Lo que sucedió en la sesión del Congreso de Estados Unidos durante la ratificación de la elección presidencial nos debe llevar a una profunda reflexión sobre los probables escenarios electorales de nuestro país.
No cabe duda de que el bastión que salvó a Estados Unidos de la barbarie perpetrada por un grupo de seguidores del presidente Trump, que pretendieron tomar por asalto el Capitolio para presionar a los legisladores e impedir la ratificación del triunfo de Biden, se compone de dos factores fundamentales: primeramente, la cultura democrática que forma parte del ADN norteamericano. Constatar la actitud de legisladores republicanos que desconocieron las pretensiones del presidente al que ellos impulsaron hace cuatro años, de impedir la transmisión de poderes al presidente electo Joe Biden, así como la convicción histórica del vicepresidente Mike Pence quien conducía le sesión y no cedió ante el acoso de su jefe y amigo Donald Trump que le exigía obstaculizar el proceso. En esas pocas horas Pence y los legisladores republicanos que se opusieron a las pretensiones del presidente y se pusieron del lado de sus propias convicciones morales y políticas, asumieron una dimensión histórica de estadistas.
Escuchar a los mismos legisladores republicanos, que hicieron campaña por su correligionario deslindarse de la provocación e incitaciones del presidente hacia sus seguidores que ya estaban en la calle manifestándose, fue una lección de democracia. Quedó claro que la madurez de la democracia norteamericana se manifiesta en un respeto absoluto hacia sus instituciones, sus procedimientos y el voto del ciudadano, incluso cuando no les favorece.
Si la cultura democrática fue uno de los dos pilares que salvaron a la democracia norteamericana, el otro fue la fortaleza de las instituciones de ese país.
En contraste, en México la calidad de la cultura democrática de los militantes morenistas que aspiran a un cargo de elección popular, que hoy son mayoría y tienen el monopolio político en el país, quedó manifiesta en la rebatinga bananera por las candidaturas. Los golpes bajos, el fuego amigo y las campañas negras contra adversarios políticos dentro de su propio partido, fue evidente.
Lo que une a los morenistas no son los ideales de un mejor país, sino las alianzas y componendas de intereses para llegar al poder y mantenerse en él, al precio que sea.
Que Félix Salgado Macedonio con una acusación de agresión sexual, como la que enfrenta por parte de una excolaboradora, no debiese ser el candidato de Morena a la candidatura de la gubernatura del Estado de Guerrero, es una gran verdad, pues esa acusación pone en duda su calidad moral, por lo menos mientras se aclara.
El otro pilar, representado por la solidez de las instituciones que tienen autonomía de gestión frente al poder presidencial y representan contrapesos, está sometido desde ahorita en México a un bombardeo agresivo con el objetivo de desaparecerlo.
Por tanto, es inevitable hacernos la pregunta: si sucediese algo similar aquí después de la próxima elección en 2021 y el presidente no aceptase una derrota electoral de su partido ¿los legisladores de Morena desoirían una instrucción presidencial?
Hasta ahora la experiencia nos muestra que los legisladores morenistas siempre están a la espera de señales enviadas desde Palacio Nacional para complacer a su líder moral. Seguramente ninguno haría lo que el vicepresidente Mike Pence realizó ante la petición de su jefe y su amigo.
La solidez de nuestras instituciones jurídicas está desgastada frente al acoso de la 4T y así lo demuestra la actitud de todas las instancias judiciales frente al tema del apagón eléctrico del 28 de diciembre pasado y la forma en que la CFE, pasando por encima de procedimiento jurídicos aprovechara este acontecimiento para seguir con la política de acoso a los generadores de energías limpias, con el consiguiente impacto negativo en los planes de inversión que los grandes capitalistas e esta industria tenían para México.
Incluso, hay un delito de falsificación de firma y de documento que es muy fácil descubrir. ¿Irá a la cárcel quién hizo este ilícito?... ¿Llegará la justicia hasta los altos niveles jerárquicos de la CFE?
¿Qué autoridad judicial se enfrentaría a un amigo del presidente? Si llegase a haber un castigo, seguramente será para un funcionario de bajo nivel.
No es descabellado suponer que estas próximas elecciones de junio de este año serán las más cuestionadas de la historia de México y se resolverán, en muchos casos, en tribunales, con todas las consecuencias de inestabilidad que provocan los conflictos electorales como lo ha exhibido la elección presidencial de Estados Unidos.
El mayor reto sociopolítico que tenemos en México es que además de remontar la crisis sanitaria que nos deja el COVID y su impacto en la economía, la sociedad civil debe unirse en bloque para resguardar y proteger nuestro “estado de derecho” y con ello a las instituciones autónomas que dan certeza jurídica a cada uno de los sectores prioritarios para nuestro país. Y… ¿A usted qué le parece?
Por: Ricardo Homs