Opinión

La mafia del poder gobernando desde Palacio Nacional

Georgina Rosado Rosado

Por supuesto la situación en México no daba para más, la macro corrupción rampante de quienes ostentaban el poder (PRIAN), responsables en apariencia del desastre económico y social que generó la polarización entre la riqueza y la pobreza extrema; la narco política, violencia, la persecución y asesinato de quienes se atrevían a alzar la voz, requería de un cambio profundo que pusiera fin a tanto dolor y enojo justificado de la gran mayoría de la población.

Pero esperen, ¿por qué digo en apariencia? ¿Acaso no está claro que el PRI y el PAN no eran los únicos responsables del desastre en que se convirtió nuestro país? Y por tanto, sacarlos del poder tampoco la solución de todos los males, mismos que no se acaban, más bien se acrecientan hoy. Pero si no eran ellos entonces ¿quiénes? Por supuesto que era la mafia del poder, las elites del poder económico y político que no tienen partido, color ni bandera especial, y que finalmente no les importa cuál partido gobierna en México mientras les permitan imponer sus únicos intereses: la acumulación constante de su capital y riqueza, a costa de lo que sea, de daños irreversibles a la naturaleza, sacrificando comunidades indígenas, la salud de las mayorías, la justicia social o negándonos el derecho a una vida sin violencia.

¿Y qué pasaría si hoy nos estuviera gobernando el PRI? (aunque hay que decir que quienes fueron por largas décadas sus miembros destacados aún siguen en el poder), las calles estarían permanentemente tomadas por amplios sectores del pueblo que, escandalizados y ofendidos, reclamarían y protestarían por innumerables temas pendientes, por ejemplo: el nulo avance en las investigaciones sobre los estudiantes asesinados en Ayotzinapa, el asesinato constante e impune de ambientalistas y defensores de las comunidades indígenas, el aumento de la violencia, tanto la común como la generada por los grandes narcotraficantes (los que al parecer se llevan muy bien con AMLO), el creciente desempleo y la pobreza, la misoginia del presidente expresada en innumerables declaraciones y en la desaparición de programas y presupuestos dirigidos a proteger derechos de las mujeres, los ataques a los académicos y artistas, el desmantelamiento de instituciones, etc., etc.

Pero sobre todo, mucha gente estaría llenando calles y gritando en las plazas, protestando por los grandes y jugosos negocios que al amparo de la 4 T se han otorgado precisamente a los integrantes de la mafia de poder como por ejemplo: a Raúl Salinas (narcotraficante hermano de Carlos Salinas) en la Comisión Eléctrica, a Carlos Slim en el más redituable tramo del mal llamado “Tren maya”, o el de Seguros de accidentes, el más caro de la última década, que se le otorgó a Salinas Pliego en la Ciudad de México, sin contar el de casi mil millones en la SEP que también se le asignó en abril; por los mantos acuíferos de Yucatán para la empresa de Romo y tantos negocios más a beneficio de la mafia del poder. Llenaríamos este espacio y no podríamos terminar de enlistar tantas afrentas. Y todo esto sin que se haga justicia y se tomen medidas contra los corruptos que saquearon al país en los sexenios pasados.

Por supuesto que los grandes megaproyectos neoliberales iniciados por el PRI que benefician a la mafia, como el “Tren Maya” o el transístmico, levantarían grandes protestas que pondrían en peligro su realización, si los partidos desprestigiados pretendían llevarlos a cabo. Esa es la razón por la que se requería de un líder con la suficiente legitimidad, incluso con el apoyo de la izquierda y amplios sectores de la intelectualidad, con un discurso populista que le permitieran contar con una base social, para llevarlos a cabo sin que esto ocasionara una revuelta social.

Y sí, es muy claro quién era el único capaz de llevar al cabo la gran tarea de engañar a todo un pueblo, que harto de la corrupción de los otros partidos y convencidos de que valía la pena darle la oportunidad de gobernar, lo llevaron al poder. Y hay quienes prefieren morir engañados, pensando que pudo cumplir su sueño de ver a la izquierda en el poder antes de admitir que AMLO es el nuevo empleado de la mafia que nos gobernó y nos sigue gobernando.

En unos años, quizá, pese a toda su propaganda y miles de millones de pesos repartidos a través de programas electorales, la figura de AMLO ya se habrá desgastado, y la verdad sobre su sometimiento a la mafia de poder que prometió combatir y a la que ahora sirve, le quede claro a muchos de sus seguidores. Pero ya será tarde pues la selva, que afirma no existe, estará irremediablemente destruida, los mantos acuíferos contaminados, los integrantes de las comunidades mayas serán sirvientes en las nuevas ciudades y centros turísticos y la injusticia y violencia continuarán existiendo, o, peor aún, habrá aumentado.