Opinión

Francia operando bajo la hipótesis de un gran conflicto armado

Por Esto!

En teoría, vivimos los tiempos más pacíficos de la historia. Las gráficas y los datos estadísticos, como los publicados en 2015 por Max Roser, o por Steven Pinker, demuestran que, tras 600 años de conflictos armados, después de los años 80 y muy notablemente después del 2000, las caídas en las cifras de estos conflictos y en las muertes a causa de ellos, son brutales. Pinker incluso argumenta que la disminución en la conflictividad se debe al ascenso de la democracia, el capitalismo, la civilización industrial e instituciones internacionales. Sin embargo, de manera paralela, encontramos cosas como esta: Las fuerzas armadas francesas, explica The Economist, prevén que en los próximos años se vivirá un conflicto internacional de escala mayor, y están modificando sus estrategias para prepararse ante ello.

En el fondo, hay un problema conceptual: la gráfica de Roser se titula “600 años de guerra y paz”, asumiendo que cuando no hay conflictos o muertes por guerras, entonces se puede hablar de años de paz. Ese es uno de los mayores malentendidos existentes puesto que la paz no es únicamente la ausencia de guerra o violencia, sino muchas otras cosas. Entre otros temas, el miedo a la violencia no solo nos produce una “sensación” o “percepción” de falta de paz, sino que el miedo a la violencia es en sí mismo parte constitutiva de la falta de paz. La investigación ha demostrado que, bajo condiciones de miedo, cambiamos nuestras conductas. Sospechamos del vecino. Buscamos de dónde agarrarnos para proteger nuestra seguridad vulnerada. Cambiamos nuestras leyes. Apoyamos iniciativas o políticas de mano dura. Nos volvemos más intolerantes. Odiamos más y cometemos más crímenes por ello. Y sí, también nos preparamos para la guerra.

Es notable la evolución del conflicto armado como es visualizado por las fuerzas armadas francesas. Se trata, dice The Economist, de una transformación generacional. Hace 30 años, el ejército francés se dedicaba mayormente a labores de “mantenimiento de paz”. Durante la última década, las mismas fuerzas armadas se entrenaban principalmente para combate de contrainsurgencia, lo que desplegaron en el Sahel en África. Pero en su visión estratégica para la próxima década, Francia ha decidido prepararse para conflictos entre estados, guerras de mayor escala. Este escenario ya tiene incluso su propio acrónimo: HEM (Hypothèse d’engagement majeur—Hipótesis de enfrentamiento mayor).

La visión francesa exhibe la propia evolución del conflicto armado en los últimos años. Después de la Guerra Fría, a pesar de los conflictos que persistieron, el planeta parecía encaminarse hacia un mayor estado de paz. Unos años después, sin embargo, hubo un crecimiento en el número y las capacidades de distintos actores no-estatales violentos que han alimentado varios conflictos armados aún vivos. Sin que esas circunstancias se hayan esfumado, ahora estamos viviendo nuevamente el escalamiento de la confrontación entre las superpotencias. Esto se manifiesta desde rubros como la ciberguerra o la guerra informativa, hasta otros como la competencia por espacios geográficos o la carrera armamentista, otra vez completamente desatada.

Las lecciones: un estado de paz no se limita a la disminución de la guerra o la violencia visible, o una reducción en las muertes o daños materiales por los conflictos que explotan. Cuando explotan, ya estamos tarde. Mucho antes, y sobre todo cuando las potencias anuncian estarse preparando para la guerra, se necesita construir actitudes, instituciones y estructuras que no solo propicien esa paz, sino que la sostengan (IEP, 2020). Tomar conciencia de ello es fundamental si queremos un planeta distinto.

Por Mauricio Meschoulam