Opinión

La Unión Europea, farmacia del mundo

El 9 de mayo de 1950, en un continente europeo azotado por dos guerras mundiales sangrientas, se lanzó la aventura más fantástica de integración voluntaria entre pueblos en la historia de la humanidad. A lo largo de esos 71 años, han sido considerables los avances, pero también muchas las vicisitudes, las impaciencias y las críticas. Este año de pandemia no ha sido la excepción y la relativa lenta campaña de vacunación en Europa frente a algunos países ha sido señalada como una muestra de debilidad o de ineficiencia de la Unión Europea. Sin embargo, al mirar objetivamente las cosas y hacer un balance de esta crisis, la UE está saliendo progresivamente de esta terrible pandemia con la cabeza en alto, demostrando cuatro éxitos claves.

El primero es científico: las vacunas sobre las cuales la UE ha apostado desde un principio 4 mil millones de euros para su investigación y producción son las más eficientes del mundo: usan una tecnología revolucionaria que en gran parte fue desarrollada en Europa. El segundo es económico: contrariamente a otras potencias, la UE supo en pocos meses instalar una capacidad de producción de decenas de millones de dosis al mes, que pronto se convertirán en cientos de millones. El tercer éxito es moral y ético: la UE ha exportado más vacunas que las que ha inoculado a su propia población: si las hubiera reservado todas para su uso interno, hoy estaría al mismo nivel de vacunación que EE.UU. Esas exportaciones no están condicionadas a ninguna contraparte y nunca han sido restringidas para los países que las necesitaban. México ha sido uno de los principales beneficiarios, pues 40% del total de dosis que ha recibido hasta ahora han sido exportadas por la UE. Además, la UE ha sido el principal donante al mecanismo internacional COVAX que ha permitido que, hasta ahora, 121 países, entre ellos México, hayan accedido a 50 millones de vacunas adicionales.

El último éxito de la UE ha sido político: no solo ha mantenido su unidad en medio de las turbulencias provocadas por la pandemia, sino que la ha fortalecido. El bloque se ha juntado para ejercer una competencia en materia de salud que era inicialmente de los Estados miembros y no de la UE, lo cual le ha permitido negociar con las empresas farmacéuticas las mejores condiciones en términos de precio y garantías. En materia económica, ha dado un paso decisivo en el camino hacia la integración con un plan de recuperación de 750 mil millones de euros financiado, por primera vez, por un endeudamiento común. Este plan permitirá financiar una recuperación más ecológica, a través del Pacto Verde Europeo que hemos adoptado, y más moderna, promoviendo las nuevas tecnologías y la economía digital. Además, el esfuerzo solidario de la UE para compartir las vacunas le confiere una legitimidad particular para liderar la cooperación internacional en otros frentes claves para la preservación del planeta, como el cambio climático.

El balance humano y socio-económico de la pandemia en Europa es aterrador, pero la capacidad de unión de los europeos los ha protegido de un desastre mucho mayor y les da mejores perspectivas de recuperación. Como muchas otras veces en la historia, esta crisis ha demostrado la fuerza de la comunidad de destino que une a los pueblos europeos y la solidez de las instituciones que han creado. Se nos olvida a veces esta realidad. Hoy, que celebramos el Día de Europa, la tenemos que recordar.

Por Gautier Mignot