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Hugo Carbajal Aguilar

Es la Economía la raíz del árbol de la sociedad sobre la cual se erige el tronco de la Política y las flores y frutos de la Cultura. Es una imagen muy significativa para entender cómo funciona esta maquinaria.

Hay dos, bueno tres, sistemas económicos que se ofrecen para resolver los problemas más urgentes. Uno de ellos es el Capitalismo Neoliberal que hace del Mercado su eje rector, es decir, todo está en venta, todo tiene un precio. Y cuando dice Todo, es precisamente eso: TODO. No solamente los objetos, la ropa, el alimento, sino también los servicios y los derechos como la salud y la educación. Más delante y como consecuencia, también las personas tenemos un precio y somos una mercancía más. El patrón es el dinero, por dinero, esta sociedad bajo este esquema económico, se presta a obedecer, a someterse, a asumir que ese es su papel y que no le queda más que cumplir con su destino impuesto pues unos nacieron para mandar y otros para obedecer. Esto es la prostitución instalada para todos. Al hacer todo por dinero actuamos todos como una bola de…

Hay una narración en la Biblia en la que se da cuenta cómo el pueblo de Moisés –que atravesaba el desierto– se forjó un becerro de oro y lo adoró como a su dios. Cuando Moisés bajó de la montaña donde había ido a meditar sobre los mandamientos, montó en cólera y los maldijo ordenando que destruyeran ese becerro llamado Mammón. Por supuesto esto es una metáfora que nos ilustra acerca de un pueblo que extravía su destino cuando inclina su cerviz a la adoración del dinero, del oro, de la ganancia.

Podríamos leer y disfrutar estas lecturas así como una –no precisamente divertida- pero sí muy nutritiva que es el primer capítulo de “El Capital” de Carlos Marx (El fetichismo de la mercancía) donde también se ofrece una muy interesante y profunda investigación que da cuenta y riesgo de enajenarse, de perderse y de extraviarse como humanos en favor de un fetiche, de un amuleto, de algo sin valor en el que depositamos hasta la dignidad.

En este capitalista modelo la salud es una mercancía más y la educación se entrega al lucro de los gandallas que repiten un discurso falso y se quedan con ganancias generadas por aquellos que puedan pagar. La educación –una mercancía más– genera competitividad, aislamiento social, individualismo exacerbado, egoísmo puro y presuntuosa mezquindad. Hay otro sistema que es el Socialismo (no hablemos del Comunismo para no escandalizar a mis cuatro lectores). En él, el Estado maneja todo: fábricas, cooperativas, tiendas de autoservicio; dispone la atención al pueblo en materia de educación, de salud, de vivienda; no hay patrones dueños de nada y los beneficios se distribuyen con relativa equidad. Hay una pobreza generalizada pero no hay miseria, ni hambre, ni enfermos sin atención. Los grupos privilegiados, si los hay, son los de las niñas y las ancianas.

¡Ah! El dinero va cobrando un valor relativo y ya no constituye un fin en sí mismo, el objetivo principal del trabajo o de la preparación escolar. Las vocaciones ya no se orientan por la ganancia sino por las habilidades y los gustos personales. Permítanme esta circunstancial anécdota. El Prof. Habacuc, un matemático de prosapia académica y muy gratos recuerdos, me preguntó un día:

–¿Qué está estudiando Hugo?

–Filosofía, Profesor. Le contesté.

–¿Y eso, para qué? Me dijo totalmente estupefacto.

El otro tercer sistema es el Socialdemócrata que toma en cuenta ambos ejes tanto el del Mercado como el del Estado. O bien, el Mercado pero coordinado y orientado por el Estado como rector de la Economía. Esto es el modelo que implantó John Maynard Keynes y que tan buenos resultados le dio a EEUU, país que había llevado el mercantilismo hasta el extremo y se sentía ahora trabado del pescuezo porque ya no podía salir del desmadre en que se había metido. Así que Papá Estado vino en su auxilio y lo sacó del embrollo sólo para que volviera a reincidir en sus desmadres económicos pero ahora con mayor fuerza y denuedo, ya que eso le seguía significando ganancias a las que nunca ha estado ni estará dispuesto a renunciar.

Podemos atestiguar cómo Inglaterra, Estados Unidos y Brasil en esta pandemia, han privilegiado el Mercado por sobre la vida de los habitantes. El dinero por sobre el pueblo. Las ganancias por sobre la Salud.

Y es que el patrón Mercado nunca se fue, se instaló con los Chicago Boys, chavitos dizque ilustrados de esa universidad que presumió sus logros y magnificó sus alcances a nivel mundial con Milton Friedman, principal divulgador de esa teoría económica impuesta mediante el “Consenso de Washington” (ajá, sí) a todos los países subordinados gobernados por títeres del imperialismo. Ese economista que murió creyéndose poseedor del remedio económico esencial fue contratado por Pinochet en Chile a donde acudió presuroso una vez que Kissinger, un doctorado en genocidio, acabó con Salvador Allende y su intención de edificar el Socialismo por la vía pacífica.

Es la truculenta y sanguinaria historia del capitalismo como bien la llamó Rius. Nuestros pueblos continúan derramando su sangre. Stroessner en Uruguay, Ríos Mont en Guatemala, Dabuisson en El Salvador, Pinochet en Chile, Videla en Argentina, Somoza en Nicaragua… y ahora Bolsonaro, Lenin Moreno, Sebastián Piñera, Jeannine Añez, actuales perros de presa, hijos del imperialismo yanqui que siguen cumpliendo su papel.

Estos yanquis asustados al encontrarse ahora como el país epicentro del contagio epidémico vuelven la mirada al papel del Estado y disponen de una millonaria cantidad de dólares para enfrentar el problema. Por fin, ¿el Mercado o el Estado? EEUU bombardea países, los ocupa militarmente, los despoja de sus riquezas. Ahora tienen a Venezuela y su petróleo en la mira una vez que creen haberse asegurado el Litio de Bolivia. Donald Trump recrudece el bloqueo contra ambos países, acusa a la OMS culpándola de sus propios yerros y la amenaza con retirarle sus fondos por no prevenir a tiempo la epidemia.

Cuba, en cambio, ofrece su ejemplar y solidaria ayuda llevando salud con sus médicos y sus medicamentos, mostrando –una vez más– la eficacia de su organización social y sus estupendos resultados. Todos los países excepto Israel y Brasil claman por el retiro del bloqueo injusto, arbitrario, inmisericorde y estúpido que durante más de 60 años ha mantenido EEUU contra Cuba y ahora contra Venezuela. Una medida coercitiva y unilateral que obstaculiza el combate a esta pandemia y ataca a países que practican la solidaridad y la cooperación internacional.

Así que, entendamos. La lucha contra el Neoliberalismo es por la vida. Sus consecuencias son no sólo económicas sino también culturales. Su demoledor impacto acaba con la integridad de la persona pues la destruye física y espiritualmente. Le arrebata todo sentimiento de solidaridad, de entrega, de sacrificio y generosidad por y para el prójimo exacerbando el individualismo, el egoísmo y la mezquindad.

Ninguna lucha puede reducirse a espacios en momentos electorales. Gastarse y desgastarse en demoliciones interiores partidistas en búsqueda de cargos y posiciones es desvirtuar todo el proyecto. Hay que difundir e ilustrar la esencia histórica de las luchas de Izquierda.

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