lo que le ha dejado a Eitan tiempo suficiente para ejercer el cargo de asesor de seguridad nacional del presidente de Colombia, Virgilio Barco Vargas”.

Eitan participó en la operación Babilonia que destruyó un reactor nuclear en Irak y en la llamada Ira de Dios, en 1972, a la que Golda Meir encomendó vengar la ejecución de once atletas israelíes en Munich por un comando palestino denominado Septiembre Negro.

Es entendible que este espía, que según el New York Times afirmó en 2010 en el periódico Haaretz que “en principio, cuando hay una guerra contra el terrorismo, se combate sin principios” y en en la televisión de su país en 2014, que “toda operación de inteligencia es una alianza con el delito” no fuera presentado públicamente por el presidente colombiano. Nunca fue nombrado ofi cialmente ni aparece en la nómina institucional.

Llama la atención que el nombre del mercenario Yair Klein, también israelí, quien desde 1988 entrenó ejércitos paramilitares en Colombia, sea mencionado con frecuencia, en cambio Eitan nunca fi gura. Pero las pesquisas de Donadío descubrieron en una caja olvidada en la Presidencia de la República el borrador de un contrato con una firma de seguridad de Israel por casi un millón de dólares que incluía honorarios y 50 pasajes aéreos Tel Aviv-Bogotá-Tel Aviv.

El ministerio de Defensa se comprometía en este arreglo a proporcionar munición para pistola 9 mm y ametralladora, así como transporte aéreo y terrestre para el desarrollo del programa, aula y polígono día y noche. Nadie de ese gobierno recuerda haber oído hablar de ese contrato. La entonces secretaria jurídica y antes secretaria del consejo de ministros señaló: “No escuché hablar de él ni en el Consejo de Ministros… ni en la Secretaría Jurídica... y en mi opinión un contrato como el que usted describe no habría sido aprobado por el Consejo de Ministros, ni por la Secretaría Jurídica, ni por los entes de control, porque no son temas para contratar, pues su objeto no se cuenta entre los objetos de los contratos previstos por las normas de contratación del Estado”.

Este es el único caso conocido de espionaje encargado por Colombia a otro país. Los que se conocen fueron realizados por el DAS (seguridad del Estado) contra opositores y los magistrados de la Corte Suprema de Justicia la cual dijo en su sentencia: “quien (Álvaro Uribe) desde la Presidencia organizó una estructura criminal con la fi nalidad de neutralizar a las personas que se le enfrentaban”. Según Alberto Villamizar, en ese entonces secretario privado del presidente, a Eitan lo trajeron para proteger al presidente Barco de los narcos, no para cazar nazis. Se conoce que fue asesor de dos primeros ministros israelíes contra el terrorismo: Yitzhak Shamir y Yitzhak Rabin. La oleada de bombas de Pablo Escobar no se había iniciado todavía y el mercenario Klein había sido contratado directamente por los paramilitares. ¿A qué vino entonces Eitan?

El investigador Donadío se pregunta si vino en misión secreta para combatir a la guerrilla porque el memorando que encontró en la presidencia de la República es de 1987 y luego de eso se dispararon los asesinatos de defensores de Derechos Humanos y de los miembros de la Unión Patriótica –UP-, partido creado en 1985 en el marco del proceso de paz entre las Farc y el presidente Belisario Betancurt.

No hay pruebas de esa conexión pero el historial de Eitan conduce a plantear esa hipótesis. Dice Donadío que cuando en 1987 un grupo de dirigentes de la UP se reunió con el presidente Barco para pedirle protección, éste les respondió al fi nal de la reunión:

“Pues ármense, ármense. Yo qué puedo hacer, yo no puedo hacer nada, ármense”. ¿Por qué esa respuesta del supremo responsable de la seguridad de los ciudadanos? ¿Cuál fue el papel del ministerio de Defensa? ¿Qué papel jugaron los organismos de control del Estado? ¿y el del resto de las instituciones? Nada. Nadie vio, nadie sabe nada, nadie responde

 

Por Zheger Hay Harb