Francisco Javier Pizarro Chávez
La mayoría de los gobiernos de los países inmersos en la crisis generada por la pandemia del coronavirus han puesto en marcha acciones extremas para contener su expansión.
Las más socorridas son las de impedir el hacinamiento de los ciudadanos para que no sean expuestos a ser contagiados del virus Covid 19; el confinamiento de los ciudadanos en sus hogares; la suspensión de escuelas; eventos públicos multitudinarios entre los que se incluyen espectáculos artísticos, deportivos, conmemorativos y hasta religiosos; el cierre de fronteras y aeropuertos para evitar el flujo migratorio de países vecinos contaminados e incluso la clausura de centros comerciales, restaurantes, bares, salones de baile y mercados.
Hay incluso gobernantes de naciones infectadas por ese virus que literalmente le han declarado el Estado de Guerra a ese enemigo invisible y decretado el toque de queda a sus connacionales a los que se les prohíbe circular libremente por las calles de una ciudad y/o permanecer en lugares públicos, sobre todo en horario nocturno con el apoyo de sus fuerzas armadas como es el caso de Francia y Argentina.
El presidente Donald Trump también declaró, textualmente, “la guerra al coronavirus” el cual, afirma, es un “virus chino”. Trump dijo que a partir de la semana próxima de este mes “se pondrán dos buques de la Armada, el USNS Confort y el USNS Mercy, para combatir la propagación del virus”, hágame usted el favor.
Considero que estas políticas extremistas son inocuas para la salud de las personas; sumamente costosas para el erario público; dañinas para la economía y, restrictivas a la libertad de circulación, considerada internacionalmente un derecho humano.
Dese mi punto de vista esas rimbombantes acciones, lejos de coadyuvar en la prevención de esa enfermedad contagiosa, lo único que logran es crear incertidumbre y miedo a los ciudadanos que ya están contagiados, así como a sus familiares que son tratados no como víctimas, sino como enemigos y, por tanto, discriminados.
Cito las más relevantes.
1. El cierre de las fronteras y aeropuertos para evitar la “circulación del virus” es irrazonable, pues los virus “no tienen fronteras, ni pasaportes”.
2. Las declaraciones de “Guerra” contra el virus que ha puesto en jaque al mundo entero es totalmente ridícula. Ciertamente es un poderoso enemigo, pero “sin ejércitos ni divisiones militares”, como sarcásticamente lo dijo la escritora Vila Fuentes en su artículo “Confinamiento” publicado la semana pasada en el periódico La Jornada.
Tampoco es cierto que el coronavirus se ha expandido clandestinamente nación por nación como se acusan mutuamente China y Estados Unidos. El contagio del virus es consecuencia de la interrelación que existe en un mundo globalizado en el que se disputa la hegemonía del poder político y financiero entre las grandes potencias.
3. Evitar la aglomeración de ciudadanos en la plaza pública, estadios, congregaciones religiosas y actos políticos, al igual que la suspensión de clases y sobre todo el confinamiento de las personas en sus casas son procedentes para romper la multicitada cadena de transmisión comunitaria de la segunda fase de la epidemia, pero hasta ahí.
Lo que se requiere para contener realmente la pandemia del Covid 19, es poner en marcha una política de salud integral que ubique, vigile, diagnostique y atienda todos los casos de contagio que se presenten en todo el país, pero a la par haga uso de una prueba sencilla de la población saludable, (tamizaje le llama la OMS) para identificar a aquellas personas que tienen una patología, pero todavía no presentan síntomas.
Ello sería una gran contribución para fortalecer el sistema inmunológico que es el que nos mantiene saludables y protege nuestro cuerpo de organismos infecciosos como coronavirus.
El sistema inmunológico está entrelazado con el sistema neurológico (cerebro) y el endocrino (organismo que segrega hormonas), por lo que emociones como el estrés, angustia, depresión y miedo y deficiencias hormonales, reducen su eficiencia y, en consecuencia, nos hace más vulnerables.
Es por ello que las redes sociales, medios de comunicación y politicastros analfabetos, se han avocado a crear un clima de incertidumbre y miedo, con el fin de que los ciudadanos se mantengan asustados e inmóviles con la plaga del coronavirus, tomen distancia no con el contagio de la enfermedad, sino con la 4ta transformación y el presidente de la República al que sin duda alguna también le van a acusar –téngalo por seguro– de ser el causante y por tanto el responsable de la caída del sistema financiero y económico que es lo que más le preocupa y consideran será su principal plataforma para recuperar el poder político en las elecciones de 2021 y 2024.
Veremos y diremos en qué concluye esta pandemia sanitaria y sociopolítica que han convertido en ejes centrales para poner freno y deshacerse, no de la plaga del coronavirus que están usufructuando para que el pueblo “no se mueva ni se toque” con la 4ta transformación.
Espero que el presidente de la República en sus conferencias mañaneras “deje sus gracias” y se avoque de lleno a blindar nuestro país y a proteger a los ciudadanos de la inevitable recesión en puerta de la economía neoliberal globalizada.
Tiene que moverse y tocar piso para lograrlo. El pueblo lo merece.