Opinión

Fuerzas y relaciones

Mi mejor adquisición cultural ha sido aprender marxismo, lo cual implicó compartir los errores teóricos de los exegetas, entre los cuales figura no haber tomado suficientemente en cuenta que, las ciencias sociales se forman con abstracciones, derivadas de las esencias de la realidad, pero que no son la realidad misma.

Como parte de ciertas explicaciones, era obligatorio parafrasear a Marx cuando razonó que: En la producción social de su vida la humanidad desarrolla fuerzas productivas que corresponden a diferentes fases de su desarrollo y que, al llegar a un punto determinado, entran en contradicción con las relaciones de producción existentes que se han convertido en trabas. El choque –concluía- entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción abre una época de revolución social…

Inmediatamente, los estudiantes levantaban la mano para preguntar y sobre todo, para expresar dudas:

-“Profesor, algo está mal, hubo una revolución socialista en Rusia donde las fuerzas productivas estaban menos desarrolladas que en Alemania e Inglaterra: ¿Por qué? y ¿Por qué no hay una revolución en Estados Unidos donde las fuerzas productivas están súper desarrolladas?  

Ese era el momento en que, tratando de no desmentirnos ni desmentir a Marx, se acudía a la caja de herramientas para explicar que, en aquella afirmación, Marx no se refería a ningún país o proceso político concreto, sino que se trataba de una profunda abstracción, de modelo teórico o esquema, una especie de maqueta, que permitía comprender y explicar de modo global el funcionamiento de la historia en su conjunto.

En términos estrictamente teóricos y metodológicos, la contradicción entre las fuerzas productivas y el choque entre ambas estructuras sociales es una modelación, útil para comprender y explicar los cambios que ocurren en grandes períodos de tiempo y afectan a formaciones sociales enteras.

Mediante ese esquema, se puede comprender la transición del feudalismo al capitalismo y especular cómo podría ser del capitalismo al socialismo, pero no predecir cuándo ocurrirá la revolución social en Estados Unidos ni por qué tuvo lugar en Rusia. Afortunadamente, tocaba el timbre y se aplazaba el debate. Lamentablemente, en la próxima clase, el tema era otro.

No obstante, siempre trataba de que los estudiantes comprendieran que las teorías sociales, el marxismo y el liberalismo incluidos, son herramientas del pensamiento, que permiten comprender las esencias de la realidad y atalayar el pasado y el porvenir, pero no son aplicables a cada anécdota o episodios nacional y mucho menos local.

Los recursos teóricos aportados por el marxismo, permiten comprender que cuando los dirigentes cubanos aluden a la existencia de obstáculos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, acuden a una analogía o un símil, una referencia conocida que, aunque atinada, se refiere a una dimensión diferente a la considerada por Marx. De otro modo, habría que establecer un corolario imposible porque sugeriría la necesidad de cambiar las relaciones de producción. ¿Será ese el caso de Cuba? ¡No lo creo!      

En cierta ocasión escuché a un profesor decir que las teorías concuerdan con la práctica social de modo aproximado e impreciso, según él: “Como un guante coincide con la mano del boxeador y no como la misma prenda encaja en la del cirujano”.

Por Jorge Gómez Barata