Opinión

Un análisis de la pandemia por el SARS-CoV-2 en Yucatán

Por Dr. Carlos J. Castro Sansores*

A la fecha de escribir estas líneas, han transcurrido 178 días que la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 se presentó en México y 165 desde el primer caso en Yucatán.

La humanidad no había vivido semejante crisis sanitaria desde hace más de 100 años y, como hace un siglo, nos sorprendió y prácticamente nos tomó sin aviso a casi todo el mundo. Sin embargo, hubo países que supieron responder de mejor forma que otros y, aunque el control de una crisis de tal magnitud depende de múltiples factores, en mayor o menor grado muchos países pudieron contener –hasta cierto punto– el avance de la pandemia. Esto lamentablemente no ha sido el caso de nuestro país.

Hoy acumulamos más de 60,000 fallecimientos y más de 550,000 casos positivos. Las razones son muchas, pero cabe resaltar que quizá una de las principales fue privilegiar la política sobre la ciencia, los intereses de grupo sobre la salud pública, y hoy estamos viendo los resultados, somos el séptimo país con más casos en el mundo y el tercero con más muertos.

Esto ha llevado a que en fechas recientes hayan surgido voces extrapolando lo que ocurre en el ámbito nacional a las acciones implementadas en Yucatán y opinando sobre lo “mal planeada” que han sido las estrategias efectuadas en nuestro Estado. Por ello hoy me permito disentir de estas opiniones y poner en contexto amplio cuáles han sido las estrategias que se han llevado al cabo en nuestro Estado para contener la pandemia y qué resultados estamos observando.

Desde el primer momento en que se tuvo conocimiento de la presencia del SARS-CoV-2 en nuestro país, se encendieron las alarmas y se inició un trabajo de análisis serio sobre cuáles eran las condiciones de la infraestructura en salud de Yucatán. No bien se detectó el primer caso en nuestro Estado, se conformó un comité asesor de apoyo a las autoridades estatales y se plantearon las primeras medidas para proteger a la población. Para poner sólo un ejemplo, nuestro Estado fue de los primeros en suspender las actividades educativas en todos los niveles, antes incluso que la Secretaría de Educación Pública diera esta indicación. Se hizo un inventario de los recursos e insumos que se estimaban necesitar de acuerdo con las primeras proyecciones estadísticas y, en caso de insuficiencia, se indicó que se adquirieran los equipos necesarios. Estas y otras muchas medidas que por obvio del espacio no se pueden desglosar, fueron implementadas desde el primer momento y por ello no comparto la opinión de que los resultados son un fracaso.

Para sustentar esta opinión me permito exponer los datos duros de los indicadores que guían las decisiones que las instituciones de salud toman ante la pandemia. Un indicador de cuál es la situación de las infecciones en el Estado es el número de camas ocupadas por ingresos debidos a infecciones respiratorias agudas graves (IRAG), para el 28 de julio del presente había una ocupación de 590 camas por estas patologías, lo que señalaba una tendencia creciente debida a múltiples factores, entre ellos fenómenos climatológicos que afectaron al Estado y que impidieron mantener el distanciamiento necesario para disminuir los contagios. Casi un mes después, el 25 de agosto, y debido a las medidas restrictivas que se implementaron, el número de camas ocupadas por (IRAG) es de 383, esto significa una reducción del -35%.

Un segundo indicador es el número de ingresos hospitalarios diarios que para julio 28 era de 76 ingresos, siguiendo la tendencia señalada anteriormente. Un mes después, el 25 de agosto, el número de ingresos diarios ya había bajado a 44, lo que representa una disminución del -42%.

Sin duda, otro indicador muy importante es el número de personas infectadas que permanecen “activos”, esto es, que tienen potencial para infectar a más personas. Para julio el número era de 3,070 casos activos, lo que encendían las alarmas e hicieron que Yucatán fuera puesto en Semáforo Rojo por la Federación y que se reforzaran las medidas de contención en el Estado. Estas medidas funcionaron, ya que, para el 25 de agosto, el número de casos activos en Yucatán fue de 1,227, una significativa reducción del -60%.

Un indicador importante en una epidemia es el Rt o tasa de transmisión real del virus en un determinado momento y que varía en función de los protocolos de control establecidos en cada país o Estado. Pues bien, en Yucatán el Rt era de 1.3 para el 28 de julio y para el 25 de agosto su valor era de 1.12, esto significa una reducción del -13.8%.

Los datos arriba señalados son concordantes que los hallados en la plataforma COVID-19 Monitoreo de Casos en México por Estados de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde podemos decir que, dentro de los indicadores utilizados por esta plataforma, cinco de ellos demuestran que las cosas están funcionando positivamente para Yucatán.

Por otro lado, en el tema de las defunciones, la tasa de letalidad en Yucatán ha sido de 9 defunciones por cada 100 casos de COVID-19 desde el inicio de la pandemia, ocupando con ello el lugar 22 por tasa de letalidad entre los 32 Estados del país y por debajo de la media nacional que es de 10.9, lo que representa el gran trabajo que nuestros médicos y en general nuestro personal de salud están realizando en los hospitales.

Con estos datos resulta evidente entonces que las estrategias han funcionado y que nuestro Estado implementó de manera oportuna diversas medidas que, aunque muchas no han sido del agrado de alguna parte de la población, son necesarias para poder contener esta crisis al menos hasta que tengamos una vacuna o un tratamiento eficaz para esta enfermedad.

Como dije en un principio, el control de una pandemia es multifactorial y hay factores que escapan de las medidas implementadas por la autoridad. Quizá el más difícil de ellos sea el cultural, seguimos siendo una sociedad que cree más en mitos, amuletos y opiniones de “expertos” que hoy abundan por todos lados, que en la ciencia y en la disciplina. También se tiene que reconocer que estamos ante un hecho inédito del que todos estamos aprendiendo y que por lo consiguiente ha habido errores que se han ido corrigiendo conforme se ha ganado experiencia.

En su conjunto, la autoridad y la sociedad están haciendo su trabajo, sólo el tiempo dirá si fue el adecuado o no, pero de que hay avances, los números lo demuestran. No es correcto opinar sin sustento, opiniones de este tipo desinforman y contribuyen a denostar un trabajo que al final es para beneficio de toda la sociedad.

*Director de la Facultad de Medicina en Yucatán