Opinión

Julio y la democracia

Diego Petersen Farah

La queridísima María de la Heras, una de las primeras y más grandes encuestadoras de este país, decía que el sistema priísta era tan perverso que había decidido hacer las elecciones en julio, cuando la mitad del país está inundado y la otra mitad se muere de calor. Algo sabía María de esas perversiones del sistema político, pues lo vivió desde dentro. El Presidente López Obrador quiere instaurar en el calendario de efemérides nacionales el primero de julio, día en que se celebró la elección en la que él ganó, como la fecha de instauración de la democracia, como si lo de atrás no hubiera existido. Celebrar la fecha de su triunfo y de su partido como si fuera el principio de todo raya en el egocentrismo: antes de él, la nada.

Pero, más allá de ello, vale la pena discutir cuál es la fecha en que deberíamos celebrar el advenimiento de la democracia, la primera fecha en que tuvimos realmente elecciones libres. Para algunos la llegada de la democracia en México es el 2 de julio del 2000, cuando se da por primera vez la alternancia de partido en el poder tras 70 años de partido hegemónico. En esa elección Vicente Fox ganó la Presidencia y Andrés Manuel López Obrador la Ciudad de México. Otros consideran el mismo 2 de julio, pero de 1989 cuando el Gobierno de Carlos Salinas reconoce el triunfo de Ernesto Ruffo (PAN) en Baja California como primer Gobernador electo de un partido de oposición. Sin embargo, ese mismo día en Michoacán se operó un terrible fraude en contra el recién nacido PRD.

La verdadera fecha de unas primeras elecciones libres es el 6 de julio. No el de 1988 cuando el gran demócrata hoy parte del Gobierno de la transformación, Manuel Bartlett Díaz, siendo Secretario de Gobernación tumbó el sistema de información porque el PRI iba perdiendo la elección. Sospechamos, con muchos elementos, que esa elección la ganó Cuauhtémoc Cárdenas, pero nunca lo sabremos a ciencia cierta. Es curioso que López Obrador nunca hable de ese fraude y sólo se refiera a aquellos en los que él se ha visto afectado, quizá porque en ese momento él todavía era parte del PRI. Pero el 6 de julio de 1997, tuvimos la primera elección con consejos electorales ciudadanizados, donde los partidos tienen voz, pero no voto, donde el Secretario de Gobernación no mete las manos, con ciudadanos contando los votos en las casillas y cuidando las actas.

No nos equivoquemos: la democracia no nació con el triunfo de López Obrador, él no es el paladín de la democracia en México, sino un beneficiario más. Podemos discutir si en la elección del 2006 hubo acuerdo por debajo de la mesa y si se organizaron los poderes fácticos para descarrilar a un candidato. Lo que no es discutible es que los votos que contaron los ciudadanos y el IFE fueron los que fueron.

La democracia no existe o deja de existir por la voluntad del Presidente, sino por la fortaleza de las instituciones; la democracia no nació con López Obrador, nació con el IFE. Por eso aquel 6 de julio de 1997, no se olvida (y el de 1988, tampoco).

(Sin Embargo.mx)