En días pasados, en una de sus conferencias mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador acusó a organizaciones sociales, medios de comunicación independientes y centros de estudios de recibir dinero de fundaciones internacionales. Aseguró, además, que los recursos recibidos eran para que se opusieran al proyecto del Tren Maya. Estas aseveraciones son, o una tremenda ignorancia o forman parte de un perverso plan para estigmatizar a las organizaciones de la sociedad civil, o ambos.
Posteriormente en otra conferencia la periodista Daniela Pastrana, de la organización Periodistas de a Pie, tuvo que explicarle que los medios independientes buscan fuentes de financiamiento que les permitan no estar sujetos a las presiones de los gobiernos locales o federal en turno. El presidente se quedó sin argumentos o, más bien, nunca los tuvo.
Al igual que los proyectos de periodismo independiente, hay organizaciones civiles que trabajan por causas y sectores que han sido ignorados o manipulados por los gobernantes y políticos en turno. Lamentablemente, parecería que a este Gobierno Federal, la independencia le estorba. Desde el inicio, suspendió los apoyos que ya estaban aprobados en el presupuesto para cientos de organizaciones de base, lo que ha lastimado a millones de personas en situación de vulnerabilidad extrema. ¿Por qué? Porque la enorme mayoría de estas organizaciones defienden derechos y alzan la voz cuando hay injusticias.
El trabajo social le hace mucha falta al país. Sobran indicadores que dan cuenta de la impunidad, de la inseguridad, y de derechos que se quedan en letra muerta. El trabajo que realizan las organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación está bajo acecho no sólo por la falta de recursos, sino por la estigmatización del presidente. No es gratuito que durante este sexenio ya se contabilicen 26 personas defensores de derechos humanos y 15 periodistas muertos (datos de Artículo19).
A las amenazas y a los asesinatos por parte de organizaciones criminales, ahora se suma un hostigamiento permanente del Gobierno Federal, empezando por el presidente. Parecería que la descalificación es el nombre del juego. Descalificación a organizaciones sociales; a periodistas y medios; a opositores, o simplemente a quien piense distinto; descalificación hacia algo tan natural en el mundo democrático, como es el financiamiento a organizaciones en el marco de la cooperación para el desarrollo.
Cuando uno suma la cancelación de apoyos, el hostigamiento político y la crisis económica, es claro que no exageramos si decimos que el conjunto del sector social, entendido como el universo plural de nuestras organizaciones sociales, vive su mayor crisis. Sabemos que el Gobierno Federal no se caracteriza por su apertura, ni por su tolerancia.
Así están las cosas. Con crisis de salud, con depresión económica, con la criminalidad a sus anchas, con el autoritarismo y la intolerancia a todo lo que dan. Nunca había hecho tanta falta una oposición creativa, sensata y combativa, una prensa libre, y una ciudadanía, organizada o no, pero siempre vigilante y crítica. Y no es que no tengamos reservas de todo ello, pero debemos trabajar para que continúen existiendo, y trabajar para construir opciones distintas a las que hoy nos venden como camino único. Las instituciones, la democracia y los derechos no se cuidan solos. Ahora, más que antes, habrá que defenderlos.
Por Maria Elena Morera
(Colaboró Nadia Sanders)
@MaElenaMorera
*Presidenta de Causa en Común