Opinión

Vacunas. Estudios de caso

 “Un abogado dominicano, amigo y lector, me escribe lo siguiente: “Que no te quepa la menor duda, de que somos víctimas de un plan de un gobierno mundial oculto que ha puesto en marcha un proyecto de despoblación. Aquí no nos hemos vacunado en casa y no está en planes hacerlo… El negocio de las vacunas de las multinacionales farmacéuticas, sigue viento en popa y los gobiernos no le dicen a la gente que son vacunas experimentales. Aquí se están muriendo personas con dos dosis de vacuna…”

Desde que existen registros históricos, el mundo ha padecido al menos una docena de pandemias, algunas de las cuales, como la viruela, azotaron durante miles de años. En medio de la tragedia que significa el COVID-19, la humanidad puede sentirse optimista pues, en poco más de un año, se han creado una docena de vacunas de probada efectividad y más de mil millones de personas están completamente vacunadas. En la medida en que grandes países completen sus ciclos, los ritmos deben incrementarse con lo cual se espera controlar la enfermedad.

La vacunación masiva constituye la más osada aventura de la medicina moderna, debido a que consiste en inocular a personas sanas preparados biológicos portadores de graves enfermedades. No obstante, es el recurso más eficaz y el único que ha logrado controlar e incluso erradicar algunas de las más graves enfermedades que ha conocido la humanidad, entre ellas la viruela, la poliomielitis y la tuberculosis y reducir al mínimo el impacto de otra decena de ellas.

El largo camino al éxito comenzó en 1796 cuando el médico británico Edward Jenner aplicó a un niño sano un preparado elaborado a partir de las pústulas de vacas enfermas de viruela, la criatura desarrolló una forma leve de la enfermedad. En 1980, 184 años después, la Organización Mundial de la Salud declaró que el mundo estaba libre de la enfermedad.

En 1882, el científico alemán Robert Koch descubrió el bacilo de la tuberculosis que lleva su nombre y 40 después, en 1921, los científicos franceses Albert Calmette y Camille Guérin, crearon la vacuna antituberculosa BCG (Bacilo de Calmette-Guérin), la más antigua de las que actualmente se aplican y de la cual, en 100 años, se han administrado más de cuatro mil millones de dosis.

No obstante, los éxitos se han visto circunstancialmente opacados por trágicos incidentes ligados, sobre todo, a deficiencias en los procesos de fabricación; entre ellos sobresalen las tragedias de Lübeck y del laboratorio Cutre.

En 1924, la vacuna BCG comenzó a fabricarse y aplicarse en gran escala hasta que, en 1930, ocurrió el llamado desastre de Lübeck, una ciudad alemana donde, de un grupo de 250 niños inoculados, casi 80 murieron de tuberculosis, lo cual creó una alarma mundial.

La investigación reveló que se trató de deficientes manejos, en un laboratorio, lo cual provocó que un lote se contaminara con una cepa virulenta del bacilo.

Tras casi 30 de investigaciones y pruebas de escala extraordinaria, en 1955, se aprobó en Estados Unidos la producción y aplicación masiva de la vacuna contra la poliomielitis, desarrollada por Jonas Salk. Desafortunadamente, el laboratorio Cutre, de California, por error lanzó al mercado algunos lotes que contenían cepas activas del virus, afectando a 260 niños, de los cuales 164 quedaron paralíticos y 10 murieron. Realizado el control de daños, se reinició la producción y la aplicación de la vacuna.

Gracias a las vacunas, en 2016, en todo el mundo se reportaron apenas 37 casos de poliomielitis, considerándose una enfermedad prácticamente erradicada.

Mi amigo tiene derecho a creer lo que cree respecto a las vacunas y yo a divulgarlo, lo cual no me impide considerar erradas sus opiniones, contradichas por más de 200 años de experiencias médicas registradas y respaldadas por miles de millones de aplicaciones exitosas. Le deseo suerte. Por mi parte, pasado mañana recibiré mi tercera dosis de Abdala, la primera vacuna latinoamericana elaborada en Cuba con lo cual me sentiré protegido.

Por Jorge Gómez Barata