Opinión

No se trata solo de patentes

La decisión del presidente Joe Biden de apoyar el levantamiento de las medidas de protección de la propiedad intelectual que resguardan las patentes, sumado a la disposición de entregar 80 millones de dosis y el aporte de 4 billones (millones de millones) al mecanismo de COVAX, son disparos a la línea de flotación de la doctrina neoliberal, para la cual, cualquier intervención del gobierno para cooptar el mercado y a favor de algún tipo de socialización, es pecado irredimible.

Apreciada en conjunto, las respuestas a la pandemia por parte de la comunidad médica y científica, así como de la industria farmacéutica de cada país y a escala global, han estado a la altura de las circunstancias. No puede decirse lo mismo de los gobiernos. Algunos como los de Trump y Bolsonaro, son ejemplo de lo contrario. 

Aunque los sistemas de salud pública han sido desbordados o han resultado inadecuados, los médicos, enfermeras(o), técnicos y empleados se han consagrado hasta el sacrificio. En todo el mundo han fallecido alrededor de 8 mil de ellos. Trabajando con gran eficiencia, en cuestión de meses, las firmas farmacéuticas han obtenido alrededor de 10 vacunas eficaces que se producen masivamente.  

Aparte de la iniquidad en la distribución, el mayor problema respecto a las vacunas, ha sido la politización que hasta hoy impide que los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europa, China, Rusia y otros y sus empresas realicen esfuerzos decisivos conjuntos. A los problemas científicos y logísticos se suman los de naturaleza política, entre otros, la aplicación por Estados Unidos de la Ley de Producción en Tiempos de Guerra, los contrapunteos entre la Unión Europea y Gran Bretaña asociados al Brexit y la discriminatoria de las vacunas rusas y chinas.

No obstante, la creación de mecanismos como la Alianza Gavi para las Vacunas (GAVI), la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI) y el Fondo de Acceso Global para Vacunas COVID-19 (COVAX), gestionado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), resaltan la pertinencia de las instituciones globales, especialmente la ONU.

Entre los debates en torno a esta problemática ha estado la propuesta de liberar las patentes para que cualquier firma, en cualquier parte, pueda producirlas, lo cual parece justo, aunque también presenta problemas.  

Según Albert Bourla, director ejecutivo de Pfizer: “Renunciar a las protecciones de patentes para las vacunas Covid, desencadenaría una carrera mundial por las materias primas…La infraestructura no es el cuello de botella…La restricción es la escasez de materias primas altamente especializadas…La vacuna de Pfizer requiere 280 materiales y componentes diferentes que se obtienen de 19 países de todo el mundo, dijo Bourla…”

Por otra parte, según Noubar Afeyan, CEO de Moderna: “Las patentes de productos científicos de alta complejidad como son los medicamentos avanzados y las vacunas, no son recetas para mezclar ingredientes y obtener nuevos productos”. Otros expertos llaman la atención sobre el hecho de que las patentes o registros, no contienen toda la información necesaria para la elaboración de los productos y tampoco para su escalado productivo.

Suponiendo que los grandes fabricantes de vacunas cedan sus patentes, en muchos casos habría que realizar complejas y costosas transferencias tecnológicas, calificar a profesionales, técnicos y obreros y crear un sistema de supervisión. Por otra parte, no siempre la cesión, beneficiaría a pacientes pobres, sino a empresas que producen con fines de lucro.

A todo ello se suma el hecho de que aquellos países que logren vacunar a su población, obtendrán un producto que no es infalible porque, como revela Johnson & Johnson, es posible que el 28% de las personas vacunadas con su preparado contraigan el virus. La buena noticia es que, según la propia compañía, los vacunados no tendrán necesidad de ingresar en un hospital y muy pocos corren el riesgo de fallecer. Pfizer cree que el 6 por ciento de los vacunados con su preparado pueden enfermar y requerir asistencia hospitalaria.

No se trata sólo de patentes, pero son pasos por el camino correcto. En cualquier caso, al socialismo se llega socializando. Como ha señalado el eminente científico cubano Agustín Lage: “Hasta la mejor vacuna necesita un modelo de salud pública eficaz que la respalde”.

Por Jorge Gómez Barata