Presionados por la necesidad de ofrecer esperanzas, algunos gobiernos anuncian adquisiciones de vacunas cuando apenas han realizados pedidos o negociados cartas de intención, mientras alguna prensa divulga tales esfuerzos de modo descontextualizado o confunde planes con resultados. He visto titulares que anuncian el encargo de un millón de dosis, sin especificar que serán servidas al cabo de varios meses y que tal cantidad alcanza para inmunizar a 500. 000 personas.
Las empresas fabricantes de vacunas suelen seguir la estrategia comercial de aceptar pedidos de varios países a la vez en cantidades que no pueden servir inmediatamente, entregando parte de lo contratado en varios plazos, a veces a cuentagotas. Días atrás se conoció de un país que recibió 27. 000 dosis, con lo cual apenas podía inmunizar a 13. 000 de sus casi 20 millones de habitantes.
Las entregas parciales obligan a los países a almacenar y acumular las vacunas hasta tener cantidades suficientes para emprender campañas nacionales o como mínimo, para inmunizar a determinados sectores o estratos poblacionales, lo cual es altamente complejo.
Supóngase un país, que en un momento dado no posee vacunas suficientes para una campaña nacional, decide inmunizar a sus médicos, ancianos o maestros que están dispersos por toda su geografía, lo cual en países grandes y con extensas zonas rurales resulta tan complejo como vacunar a todos. Las entregas parciales que se acumulan, como también los grandes pedidos, exigen condiciones de almacenamiento, refrigeración y condiciones higiénicas con las cuales muchos países no cuentan.
A las naturales complejidades derivadas de la incapacidad de los fabricantes para satisfacer todos los pedidos, de los países para contratar de una vez las cantidades que necesitan, la tragedia de aquellos países que dependen de asistencia internacional o donaciones y la carencia de infraestructuras médicas para aplicarlas, se suman los intereses comerciales de firmas que crean “clientes cautivos”.
Estos son problemas que en general no tienen los países donde radican las empresas productoras. La Unión Europea intenta obligar a las de firmas de Estados Unidos o Gran Bretaña que poseen plantas productoras en territorio europeo a que retengan y distribuyan allí las vacunas que producen o parte de ellas.
Para responder a sus urgencias, en lo referido a las vacunas, Estados Unidos ha invocado la Ley de Producción de Defensa (DPA) una legislación de la época de la Guerra de Corea que obliga a las empresas farmacéuticas a dar prioridad a los pedidos del Gobierno Federal. Dicha norma permite a las compañías aplazar o rescindir contratos, desviar entregas o cualquier otra acción para cumplir con el encargo estatal. A estas problemáticas se suman diversos aspectos políticos.
En cualquier caso, es válida la afirmación de Anisley Silva, una ingeniosa comentarista de la televisión cubana quien ilustró la tragedia al afirmar: “La pandemia alcanza para todos, las vacunas no”. Allá nos vemos.
Por Jorge Gómez Barata