Opinión

Un minuto de silencio de Petro

La ya conocida compulsión del presidente Gustavo Petro por el Twitter le está jugando malas pasadas ynos tiene, a los seguidores que con tanto entusiasmo y esperanza saludamos su triunfo, de la alegría a la decepción y con los nervios de punta ante la incertidumbre porque no sabemos si lo que anuncia en un trino al calor del momento se volverá política de Estado.

Ya tiene éxitos innegables: su política de paz total está mostrando logros en medio de las difi cultades; ya se concertaron con el ELN las reglas bajo las cuales se desarrolla- rán los encuentros. Según dicen los negociadores del gobierno y esa guerrilla, todos sus frentes se han comprometido con la paz.

Se restablecieron las relaciones con Venezuela con lo cual se empieza a reactivar el comercio a ambos lados de la frontera. En cuanto a la implementación del acuerdo de paz con las FARC, sobre la cual el jefe negociador de ese acuerdo, el exvicepresidente Humberto de la Calle y el Alto Comisionado de Paz de ese entonces, Sergio Jaramillo, han presentado reparos porque consideran que no se está implementando, el gobierno responde con el desarrollo de la Reforma Rural Integral y una forma muy novedosa y audaz de sustitución voluntaria de cultivos. Propuso que los campesinos sembradores de hoja de coca pudieran mantener esas siembras mientras las van sustituyendo por las de productos agrícolas legales, hasta llegar a la sustitución total.

También ha logrado acuerdos de desmovilización urbana en Buenaventura, Medellín y Cali.

Pero, contraria a esa propuesta de paz total, ahora el presidente anuncia la compra de aviones de guerra a lo cual se opuso cuando quien lo proponía era su antecesor el expresidente Iván Duque. En marzo del 20021, dijo Petro: “en medio de una crisis como la que vivimos, es el máximo grado de irresponsabilidad de un gobernante. No entiendo un país que pueda aplaudir que no se usen los recursos para salvar la vida y en cambio sí en instrumentos para bombardear niños”. De esa fecha hasta ahora las condiciones del país no han cambiado tan radicalmente como para que ahora sí se justifique lo que antes le parecía irresponsable.

Si en algo han cambiado es en que ahora estamos en paz con Venezuela, el único país con el que había una absurda pugnacidad; con los demás vecinos las relaciones son más que cordiales y el triunfo de Lula propiciará un entorno aún más amigable.

Hasta el senador Iván Cepeda, mano derecha de Petro en las negociaciones de paz, se mostró en contra: “coincido con la preocupación y alerta. Nada más lejano de la paz total que comprar armas. Ya estoy pidiendo explicaciones. Las primeras que obtengo: los aviones Kfir llegaron a su vida útil. Tener aeronaves de combate es “indis- pensable” (comillas de Cepeda) para la paz nacional...pero dejo clara mi posición de desacuerdo”.

Con él coinciden todos los petristas cuyas posiciones he podido conocer, resaltando que las prioridades son otras. Un analista conocido opina que se puede repotenciar los Kfi r por un costo mínimo y que el entrenamiento de pilotos en los aviones nuevos cuesta una fortuna. Además, contra el narcotráfico lo que se necesita son radares, drones y aviones de interdicción aérea, no de combate.

Pero ya sabemos que es muy difícil que Petro oiga y atienda. Muy ladinamente afirma que ni un peso de la reforma tributaria ni de la inversión social se invertirá en esa compra, pero sí saldrá de recortes en otras prioridades. ¿En cuánto nos endeudaremos para ese gasto inútil? Con lo que cuestan se podría sanear el déficit histórico de la educación, el sistema de salud, la reforma agraria y otros más que Petro insiste en que son sus prioridades. Un verdadero disparate.

Otro absurdo más, creo que debido a la incontinencia del Twitter del Presidente: decir que es absurdo invertir en autopistas porque “obedecen al concepto capitalista de la velocidad... sólo sirven para importar productos y matar la producción nacional (y que con ellas) sólo se benefician los dueños del gran capital”. Creo que es tan traído de los cabellos que ni siquiera necesita refutarse esa necedad.

Después de que ante la asamblea de la ONU el presidente Petro dijera que el petróleo es más venenoso que la cocaína, todavía no hemos podido saber si se va a continuar explorando y explotando petróleo, nuestra principal fuente de divisas. La ministra de minas había dicho que no, pero matizó su postura antes de que el congreso le hiciera debate de moción de censura. El escándalo en el país ante el temor de perder las divisas del petróleo hizo que el ministro de Hacienda, de gran credibilidad, dijera que continuarían la exploración. Pero el presidente todavía no ha fijado claramente su posición.

El asunto es tan grave que Patricia Lara, una de las dueñas de la revista Cambio, de centro, que apoya a Petro, acaba de escribir una columna en El Espectador que tituló “presidente Petro, no diga más pendejadas”y calificó de burradas algunas afirmaciones del presidente.

Este Gobierno ha dado pasos importantes para unir al país, convocando a connotados enemigos de sus posturas como el presidente de Fedegan y el expresidente Álvaro Uribe, pero con estas salidas de tono está perdiendo el apoyo de muchos de quienes lo han acompañado desde antes de lanzar su campaña presidencial. Ojalá el presidente haga realidad lo que dijo en su discurso de posesión: unir al país y escuche las miles de voces que le hablan al hombre concertador que es.