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Opinión

La sonrisa de Claudia Sheinbaum

Claudia Sheinbaum, estaba ahí, en primera fila, a unos pasos del atril del Presidente, lucía relajada con una elegancia sobria sin barbijo y aspavientos, atenta, sonriente.

Nada que ver con la imagen cansada que vimos después del crac de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, cuando su rostro se veía más largo de lo normal, inexpresivo, árido, preocupado.

No, esta vez, era la primera figura pública, después de la del Presidente López Obrador.

Se le había allanado el camino con sólo la asistencia una parte del Gabinete … y Claudia Sheinbaum, estaba ahí, como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

No estaba ahí, o al menos nunca se le vio a Marcelo Ebrard, el Secretario de Relaciones Exteriores y su rival principal en la contienda presidencial.

Igual, no estaba Ricardo Monreal, líder de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República.

Menos, Sergio Gutiérrez Luna, el nuevo presidente de la Cámara de Diputados.

Pero, sí, ahí estaba, Claudia Sheinbaum.

AMLO, a mitad del camino, había decidido ponerla en primer plano en el mayor escaparate político del país.

Se apegaba a las tradiciones de promoción del potencial alfil a ocupar la silla presidencial en 2024. Pero, hacerlo a la mitad del camino sexenal, puede ser una cortesía envenenada porque alguien agudo se preguntará y quién ocupara esa silla en 2022 y 2023, la que ocupó esa mañana Claudia Sheinbaum.

Acaso ese mensaje subrepticio – ¿velado? – que ha quedado para la comentocracia, ¿es parte de un juego del poder que busca ir midiendo el crecimiento de los perfiles de la sucesión?, ¿ese juego estaría acordado entre los aspirantes a suceder a AMLO o es una decisión personalísima del tabasqueño? Qué puede ser.

Sé que se podría argumentar en contra que la presencia de la Jefa de Gobierno en la primera fila del III Informe fue una cortesía precisamente porque éste se celebró en Palacio Nacional, en la Ciudad de México.

Y es razonable en términos de protocolo, pero no en términos políticos, en el mayor acto simbólico del presidencialismo mexicano.

Cierto, ya no existen aquellos actos fastuosos y caros del viejo presidencialismo, cuando se invitaba a “todos” incluidos presidentes en funciones y electos o sus representantes de cualquier parte del mundo, al cuerpo diplomático acreditado, a los diputados y senadores, a los gobernadores, a los amigos y familiares del Presidente y ahí estaban todos para presenciar los halagos y el ominoso ritual del besamanos, en lo que vimos hoy, prevaleció la solemnidad y la austeridad de la escena.

No obstante, le sobrevive el ritual, con los honores a la Bandera, la reivindicación de la Patria y sus próceres y ahí estaba la imagen sobria, matizada y envuelta en los colores patrios de Benito Juárez como testigo mudo, estoico, del discurso auto elogioso de López Obrador.

Los aplausos de reconocimiento, no obstante, no faltaron, dos o tres veces, estallaron con brevedad medida.

Y en esos momentos de exaltación resaltaba no el Presidente López Obrador, sino la figura sonriente de Claudia Sheinbaum quien se sabe parte importante del relato reivindicativo de la gestión de Gobierno de la 4T.

Se sabe, hoy, en el ánimo del Presidente López Obrador y buscará mantenerse en esa posición en 2022 y 2023.

Lealtad y capacidad política no le faltan a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, pero en política eso no basta.

AMLO necesita alguien leal, que dé continuidad a la llamada 4T y el círculo de los “escogidos” cada vez será más estrecho, luego de lo que vimos la semana pasada, cuando Olga Sánchez Cordero regresó a su curul y se le habilitó inmediatamente como presidenta de la Mesa Directiva del Senado, en un claro desplazamiento y resta del poder de Ricardo Monreal quien, como sabemos, podríamos decir que técnicamente es enemigo de la mancuerna Sheinbaum-Batres luego de aquella encuesta cuestionada de Morena para elegir candidato a la Ciudad de México.

Y, hoy es Claudia Sheinbaum, aun cuando Morena, fue derrotada en nueve de las dieciséis alcaldías, entre ellas varias consideradas típicamente de clase media pero, sobre todo, el partido del Presidente perdió en el principal bastión de la izquierda democrática y el obradorismo, que vale hacer la distinción, cuando el Presidente habló como pastor de que todo depende también de la voluntad del “creador” que sería impensable haberlo escuchado en boca de Valentín Campa, Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Gilberto Rincón Gallardo incluso, en la misma Claudia Sheinbaum.

Pero, bueno, es la política en estos tiempos de pragmatismo que con facilidad raya en el terreno de las creencias religiosas y así, lo que vimos con Vicente Fox en la toma de posesión como Presidente constitucional, hoy se escucha una 

referencia en el mismo sentido, pero en un informe de Gobierno, que para el caso da lo mismo, es un acto político, que debería estar más allá de las creencias personales.

Que es hacia allá donde habrá de caminar este país combinando el abatimiento de la pobreza y desigualdades sociales con el reconocimiento de derechos para una sociedad plural en todos los sentidos.

Y en ese punto, hasta ahora los “presidenciables” morenistas, que en mayor o menor grado, son pragmáticos han sido cautelosos en pronunciamientos religiosos, manteniendo un discurso liberal democrático.

Claudia, misma, viene de la tradición política del llamado socialismo democrático, y eso es una buena carta de presentación y creo, que eso, le ayudó para ganar un electorado informado, solidario y con raíces históricas en la izquierda y la reciente derrota quizá se explicaría en esa misma lógica de pluralidad.

Quizá, lo explican las traiciones en Morena o el bajo desempeño de sus gobernantes en una sociedad altamente demandante, sin embargo, en política nada es definitivo, y las pulsaciones históricas están en el imaginario de sector crítico de los mexicanos.

En definitiva, el III Informe de Gobierno del Presidente López Obrador, podrá ser leído de muchas formas, pero una de ellas indiscutible, pensada, instrumentada al haber puesto a Claudia en el foco de atención de millones de mexicanos.

Aquellos que siguieron de cerca la intervención del tabasqueño para dar cuenta, según su enfoque y balance, del estado en que se encuentra la Nación y las perspectivas de futuro no sólo de cumplimiento del programa político de la 4T sino, también, de quién podría ser el sucesor o la sucesora en Palacio Nacional. De ahí la sonrisa de Claudia.

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aarl

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