Opinión

La justa causa

Jesús Peraza Menéndez

El objetivo principal de la automatización de los procesos industriales, comerciales, de servicios, es fabricar el mayor número de productos o atender en el menor tiempo posible, reduciendo costos y garantizando calidad. Disminuyendo al máximo la intervención de personas. Es el motivo de la pérdida masiva de empleos.

Los países industrializados, desde finales de la década, digitalizaron las operaciones bancarias con cajeros automáticos y operaciones en línea. Miles de trabajadores fueron lanzados a la calle. “Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) muestra el proceso acelerado de sustitución de los trabajadores bancarios por los avances tecnológicos. En 2013 se tenía el registro de 239 mil empleados. En 2015, bajaron a 224 mil, es decir, se perdieron 15 mil puestos, en dos años.”

Cito el caso de los trabajadores bancarios pero la automatización es generalizada en todas las actividades, incluidas las de la vida diaria de cada persona que resuelve una parte importante de sus relaciones y necesidades en línea, virtualmente, todas y todos estamos conectados la mayor parte del día.

Sólo algunas actividades han quedado relegadas de la automatización o no han sido dominadas por completo, la creación es una de ellas, otras son las actividades relacionadas con los procesos naturales como la agricultura, la pesca, la cría de ganado, no son autónomas nada ni nadie lo puede ser ya. Aunque se combinan con biotecnologías algunas benéficas y otras agresivas a la ecología y la salud humana con agroquímicos, alteración genética entre otras.

Si un banco resuelve en línea millones de operaciones en segundos se incrementa la productividad, también la automatización y robotización de la industria saca al mundo millones de automóviles baratos desechables. O se procesan bebidas endulzadas saborizadas para miles de millones de seres humanos desde niños.

Doble efecto, millones de personas pierden sus empleos, y se alimentan y consumen lo que les ofrece la automatización que nos enferma a todos, porque respiramos las emisiones de contaminantes en el aire, o bebemos agua con químicos disueltos, o nos alimentamos con comida industrial que nos enferma.

La magnitud de este proceso llegó a su punto de crisis, se cerró el círculo de migración a países centrales o industriales para trabajar como siervos y esclavos en los servicios personales, la limpieza y operación de servicios y comercios y la agricultura tradicional dónde queda.

Millones migran de Africa cuyas naciones han sido devastadas con el saqueo imperialista de sus recursos naturales y destruidas sus formas tradicionales de reproducción social, también en América Latina y los países árabes productores de petróleo. Estados Unidos ha propuesto la extinción con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y países como Israel y Gran Bretaña que la practican ya y empezaron en tiempos modernos en Vietnam.

Las resistencias locales territoriales-con la-identidad, -aunque respetamos sus causas, no alcanzan a defender la biodiversidad ni la naturaleza. Son insuficientes, parten del hecho de que lo “local-territorial-identidad”, no ha sido afectado, que es autosuficiente, posición que fortalece a la parte de capitalismo imperial que ya opera con la globalización con sus procesos de automatización, consumo masivo de los ecosistemas y de la humanidad en la línea de consumo global como las bebidas que causan diabetes, hipertensión y cáncer en esas localidades-con-identidad-territorial, ya son supermercados consumistas.

La corrupción no es sólo la perversión de los procesos de administración pública del enriquecimiento de los funcionarios y gobernantes sino que representan el orden para obtener las ganancias a toda costa con impunidad y con el Estado protegiendo la concentración de la riqueza, en el mejor de los casos con programas de asistencia a los “pobres”, los derrotados en esta competencia desigual, los pobres son trabajadores despojados de derechos y de la condición humana.

La falta de unidad entre la clase trabajadora a nivel local, regional, nacional e internacional se muestra ahora tan perfectamente definida con la pandemia, se le llama LOS ESENCIALES en el mundo, son los trabajadores, los que no pueden parar, son los que producen, los que distribuyen lo que se conviene en compras en línea de los consumidores, la masa de administradores, técnicos y burocracias, ahora en aislamiento porque no son esenciales en la producción pero sí en el consumo y representan la estructura de control político social combinadas con el ejército y la policía o el ejército convertido en policía.

No se puede tener guerra porque el armamento de los ejércitos son tecnológica y científicamente armados bajo el control imperialista sobre la distintas sociedades y regiones inmersas en sus propias formas de sobrevivencia.

La auto-organización es la forma con las luchas específicas reales sin perder de vista la unidad contra el imperialismo-local, la manera en que se presenta para inhibir la vida-viva.

Algunos me dicen que les gusta mi obra, “pero que no piensan como yo” y qué bueno, el pensamiento único es neoliberal o estalinista. No proponen cómo sacudirnos lo inhumano que ahora estalló en una crisis sin retorno. Nosotros lucharemos con la tradición de nuestros ancestors, con lo más avanzado de las ciencias sociales y la tecnología, otra cultura hay que construir.