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Víctor Flores Olea

Le Monde Diplomatique (Paris, 18 Dic. 2019) sostiene que ni la elección de un billonario a la Casa Blanca ni la presencia visible de candidatos eventuales a la Presidencia del país, que se han declarado socialistas (especialmente Bernie Sanders, senador por Vermont o Alexandra Ocasio Cortés, senadora por New York) que han defendido abiertamente al socialismo entre los integrantes del Partido Demócrata, han tenido el efecto de producir en el país del norte una estampida o un repudio masivo a esa posibilidad. ¿Por qué razón? Se pregunta el mensual parisino, uno de los más prestigiados del mundo: por la simple razón de que el capitalismo se haya a la baja y es criticado cada vez más, sobre todo por las nuevas generaciones de recién egresados de las universidades.

En una entrevista por TV, el magnate Bill Gates explicó el fenómeno diciendo que el costo de las inscripciones a las universidades de mayor prestigio era ya insoportable, incluso en una sociedad de la riqueza de Estados Unidos. Por su lado Warren Buffet, él mismo también uno de los magnates más adinerados de los Estados Unidos (propietario de la cadena mundial Walmart), sostuvo que los impuestos eran totalmente desproporcionados en su país y que esto debería corregirse cuanto antes. Y sostiene Le Monde Diplomatique que en Estados Unidos, “vuelve a renacer una ideología ampliamente rechazada y despreciada en el pasado, el socialismo”.

El siglo pasado, en tanto que el capitalismo no era un modelo universalmente admitido pocos lo combatían. Con el tiempo, sin embargo, la desigualdad en los ingresos y la precariedad del empleo, existentes en el capitalismo, hicieron que surgieran las críticas y hasta el rechazo cada vez más tajante. Pero debe decirse que ni a Bill Gates ni a Warren Buffet les han importado demasiado estos desequilibrios indiscutibles. Y es que tales críticas para estos magnates no tenían mayor importancia en la medida en que sólo se referían a reformas por ejemplo del sistema impositivo y no a la abolición del capitalismo como tal.

Otro de los críticos importantes que han señalado las dificultades principales para que el socialismo se implante en Estados Unidos, ha sido el sociólogo conservador Seymur Martin Lipset (1906-1922), quien sostuvo que la naturaleza del sistema político estadounidense, esencialmente de hegemonía bipartidista, con una sola vuelta electoral, un colegio electoral que privilegia el voto de los Estados, el sufragio universal pero indirecto y. por fin, una clase obrera demasiado heterogénea, producto de diversas olas migratorias que han hecho muy difícil la unidad proletaria y otras dificultades más como una cultura de adhesión a valores individualistas más que a valores solidarios, todos estos elementos han hecho sumamente difícil la implantación del socialismo en Estados Unidos.

Otros observadores altamente calificados, como el alemán Werner Sombart, discípulo de Max Weber, ha dicho, por ejemplo, en un texto ya clásico, ¿Por qué no existe el socialismo en Estados Unidos? Su respuesta es la siguiente, y apunta al “bienestar” o incluso al “aburguesamiento” de la clase obrera, tan extendida en los países ricos de Europa y de otras partes del mundo, especialmente de Estados Unidos. Escribe, por ejemplo, “a medida que mejora la situación material de la clase obrera, buena parte del proletariado se deja seducir por la depravación materalista y prefiere el sistema que potencialmente le ofrece mayor número de placeres, y poco a poco se adapta al espíritu del capitalismo. En ese momento, todas las utopías socialistas que conoce caen por tierra”.

Según Sombart, puesto que el proletariado aspira a “superar” la clase a la que pertenece actualmente, no concibe que pueda ser acompañado en ese difícil trayecto por otro grupo social, y más bien concibe la superación en términos individuales, aislados, concibiendo este ascenso como el resultado de un esfuerzo individual y no colectivo. En condiciones de migración, para estos autores, resulta pues muy complicada la acción en conjunto de una clase que se descubre siempre a sí misma como muy fragmentada a su alrededor. La situación de migración facilitaba descubrir eventualmente la identidad étnica más que la identidad de clase.

Por todas estas razones, resulta excepcional el éxito que ha tenido en el arranque electoral del 2020, Bernie Sanders, por cierto al que se le aclaró que en un sondeo a propósito de su candidatura, los dos tercios de personas que emitieron su opinión declararon que estarían insatisfechos” con la candidatura de Sanders como posible triunfador. A lo que Bernie respondió que en Estados Unidos existía ya un socialismo, pero exclusivamente para los ricos, como lo demostraban los enormes préstamos que el gobierno había hecho en favor de personas como el Presidente Trump, pero que estos préstamos y facilidades sólo eran para los ricos no para la gente sin dinero.

Deteniendo un poco la reflexión, podemos pensar que algunas de estas ideas se aplican a México y a la lucha que desempeña López Obrador para encabezar un movimiento como Morena que tendría una clara connotación de izquierda. Con la gran diferencia de que López Obrador ha sabido ya unificar un movimiento que propone reformas profundas y que Morena está plenamente activa y no tan fácil de borrar del escenario político mexicano, al contrario, que parece consolidarse a medida que pasa el tiempo.

Es verdad, el programa de AMLO es esencialmente reformista y no parece perseguir, por lo pronto, un cambio radical. Pero lo hecho ahora ha sido con gran instinto político, que sus enemigos no han podido detener.

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