Guillermo Fabela QuiñonesApuntes
Las repercusiones de la pandemia del Covid-19 serán más dramáticas de lo previsto, por el encadenamiento de las consecuencias que han dejado casi cuatro décadas de nulo crecimiento real en las economías emergentes, como la de nuestro país. Aunque no hubiera surgido este flagelo, el mundo caminaba directamente al precipicio de la recesión. Donald Trump activó una absurda guerra comercial contra China, apostó su futuro a que la ganaría, hoy debe estar dudando seriamente sobre una reelección cada vez más distante.
Entre los más afectados por las consecuencias de la recesión están sus principales votantes, la masa de blancos supremacistas que anhelan un país acorde con la vieja consigna del Destino Manifiesto. Pronto se darán cuenta de que tal sueño no se convertirá en realidad, pues su líder sucumbió a la crisis de una política económica que demostró finalmente su inviabilidad en un mundo globalizado que Trump se empeñó en deshacer, no para volverlo más habitable abriendo cauces a equilibrios geopolíticos, sino para lograr que Estados Unidos apuntalara su hegemonía económica derrotando a China.
Lamentablemente, la peor parte la sufriremos indirectamente los mexicanos, porque una vez que se manifieste el fenómeno recesivo en la estructura productiva, el desempleo pegará muy fuerte a nuestros compatriotas, quienes son desde hace años la principal fuente de divisas que entran a las arcas nacionales, vía el consumo en la mayoría de los estados que expulsan mano de obra. El año pasado enviaron al país 36 mil millones de dólares, cifra que duplica las que entran vía la industria turística y la exportación de petróleo.
El desempleo en Estados Unidos no será tan dramático como en América Latina, porque el nivel de vida estadounidense será por un tiempo el colchón que frenará el descontento masivo, pero de no atacarse la recesión en sus causas estructurales, en el 2021 los problemas sociales que hoy afectan a los países latinoamericanos los empezarán a sufrir los supremacistas blancos y las minorías que sobreviven de las ayudas gubernamentales. Esto no se lo esperaban, obviamente, quienes desde hace cuatro décadas se benefician de la expoliación neoliberal, hoy debe ser su principal preocupación.
Trump tenía como principal estrategia crear condiciones para el regreso de empresas estadounidenses que se asentaron en países del Tercer Mundo, con el propósito de fomentar el empleo en Estados Unidos. El resultado, luego del fracaso de su guerra económica contra el gigante asiático, será adverso. Parecía que iba por buen camino, luego del regreso de algunas empresas del sector manufacturero, pero con un país en recesión es improbable que le apuesten a volver a territorio estadounidense. En México, desde hace décadas, han encontrado condiciones muy favorables, sobre todo por la calidad de la mano de obra a muy bajo costo.
El problema de fondo para los mexicanos es que “cada vez que Estados Unidos estornuda, a nuestro país le da gripa”, como dice un viejo dicho. Ahora la gripa se convirtió en una pandemia, cuyas consecuencias son aún impredecibles. Lo que es muy claro es que quienes más sufrirán son los pueblos más afectados por el neoliberalismo, entre ellos México. Esto obligará al régimen de la Cuarta Transformación a dar los pasos que debió haber dado hace meses, como impulsar una política económica de emergencia, contracíclica como dicen los expertos, que permita paliar los efectos del recorte de divisas de nuestros compatriotas. Esto para empezar, lo más complicado vendrá después.
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